“En cierto modo, el peligro de una involución de la democracia en Europa está en boca de todos los jóvenes, se reconoce la existencia del problema, pero muy pocos jóvenes nos damos cuenta del peligro que supone y cómo nos puede afectar en nuestra vida que desde el interior de Europa se intente destruir el proyecto europeo. Muy pocos tomamos la decisión de contribuir a que la mayor cantidad posible de jóvenes tome conciencia de que hemos de evitarlo porque repercutiría de modo muy perjudicial en contra de nuestro futuro”. Así se define Marina Navarro Montilla, sevillana de 21 años, que ha sido valorada por la Comisión Europea en razón a su compromiso y su esfuerzo por extender en Sevilla, en España y en Europa la importancia de interiorizar y participar en los asuntos europeos. Y no solo en las urnas.

Marina, del barrio de Triana, donde reside, es hija de padre periodista y madre profesora de Filosofía en un instituto. Estudió en el Colegio Público José María del Campo, donde tuvo cursos de bilingüismo con francés, y después en el Instituto Público Triana, en el que eligió la opción del bachillerato bilingüe con francés. Su hermano también tiene una brillante trayectoria, estuvo en los mismos centros educativos de Triana y despunta desde Toulouse (Francia) en el sector de la tecnología aeroespacial.

¿Por qué te interesaron en tu adolescencia los temas de política internacional?

Me llamaba mucho la atención conocer el mundo, aprender cosas diferentes, tener contacto con personas de otros lugares, descubrir perspectivas diferentes a la mía. En Cuarto de la ESO me fui a estudiar a Dublín, y fue muy interesante. Durante el Bachillerato cada vez me importaba más el tema de Europa. Elegí la carrera de Económicas porque tiene una conexión muy fuerte con la temática internacional y me podía ayudar a enlazarla y seguir desarrollándome.

¿Cuál es tu especialidad?

Las políticas públicas y el desarrollo económico, incluyendo la cooperación al desarrollo de otros países. Tras acabar ahora la carrera, el próximo curso haré un máster en la Escuela Económica de Toulouse (Francia), que tiene mucho prestigio, no en vano allí está Jean Tirole, reciente Premio Nobel de Economía.

¿Has estado en otro país como estudiante Erasmus?

En la Universidad de Lovaina (Bélgica), con una enriquecedora mezcla de culturas porque hay estudiantes de multitud de países.

¿Qué te han aportado esas vivencias tanto desde el punto de vista formativo como personal?

En lo personal, me abría la mente a plantearme posibilidades diferentes de cómo afrontar los problemas, y que en mi ciudad no se me habían ocurrido. En el formativo, un sistema de educación completamente diferente, donde yo le veía una gran carencia a la Universidad de Sevilla: el método de aprendizaje. En Sevilla es puramente memorístico, incluso en Economía, cuando son modelos que razones y aplicar a la realidad. En Lovaina es muchísimo más práctico. No había que aprender un temario de memoria sino aplicar tus conocimientos.

Indica un ejemplo.

En un examen, nos dejaban tener todos los apuntes a mano. La respuesta no la íbamos a encontrar en ellos. Y en la víspera nos preparábamos el examen discutiendo preguntas entre compañeros, planteando diferentes posiciones. Recuerdo que éramos un grupo formado por dos alemanes, un sueco, una italiana y dos españoles. En el modelo educativo español falta esa capacidad de estimular el talento y no solo memorizar.

¿Cuáles fueron tus primeras experiencias con instituciones internacionales?

Con 18 años, participé en La Haya (Holanda) en una simulación de debate de Naciones Unidas, y también hacíamos un modelo de Consejo Europeo. Ningún joven podía representar a su país de nacimiento. Representé a Francia en dos temas, el refuerzo de las fronteras europeas y las relaciones con Irán. Durante cinco días, realizábamos debates, y después elaborábamos conclusiones que se envían a las instituciones. He continuado, como moderadora o participante, en reuniones así en Bélgica, Alemania, España... Además, con 19 años, antes de irme de Erasmus, colaboré con el Centro de Documentación Europea de la Universidad de Sevilla haciendo sesiones divulgativas en institutos de Secundaria de Sevilla.

