«Muchos cofrades me han apoyado: no salí a ofenderlos, sino a protestar»
Esta mujer es feminista, atea y enamorada de la Semana Santa, pero el fiscal y una asociación de abogados católicos le pide pena de cárcel por ofensa a los sentimientos religiosos e incitación al odio. Ella defiende que solo se manifestaba contra Gallardón
{A la espera de la apertura de juicio oral, Rocío Ballesta cumple pena de banquillo. «Javier Krahe estuvo esperando 12 años [por un vídeo donde se cocinaba un Cristo]», explica. Se describe como anarcofeminista y está acusada por participar en la llamada procesión del Coño Insumiso el 1 de mayo de 2014, una comitiva que portaba una enorme vulva en andas.
—¿Cómo espera el juicio?
—Te tiene con tu vida... no interrumpida, pero es imposible relajarte, cerrar página. Todo esto, como atender a los medios de comunicación, se sale de la vida cotidiana de alguien que no es ni quiere ser personaje público.
—Si todo va en la dirección de la acusación, ¿usted se considerará presa política?
—Sí. Es una persecución política. Los denunciantes utilizan lo del coño como excusa, pero lo que les molesta es que las mujeres reclamemos derechos sobre nuestros cuerpos. Y la acusación es más propia de la Inquisición que del siglo XXI. Los abogados católicos de Valladolid denunciantes son integristas religiosos, se erigen en observatorio de la moral católica, para perseguir a quienes no piensan lo mismo que ellos. No somos las primeras ni las únicas. Y la causa se ha reabierto por una barbaridad: condicionar la libertad de expresión al dogma de la virginidad de la Virgen. No sé cómo lo van a defender.
—¿Por qué organizó esa protesta con el Coño Insumiso?
—Las tres imputadas no somos organizadoras de la protesta. Fue una performance a la que nos sumamos 200 o 300 personas. No puedo hablar por las demás, yo acudí a protestar contra la modificación de la Ley del Aborto que intentó [el ex ministro de Justicia Alberto Ruiz] Gallardón, en un año en el que todos los colectivos feministas nos unimos y movilizamos hasta lograr la retirada de ese proyecto y su dimisión. Luego el cortejo se unió a la manifestación del 1º de Mayo [de los sindicatos minoritarios], frente al Parlamento de Andalucía.
—¿Qué recuerda del día de autos y del cortejo?
—Era un día festivo como cualquier 1º de Mayo. El único incidente, que un perro mordió a una compañera y la acompañé al hospital antes de volverme a unir al cortejo. En el Pumarejo se leyó un manifiesto y luego seguimos hasta el Parlamento. La policía ni identificó a nadie ni intervino. Creo que mi imputación se debe a la existencia de ficheros ilegales de la policía y le podía haber tocado a cualquiera, aunque no hubiera ni participado.
—¿Por qué una vulva?
—Por todo lo que simboliza de origen de la vida, de centro y cuerpo de la mujer. Yo lo veo una idea brillante para llamar la atención sobre la situación subyugada al hombre de la mujer, con peores sueldos, trabajos de cuidadora o del hogar que no se reconocen o precariedad, como en el caso de las kellys [camareras de piso].
—¿Por qué se parece a una Virgen con el manto?
—Que expliquen los denunciantes el parecido. Lo que sí hay son imágenes estilizadas de la Virgen que parecen vulvas, incluido el logo de alguna conferencia episcopal.
—¿Hubo escarnio a la Virgen con esa procesión?
—No es cierto. Acaban de absolver al chico de Canarias que se disfrazó en Carnaval [de Virgen y de Cristo]. Las mujeres tenemos problemas más importantes que meternos con los católicos. Sí es verdad que la Iglesia, como institución, moraliza sobre el cuerpo de la mujer y no estoy de acuerdo. Seguiremos reivindicando que se deje de legislar sobre eso, de la misma manera que no se legisla sobre el cuerpo del hombre.
—¿Fue sacar la vulva la mejor forma de protestar?
—No fuimos las únicas. Hubo performances previos en Málaga, el 8 de marzo. En Madrid... aún hoy hay manifestaciones de coños y no solo en España. No tenemos la exclusiva ni se le ocurrió primero a esas compañeras sevillanas.
—Aparte de la denuncia. Sevilla está llena de cofrades, capillitas, católicos... ¿Les han transmitido malestar por la procesión?
—Nadie nos increpó ni nos dijo nada durante el recorrido. En los meses previos a la judicialización tampoco se manifestó ninguna institución civil ni religiosa de Sevilla. Incluso el Ayuntamiento aprobó una moción para que no se nos juzgue. Solo Provida, Hazte Oír y estos abogados de Valladolid convocaron una manifestación en Sevilla a la que no acudió casi nadie, en 2015. Hay que desconocer la Semana Santa de Sevilla para sostener, como decían, que con IU y Podemos íbamos a sacar el Coño Insumiso en procesión otra vez un Jueves Santo. Además, llevar una imagen sobre andas no es algo exclusivo de la Semana Santa, tiene orígenes griegos. En Japón procesiona también un falo gigante. A nivel particular las personas creyentes que conozco me han dado ánimos y apoyo, entre ellas cristianas de base, costaleros, nazarenos y hermanos. No solo no se han sentido ofendidos, sino que comparten nuestra reivindicación.
—A la inversa: ¿Le ofenden con algo los católicos?
—Solo las instituciones que quieren condicionar aún el papel de la mujer en la sociedad y limitarlo a la casa, el marido, el cuidado de los niños y la castidad. Me ofenden porque coartan mi libertad de decisión. Pero pertenezco formalmente a la Iglesia, no he apostatado y no reniego de cuando creía en Dios, aunque haya tenido que desaprender una educación que me limitaba como mujer.
—¿Y la Semana Santa?
—Siempre he defendido la Semana Santa de Sevilla y lo que significa para esta ciudad. Por eso quienes me conocen se sorprenden de mi imputación. «¡Con lo que tú has defendido la Semana Santa a capa y espada!», me dicen. Siempre he respetado las creencias. Otra cosa, repito, son las instituciones que no respetan a los demás.
—¿Volverá a la calle el Coño Insumiso?
—Ya ha vuelto. En los Carnavales del año 15 o 16. Ahora regresa, en imagen censurada, todos los 1º de Mayo, con fotos. El Coño Insumiso original se perdió en el desalojo del centro Endanza.