Son los negocios que siguen abiertos durante el estado de alarma decretado por el Gobierno. Son pocos, pero son los vitales para que no falte de nada en nuestras casas. En esta serie de reportajes conoceremos a algunos de estos trabajadores que no pueden realizar teletrabajo ni quedarse en sus casas.
Dani recibe en su estanco de la plaza Antonio Martelo con una mascarilla de tela puesta y unos guantes negros de plástico. Limpia con una solución de alcohol el mostrador cada vez que un cliente coge el paquete de tabaco que acaba de vender.
El personal, a pesar de la lluvia, espera en la puerta. Sólo pueden pasar de uno en uno.
Algunos aprovechan para comprar algo más que cigarros. «Voy a llevarme un par de éstos que he hecho mal el cálculo y me estoy quedando sin suministros».
El fin de semana fue una auténtica locura, tal y como afirma Dani. «El sábado me quedé sin nada. Ayer (por el lunes) fui a comprar y estuve cinco horas en la puerta más otras cuatro intentando pagar para no llevarme casi nada».
Este estanco abre, normalmente, de 8 a 22 horas. Con la cuarentena, este horario se ha reducido y ya no abre por las tardes porque «no hay nadie por las calles y no compensa» explica.
Aunque sea uno de los pocos negocios a los que el Gobierno les ha permitido que sigan su actividad, el estanco ha pegado un bajón considerable en el número de clientes que suelen acudir a comprar tabaco.
Para algunos, la actividad laboral sigue igual, excepto a las medidas extraordinarias a las que tienen que someterse para no contagiarse.