Mucho ruido y poca cultura de acuerdo

El servicio de Mediación constata la existencia de problemas entre vecinos y trata de solucionar los conflictos sin acudir a la Justicia

24 ene 2017 / 08:18 h - Actualizado: 24 ene 2017 / 08:40 h.
"Barrios","Aquí no hay quien viva"
  • El interior de la Oficina Municipal por el Derecho a la Vivienda. / Pepo Herrera
    El interior de la Oficina Municipal por el Derecho a la Vivienda. / Pepo Herrera

El abanico de los conflictos vecinales es amplio, y en más de un sentido. No es que los problemas entre vecinos sean mayoritarios en Sevilla, pero sí es cierto que existen desde leves desencuentros entre particulares hasta conflictos enconados en los que están implicadas comunidades de vecinos enteras.

Por eso mismo, el Ayuntamiento creó el Servicio de Mediación Vecinal, que en tres meses largos de vida ronda ya las cien intervenciones. Raúl Sánchez, gestor de proyectos y coordinador del servicio junto a Luhe Palma, confirma que a sus manos llegan situaciones muy diversas. «Los problemas más habituales son aquellos que tratan sobre la buena vecindad», y aquí incluye conflictos relacionados con el ruido, la mala utilización de espacios comunes, cuestiones de deudas o en los pagos de la comunidad o de malos entendidos en la gestión de las cuentas de la comunidad, aparcar en zona de vado...

Para todas estas cuestiones se puede acudir al servicio de mediación, que gestiona la empresa sevillana Asociación para la Prevención y Resolución de Conflictos (Apreyco). «Cualquier cosa susceptible de ser denunciable se puede llevar por mediación», explica Sánchez. Lo cierto es que lo más habitual cuando se producen estos problemas es, después de constatar que la solución no se puede alcanzar sólo con el acuerdo de las partes enfrentadas, acudir a la Policía. Ocurre sin embargo que las denuncias no siempre surten efecto, y rara vez dejan satisfechas a las dos partes.

Un ejemplo: el problema, enconado, que vive una parte no pequeña del barrio del Plantinar, que denuncia año tras año los problemas de convivencia que se generan con los llamados pisos discoteca, que no son sino viviendas alquiladas por estudiantes en las que los ruidos son abundantes, sobre todo en horarios nocturnos.

La normativa municipal regula la contaminación acústica, los ruidos y las vibraciones en sus artículos 27 y 28, que recogen el deber del ciudadano de «evitar ruidos molestos, gritos... », al tiempo que se especifica que las celebraciones privadas en domicilios particulares deben ser «entre las 12 y las 23 horas», con riesgo de multas de entre 600 y 12.000 euros, en función del tipo de infracción.

En el Plantinar, los problemas vuelven con el comienzo de cada curso. «Llamamos a la Policía pero a la Policía no le interesa el tema de los ruidos y encima tienen la desfachatez de no aparecer. Vamos a comisaría y nos dicen que para poner la denuncia tienen que ir los agentes a nuestras casas para comprobar el nivel de ruido, pero no se por qué no aparecen... Y tenemos a dos personas que están al límite», lamentaba en octubre el presidente de la asociación de vecinos Mulhacén, Fernando Rivas, quien exigía entonces al Ayuntamiento que velara por el cumplimiento de la normativa municipal. Hay al menos dos familias que han abandonado el barrio para poder conciliar el sueño, explican los vecinos, que se quejan también de la suciedad que las fiestas provocan en las calles del barrio.

Raúl Sánchez lamenta el desconocimiento que todavía existe entre la ciudadanía del Servicio de Mediación Vecinal. «La gente, cuando tiene problemas, se dirige a la Policía y a un abogado para poner una demanda», aclara, y explica que el servicio ha nacido con una idea diferente, casi la contraria: contactar primero con los mediadores.

El servicio ha realizado en sus tres primeros meses 90 casos concretos de mediación tras atender 98 solicitudes de intervención, y ha protagonizado 43 actividades para la divulgación y difusión de este servicio con los equipos de los distritos y centros cívicos de la ciudad y diversas entidades sociales.

Cerro-Amate y Macarena han sido, con 13 cada uno, los distritos de la ciudad con el mayor número de casos efectivamente atendidos, seguidos de Nervión (12), Casco Antiguo (11), Sur (10), Este-Alcosa-Torreblanca (9), San Pablo-Santa Justa (6), Los Remedios (5), Triana y Bellavista-La Palmera (4) y Norte (3). En conjunto, 57 personas se han beneficiado de las labores de mediación.

«Desde que tenemos conocimiento de la demanda o solicitud de mediación, nos ponemos en contacto con el denunciante y tenemos una sesión informativa. Una vez que tenemos los datos, nos ponemos en contacto con la otra parte, con la que procedemos igual». Es decir, que le explican las condiciones y los requisitos para participar en el proceso de mediación, entre los que destaca uno: la participación es voluntaria, «la gran diferencia respecto a la vía judicial», apunta Sánchez, y recuerda un caso concreto como ejemplo. Una mujer que tenía un problema con un bar en los bajos de su edificio y se quejaba de ruidos porque el establecimiento mantenía abierta una puerta en un patio comunitario, que ella pretendía que cerrara de manera definitiva. «El propietario del bar, que estaba licenciado en Derecho, había ganado todas las denuncias», amplía Sánchez, que habla de una situación «con todas las vías agotadas. Hablamos con el dueño, que accedió a participar, porque cada vez que se cruzaban había insultos y empezamos con la sesión individual. Ella se conformaba con que cerrara la puerta en el horario de uso. El propietario dijo que sí, que cerrar esas horas no le suponía perjuicio. Probaron así. Nos volvimos a reunir ya de forma conjunta y las dos partes estaban satisfechas. De hecho, salieron juntos de la sala y se fueron a tomarse algo para celebrarlo».

Realojos problemáticos en aeropuerto viejo

La asociación de vecinos Zeppelín de Aeropuerto Viejo reclama al Ayuntamiento mayor control sobre algunas familias acogidas en las viviendas sociales que Emvisesa tiene en el barrio, y «otras autóctonas». Advierten de «problemas de convivencia» en un vecindario con poco más de 2.000 habitantes.

En Sevilla Este, Vecinos de Camelias-Paraíso denuncian problemas de vandalismo, menudeo de droga e insalubridad derivados de las botellonas de jóvenes en la plaza Hangar.

La asociación de vecinos El Despertar de Valdezorras mostró ya hace meses su preocupación por la concatenación de robos en naves agrícolas, pero también en viviendas.

Van más allá del mero conflicto vecinal, pero, con la Alfalfa como punto caliente, el botellón genera numerosos dolores de cabeza a los vecinos, al igual que la proliferación excesiva de veladores en zonas del casco histórico y Triana.