¿Quién coordina esas simulaciones de debate y esa elaboración de conclusiones?

Asociaciones de estudiantes. En España hay diez, en Sevilla aún no lo hay. Por ejemplo, en Salamanca hay una bastante grande, que se llama Munusal (Model United Nations, University of Salamanca) y en Madrid está Compimun. Este año se ha hecho en Madrid el Modelo de Naciones Unidas más importante del mundo, el Harvard Worldmun. Los estudiantes lo organizan todo: fechas, temas, elaboración de guías sobre los temas a debatir, alojamientos, comida, invitados, búsqueda de ponentes, etc.

¿En qué consiste el European Student Think Tank?

Es una asociación de estudiantes a nivel europeo que tiene la sede en Amsterdam, creamos una red que intentan estimular el interés por Europa. Hay jóvenes que son sus embajadores o representantes en los países de la Unión Europea. Sobre todo en las grandes capitales. En España, hay uno en Madrid, una en Barcelona y yo en Sevilla. Escribimos artículos, organizamos eventos, charlas, actividades, seminarios, talleres,... todo lo que podamos.

¿Cómo te han dado el rango de embajadora?

Cuando estaba en Lovaina descubrí el European Student Think Tank. Abrieron una convocatoria para tener más embajadores, me presenté para proponerles serlo en Sevilla, donde no había. Les hice muchas propuestas en una entrevista por Skype y me seleccionaron.

Háblame de uno de tus artículos.

Propuse actividades no solo en grandes ciudades sino también en los pequeños pueblos para resolver el distanciamiento de los jóvenes respecto a Europa, creen que no les influye, que ni les va ni les viene. Y los fondos europeos están ayudando tanto en las ciudades como en los pueblos.

La Comisión Europea también te ha seleccionado en el grupo de 'jóvenes multiplicadores del europeísmo'. ¿En qué consiste?

Fueron dos jornadas intensivas en Bruselas en las que nos dieron información de cómo realizar eventos para promover o informar sobre las elecciones europeas, dónde podíamos conseguir material. Éramos más de 100 jóvenes, entre todos hicimos una puesta en común sobre cómo organizar mejor esos diálogos con ciudadanos. Y seguimos en red, compartiendo ideas, informaciones, actividades...

¿Tuvísteis relación con altos cargos de la Comisión Europea?

Participaron con nosotros Sixtine Bouygues, directora general adjunta de comunicación, así como responsables de centros de documentación europeos y de la red Europe Direct.

Cuando los partidos eligen a personas más jóvenes para algunos puestos en las listas electorales o para algún cargo, diciendo que hacen falta 'caras nuevas', ¿os identificáis con la selección de ese tipo de personas?

Hay mucha gente bastante más valiosa que los que ponen, que se está quedando en el tintero. Los partidos no están eligiendo a los jóvenes mejor preparados. En cambio, eligen a jóvenes en los que no nos vemos reflejados en las actitudes que transmiten o en la manera de hacer las cosas que están llevando a cabo. Hay jóvenes muy valiosos en otros ámbitos, y no se les conoce públicamente. Por ejemplo, en ese encuentro en Bruselas de 'jóvenes multiplicadores', de España éramos 17. Y conocí a algunos brillantísimos. Yo pensaba: “Pueden estar en política y lo harían de maravilla”. Con amplios conocimientos, sabiendo escuchar, sabiendo transmitir, con capacidad de liderazgo.

Los jóvenes de otros países con los que participas, ¿en qué se parecen y en qué se diferencian de tus principios y valores?

Se parecen mucho en el espíritu activo de querer cambiar las cosas y de creer que somos parte o motor de ese cambio. La manera en la que se involucran es bastante similar en todas las nacionalidades. Sí hay diferencias en la manera de actuar. Algunos intentan convencer con sus ideas, otros intentan imponerlas, y también algunos intentan hacer lobby.

