«Mis claves para el éxito han sido el respeto y tener buena memoria»

La cámara de Manuel Gallardo ha tenido siempre un objetivo, el Hotel Alfonso XIII y sus ilustres visitantes. Del 9 al 12 de octubre se inaugurará en él una muestra que resume en 60 fotografías la inmensa vida social que se vivió durante la Expo’92

15 sep 2017 / 09:49 h - Actualizado: 15 sep 2017 / 16:39 h.
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  • El fotógrafo Manuel Gallardo, retratado con motivo de esta entrevista. / Manuel Gómez
    El fotógrafo Manuel Gallardo, retratado con motivo de esta entrevista. / Manuel Gómez

El próximo 9 de octubre el Salón Andalucía del Hotel Alfonso XIII acogerá la inauguración de la exposición fotográfica 25 años de Expo’92. No digas que fue un sueño. Se trata de una muestra para la que Manuel Gallardo ha seleccionado una compilación de 60 fotos que sintetizan la inmensa pasarela de personajes famosos en la que se convirtió este hotel durante la Exposición Universal. Con entrada libre, podrá visitarse hasta el día 12, coincidiendo en fecha con la de la clausura del recordado fasto.


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FOTOS | Muestra ‘No digas que fue un sueño’


—No es esta la primera exposición que organiza el Hotel Alfonso XIII con fotografías suyas...

—Así es. Vamos por la cuarta. Hicimos una sobre Doña María de las Mercedes, otra sobre las personalidades que asistieron a la boda de la Infanta Elena y una por el décimo aniversario de la muerte de Paquirri. He tenido la inmensa suerte de ser fotógrafo del Alfonso XIII. Es un lugar que nunca ha dejado de asombrarme. Y ahora vamos a mostrar una selección de retratos tomados a personajes famosísimos que se hospedaron en él durante la Expo’92. Gorbachov, Fidel Castro, Gerard Ford, Lech Wa??sa...

—¿Fue la Expo el momento profesional más importante de su carrera?

—En Sevilla no se había vivido nada como la Expo. Ni lo volveremos a vivir. Fue algo inmenso. Yo llegaba al Alfonso XIII sobre las ocho de la mañana; y todos los días estaba lleno de políticos del más alto nivel, de miembros de casas reales, de militares y de gente famosa. Como trabajaba también para la revista Hola podía moverme por todos lados. Luego estaban las fiestas que se celebraban en casas y palacios de Sevilla. Fiestas que nadie se puede imaginar. Ninguna Exposición Universal superará a la de Sevilla.

—Imagino que habrá tenido que guardar en un cajón, contra su deseo, más de una fotografía...

—¡Muchas! Como algunas de las que hice a Lady Di y al Príncipe Carlos en octubre del 92. Esas están en mi archivo privado. Y muchas otras, claro. Ser fotógrafo de famosos como yo he sido –y ahora es mi sobrino, Juan Gallardo, que tiene mi escuela– consiste en mantener un equilibrio que a veces no es fácil. Si un día traicionas a alguien sacando una foto que no quiere, te lo hará pagar. El respeto y la buena memoria para saber reconocer rápidamente a las personalidades son las claves de mi profesión. Hoy por desgracia respeto hay poco porque las revistas lo que quieren, sobre todo, son escándalos para vender.

—¿Le molesta que le reconozcan como ‘fotógrafo del corazón’?

—No. Pero yo tengo carnet de periodista. Mi caseta en la Feria de Abril se llegó a llamar La prensa del corazón. Y por ella ha pasado mucha gente famosa que llegaba y sabía que, si querían, tenían toda la intimidad, alejada de cámaras. Allí estuvieron por ejemplo los actores Michael Douglas y Andy García, que entró en el Real camuflado con gabardina y gafas de sol. A mí lo único que me molesta es que me digan que, con otras tácticas más deshonestas y nada leales, podía haber ganado más dinero.

—¿Hay que ser un poco mitómano para disfrutar tanto como usted lo ha hecho?

—Claro. Yo me he fotografiado con todos, ya fueran demócratas, dictadores, actores, reyes... Porque para mí son personajes. En 1996 se alojó en el Alfonso XIII Bo Derek, yo le hice fotos y acabó montándose en mi Vespa porque me pidió que le enseñara Sevilla. Esta es una profesión muy bonita y si respetas, ellos te respetarán a ti. Pero ahora todo es pelea y falta de decoro. Me apena ver a compañeros fotógrafos que van tan mal vestidos a actos importantes, ¡hasta con pantalones de camuflaje los he visto! Antiguamente íbamos con traje y con corbata. Eran otros tiempos, quizá mejores.