Los hombres dan pasos adelante para acabar con el silencio cómplice

No les vale echarse a un lado, se implican para acabar con «un problema de los hombres que sufren las mujeres»

25 nov 2016 / 07:00 h - Actualizado: 25 nov 2016 / 07:00 h.
"Violencia de género","El machismo que mata"
  • Manifestación celebrada el 21 de octubre de 2006 en Sevilla, origen de todo un movimiento en el que Sevilla fue pionera. / José Manuel Cabello
    Manifestación celebrada el 21 de octubre de 2006 en Sevilla, origen de todo un movimiento en el que Sevilla fue pionera. / José Manuel Cabello

El origen fue una exhortación del Nobel portugués José Saramago en febrero de 2006, llamando a los hombres a manifestarse contra la violencia machista «porque el problema del maltrato es un problema de hombres y es el hombre el que tiene que resolverlo».

Sus palabras reactivaron en Sevilla a tres amigos, que ya un par de décadas antes, en 1985, había promovido grupos de análisis de hombres por la igualdad; los mismos que en 1996, a raíz de la muerte de Ana Orantes, hacen el primer manifiesto público de hombres contra la violencia ejercida por hombres contra las mujeres, y ponen en activo el lazo blanco, ambas iniciativas pioneras surgidas en Sevilla.

Uno de estos tres hombres, José Ángel Lozoya, señala que «tras escuchar la propuesta de Saramago, y el éxito de la primera manifestación de hombres contra la violencia machista en Sevilla decidimos crear el Foro de Hombres por la Igualdad para dar continuidad».

Saramago abundaba en la idea de que «el silencio nos hace cómplices», y que «si los hombres no se deciden a tomar esto en sus manos vamos a tener muertas y muertas, asesinadas, torturadas... porque la noticia es cuando las matan, pero no es noticia el maltrato continuo, todos los días, a todas horas. Eso tiene que acabar».

La fecha de esa primera manifestación, el 21 de octubre, «ya se ha convertido en fecha de referencia de actos de hombres contra la violencia machista, y, por ejemplo, ya la hacen ese mismo día en Italia». Este año, cuando se ha celebrado el décimo aniversario, unas 2.000 personas se manifestaron entre la Puerta de Jerez y la Plaza Nueva, bajo el lema «El machismo es violencia», porque «toda expresión machista es violencia».

Lozoya es relativamente optimista por todo el terreno recorrido y los objetivos alcanzados en estos diez años. «El silencio cómplice de los hombres se ha roto», afirma, basándose en un dato empírico: «Hace diez años el silencio nos hacía cómplices porque los hombres no iban a las manifestaciones contra la violencia machista. El pasado 7 de noviembre, miles de personas se manifestaron en Madrid y la mitad eran hombres».

Sin embargo, explica, «un paso más allá es necesario: No basta con que se solidaricen, sino que deben implicarse en acabar con el machismo cotidiano, con más respeto a las compañeras, no reír bromas machistas, ayudar más en casa... Es el siguiente paso: ser coherentes» en el día a día. También señala que hay que ir más allá de la Ley Integral contra la violencia de género, «porque hace referencia a la violencia dentro de la pareja y, por ejemplo, casos como el de Marta del Castillo no está registrado como violencia machista».

José Ángel Lozoya considera que el problema, y la solución, no es de educación, sino «cultural. Hay que educar primero a los padres y los abuelos, antes que a los niños, lo que ven en casa es lo que les enseña». Y pone el punto de mira en el pacto andaluz contra la violencia, «que no incluye que hay que educar a toda la población: niños, padres y abuelos al mismo tiempo. Hay que pelear para que podamos ver un cambio real en la sociedad cuanto antes».