¿Esas asociaciones son cantera para hacer carrera política? ¿Se distingue a quien tiene vocación de servir a los demás, respecto a los que quieren servirse para sus fines personales?

Casi todos los que participan en los modelos de debates son de las personas que van a servir al bien común. En otros formatos como talleres y seminarios, sí hay algo más porcentaje de jóvenes que buscan darse a conocer y ganar reputación a ojos de los políticos.

Si fueras parlamentaria europea, ¿cuál sería tu propuesta prioritaria para mejorar Europa?

Ampliar las políticas sociales de la Unión Europea, que nació como una alianza económica. Facilitar más la movilidad de los jóvenes, reduciendo burocracia, para que tengan igualdad de oportunidades quienes disponen de menos recursos. Así también se fomenta una mayor identidad europea. En general, aquellos jóvenes que han vivido experiencias en otros países tienen un mayor compromiso europeo. Por otra parte, intentaría que se reforzaran las políticas de transición energética, tanto a través de medidas de creación de empleo en sectores verdes, como en el establecimiento de regulaciones más duras que limiten el uso de productos contaminantes. Es necesario que nos demos cuenta de que las acciones de un país en relación al cambio climático repercuten en todo el resto.

¿El miedo a formar parte de una sociedad mucho más cambiante que la de nuestros padres y abuelos, y el miedo a ser más pobres que ellos, pueden inducir a muchos europeos a ponerse a las órdenes de dictadores, como ya sucedió en el siglo XX?

Ese miedo se ataja conociendo que la Unión Europea es el proyecto de la paz, las libertades, la igualdad, los derechos, la prosperidad. Y desde el que hacer frente a cualquier riesgo que acontezca. Hemos de encontrar las soluciones desde la diversidad y la contraposición de ideas, no desde postulados autoritarios. Nos intentan inculcar soluciones tajantes que son muy desacertadas.

¿El exceso de identidad nacional, en contraposición con una escasa identidad europea, es uno de los grandes desequilibrios que propicia muchos de los problemas que estamos sufriendo?

En las anteriores elecciones europeas solo votó el 28% de los jóvenes. En las nacionales lo hacen mucho más, están mucho más concienciados de que hay un proyecto nacional o una gobernabilidad que asegurar. La política europea les parece muy distante. Falta un sentimiento de pertenencia a la Unión Europea. Eso favorece que surjan estos populismos y partidos que quieren destruir el proyecto europeo desde dentro, y que se alimentan de personas que no tienen esa identidad europea.

¿En qué redes sociales os comunicáis más sobre estos temas?

Principalmente, en Facebook. Es la que más se utiliza para la difusión de nuestros eventos y artículos, y en la que se participa más, tanto en España como en otros países.

¿El hábito de comunicarse en redes sociales como Instagram, escribiendo dos o tres líneas, está acostumbrando a muchos jóvenes a no enfrentarse a textos largos que requieren capacidad de lectura comprensiva?

Sí. Se está perdiendo la paciencia de seguir leyendo un texto con más de treinta líneas, ya desconectas. Me pasa a mí también. Estamos acostumbrados al mensaje rápido, a la información rápida en la que solo me entero de la idea principal y no me paro a leer el contenido completo.

¿Algunos jóvenes sois conscientes de los perjuicios que causa eso?

Sí, se está viendo el auge de la desinformación, de las noticias falsas. No se alienta la reflexión sino mensajes que calen en la población, que se crea un tipo de idea completamente vacía de contenido.

¿Qué piensan sobre la España actual los jóvenes no españoles con los que te relacionas?

Todavía ven a España como un país bastante pobre. En conferencias internacionales, tiran bastante de estereotipos para hablar de España o de los españoles en general. Nos influye muy negativamente. Sabemos que no es así, y luchamos por intentar replicar esos clichés que nos machacan.

¿Te preguntan sobre el secesionismo catalán?

Sí, muchísimo. Les llama la atención cómo se está llevando a cabo, me preguntan si el resto de comunidades autónomas de España estamos a favor o en contra de que se separen.