Otro ejemplo de hombres movilizados por la igualdad y contra la violencia machista nace en Málaga en 2001. Se trata de la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (Ahige), que a lo largo de este tiempo se ha extendido por toda Andalucía, España y muchos países de Iberoamérica. Alejo Durán, miembro de Ahige, recuerda que «nació para tratar todo lo que tiene que ver con la igualdad, desde la paternidad hasta la violencia», y fueron de nuevo las palabras de Saramago y la primera manifestación de Sevilla lo que les hace poner en marcha las Ruedas de Hombres, «de las que se hacen unas 40 cada año en todo el Estado español. Son actos simbólicos, un círculo alrededor de un lazo blanco, con velas, para atajar un problema de los hombres que sufren las mujeres». La primera rueda en la provincia de Sevilla tuvo lugar el 21 de octubre de 2010 en la plaza de la Constitución de San Juan de Aznalfarache, en la que participaron unos 40 hombres, desde los dos a los 79 años.

También llevan a cabo cada año una campaña de fotos a través de Facebook de hombres contra la violencia, además de participar tanto el 7 como el 25 de noviembre en las manifestaciones que se llevan a cabo en las distintas ciudades.

«El pasado día 7 hubo muchos hombres jóvenes en la manifestación de Madrid, que normalmente no había», destaca Durán, quien recuerda que «es un problema nuestro que perjudica a mujer, hijas e hijos, y también a nosotros».

Este relevo generacional en el perfil de los hombres que se acercan a las distintas asociaciones contra la violencia machista también lo señala Lozoya, aunque la media sigue rondando los 45-50 años, si no superándolos, y generalmente, con nivel de estudios y renta medio-alto.

Alejo Durán reconoce que va a ser muy complicado eliminar estas pautas de conducta, porque «el machismo, el patriarcado, es ancestral. Las medidas legales están bien, y hay que proteger a las mujeres, pero nosotros abogamos por políticas públicas dirigidas a los hombres». Así, afirma que «tienen que ir con mensajes para los hombres, porque hasta ahora van muy dirigidos a la mujer –inserción social, protección de los hijos...–, pero habría que enviarles a los hombres el mensaje de que la violencia no es el camino, de que la igualdad les interesa».

Un cambio de modelo

En Ahige apuestan por la creación de grupos de hombres que reflexionen sobre cómo han sido educados: Es imprescindible una educación «más igualitaria, menos impositiva, más escuchar, ser más amables, más cercanos a los hijos y a nuestra pareja, más respeto, en definitiva, un cambio de modelo».

Desde las distintas sedes de Ahige en Andalucía, España e Iberoamérica –México, Argentina, Chile, Venezuela...–, y desde su revista que cuenta con más de 5.000 suscriptores, pretenden «poner nuestro granito de arena para alcanzar poco a poco una sociedad más igualitaria», señala Durán, quien, muy descriptivamente, explica cómo se produce este proceso, de manera «más cercana, como una mancha de aceite, poco a poco se van acercando los hombres que se han cuestionado cómo se relacionan con sus parejas, con sus hijos, otra visión de su relación con el otro sexo. Poco a poco vamos ganando terreno al machismo y apostando por la igualdad, trabajando también con compañeras feministas».

Pero esos cortos pasos a veces parecen revertirse. Así, critica que exista «un pacto de silencio, que no es neutro. Nosotros pensamos que ante la violencia machista no caben posiciones neutras, o se está en contra y luchas contra ella... el callarse es estar a favor, ser cómplices. Debes decidir como hombre, aunque tú no seas violento, tienes que decir basta ya».

Queda aún bastante por hacer para luchar contra esa imposible posición neutra, y esas circunstancias externas que en los últimos años vienen derivadas de las redes sociales, internet y algunas series de televisión, y que han supuesto dar pasos atrás, sobre todo entre los más jóvenes. «Parece que a veces va cambiando la situación al dar una charla, por ejemplo, en un instituto, y otras veces parece que vamos para atrás. A veces te desanimas, pero seguimos ahí, trabajando en lo que creemos y con mucha motivación».

No son las únicas asociaciones de hombres contra la violencia machista y aún queda mucho por hacer. Todos los hombres son bienvenidos a sumarse a acabar con esta lacra que cada año afecta a miles de mujeres –y sus hijos– en España. Las muertes superarán el medio centenar, pero son sólo la trágica punta del iceberg de un mal que se esconde en el día a día de una vida que tu ser más cercano la convierte en miserable. En ellos está la solución.