¿Saben que la mayoría de los catalanes no quieren separarse de España?

Creo que no. La idea que les llega es que los catalanes quieren la independencia. Eso es fruto de la desinformación imperante en todo tipo de temas. La gente no se para a leer más allá del titular, ya sea un periódico alemán, italiano o belga. Y no sabe si gran parte de la población apoya o no la independencia.

Cuando con 19 años, o ahora con 21, vas a institutos de Sevilla a explicar Europa, ¿los estudiantes participan más y están más atentos porque quien les habla tiene casi la misma edad?

Completamente cierto. Les impacta cuando comienzo y les digo: “Hace cuatro años, yo estaba sentada como vosotros en un aula como ésta”. Se ven muy reflejados, entienden mejor que el futuro es de ellos.

¿Cómo les explicas la esencia democrática de las instituciones europeas?

Nos centramos en el Consejo Europeo, el Parlamento, la Comisión y el Consejo de Ministros, y se lo explicamos con ejemplos prácticos. Del día a día, muy comunes: Cuando desayunan, la garantía de seguridad alimentaria de esos productos, lo regula la Unión Europea. Cómo pueden llamar por teléfono y sin sobrecostes a personas que están en otros países. Cómo con el euro pueden comprar en muchos países. Reciben bolsas de papel reciclado porque la Unión Europea ha decidido suprimir las bolsas de plástico. Cómo pueden ver en su ordenador muchas series de televisión que no son de España gracias al desbloqueo aprobado en la Unión Europea. Con todo ello se van dando cuenta de que han de participar en las elecciones europeas y en la construcción de Europa.

Una anécdota que te haya subido la motivación, en tus experiencias en centros educativos en Sevilla.

En la simulación del Consejo Europeo que hicimos con alumnos de 17 años en el Instituto Ramón del Valle-Inclán, que está en Sevilla Este, teníamos una hora, y era la anterior al recreo. Y un alumno, que en el aula tiene fama de no querer desaprovechar ni un minuto de recreo, se levantó y le pidió a la profesora que prolongáramos el debate sin salir al recreo. Toda la clase se quedó sorprendida. Y se amplió durante 15 minutos. Estaban participando muchísimo, hablando sobre cómo regular la inmigración.

¿Cuáles son los temas por los que más te preguntan?

En España, y en Andalucía, sobre todo por el empleo, por la inserción laboral. A los jóvenes les preocupa mucho qué oportunidades de trabajo van a tener cuando terminen sus carreras. Y qué facilidades pueden tener para irse a otros países a trabajar.

¿En otros países tienen las mismas prioridades?

No. En Bélgica, donde hay mucho menos paro, les preocupan más los temas de medio ambiente y sociales. En cambio, en Polonia o Hungría, tienen más miedo a la inmigración.

Con tantas actividades, ¿cuándo estudias la carrera? ¿cómo te organizas?

Aprovechando cada segundo que tengo libre. Por las mañanas, estoy trabajando en la Facultad de Económicas con una beca de colaboración. Mis horas de estudio son de dos a cuatro de la tarde. Y de cuatro a ocho tengo mis clases. En cualquier rato libre, intento organizar actividades. Por ejemplo, mientras voy en el Metro, escribo y respondo muchos correos electrónicos.

¿Y en tu tiempo de ocio, qué te gusta hacer?

Me gusta mucho viajar, hacer deporte... Tres o cuatro veces a la semana tengo que hacer algo de deporte: salir a correr o ir a nadar, hacer alguna excursión de senderismo. Ir al cine me gusta mucho. Sobre todo, quedar con amigas. Relajarme o pasar tiempo con la familia haciendo cualquier actividad que sea más de desconexión.

Por tus vivencias en ciudades de otros países europeos, ¿te gustaría que en la vida cotidiana de como Sevilla se aplicara algo para mejorar su calidad de vida y su prosperidad?

Más conciencia del medio ambiente dentro de la vida urbana. Más uso de la bicicleta, menos uso del plástico, por ejemplo.