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Crónicas dominicales

Nadie ayudó a la República, señor Sánchez, ¿qué era la República?

Sánchez estaba en Kiev como presidente de todos los españoles. A título personal, puede decir lo que dijo, pero mejor en privado y a su señora, no como presidente de una nación en la que hay todavía muchos no republicanos y muchos nostálgicos del franquismo

26 feb 2023 / 05:17 h - Actualizado: 26 feb 2023 / 05:17 h.
"Crónicas dominicales"
  • El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski en Kiev. EFE/ Moncloa/Borja Puig De La Bellacasa
    El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski en Kiev. EFE/ Moncloa/Borja Puig De La Bellacasa

Miren, a mí Pedro Sánchez me parece un esnob, un posturita, como les decíamos a los pijos de mis tiempos; un pico de oro que se lleva de calle con facilidad a quien se deje. Claro que a lo peor le tengo envidia por lo guapo que es. Lo voy a decir con claridad: a él, a Podemos y al resto de esa izquierda de la Señorita Pepis, los quiero lo más lejos posible del poder coyuntural político. No confío en el PP porque el PP sigue sin ser la derecha que España necesita, una derecha ilustrada como la que se fue formando en Países Bajos, en Inglaterra o en Francia desde las edades media, moderna y tras las revoluciones industriales del XIX e incluso como la que tenemos en Estados Unidos con orígenes en la Ilustración del siglo XVIII. La derecha española -con excepciones en determinadas zonas del país- aún huele demasiado a naftalina y a esa que se cachondeó del submarino de Isaac Peral para luego enviar a Cuba barcos de madera que fueron barridos por los destructores de EEUU en un santiamén.

La consecuencia es que, al igual que llevo haciendo desde hace bastantes legislaturas, no tengo más remedio que quedarme en mi casa y no ir a votar porque no siento que nadie me represente y la abstención también es una postura democrática, eso al margen de que me asiste el derecho a que no me guste la democracia, si es que no me gustara. La aguanto como mal menor y necesario. Puede que sea un asqueroso elitista, no reniego de ello, pero le echo una mano a quien puedo sin pedirle su carné de identidad.

Dicho ello, cualquiera que haya estudiado Historia comprende lo que afirmó Sánchez cuando en Kiev dijo que “a nosotros no nos ayudó nadie”. Al margen de si debiera haberlo dicho o no, es obvio a lo que se refería y los que se hicieron los longuis en determinados medios lo sabían también o simplemente desinformaban. Comparaba Sánchez a Franco con Putin. A Putin lo acusan de ser un tirano, un genocida, un fascista, un homófobo, y de haber matado a Manolete. ¿No era Franco algo o mucho de todo eso? Sánchez es republicano y, a título personal, puede decir lo que dijo, pero mejor en privado y a su señora, no como presidente de una nación en la que hay todavía muchos no republicanos y muchos nostálgicos del franquismo, algunos de estos últimos se autodenominan liberales para disimular pero en la Historia también hay una máxima a raíz de los hechos: en tiempos de crisis para los segmentos dominantes, los liberales se vuelven conservadores y los conservadores, fascistas. Hay medios de comunicación en España que todos los días nos aleccionan con la democracia y no han pedido perdón -que yo sepa- por haber apoyado a Franco en su momento.

Ya sé que se ha mitificado a la Segunda República y que aquello debió ser muchísimo peor que la jaula de grillos y el patio de odio en que la izquierda en el gobierno ha convertido a España hoy. Ya sé que el PSOE se saltó a la torera el resultado de las elecciones de 1933 -llevadas a cabo con una ley electoral mussoliniana a la que el mismo PSOE apoyó- y apostó por el leninismo, al tiempo que la CEDA hablaba también de destruir la democracia y el parlamento. ¿Todo eso justifica lo que después hizo Franco?

El llamado caudillo ganó la guerra en 1939 y en septiembre de 1975 aún estaba fusilando gente -Franco murió dos meses después- y algún detenido se caía accidentalmente en los años 60 e inicios de los 70 por las ventanas de las instalaciones policiales en las que, se supone, estaba siendo interrogado. En mi barrio de San Vicente se encontraba la comisaría de la Gavidia. Algunos vecinos o quien pasaba por allí podía oír las quejas de los prisioneros políticos que estaban en las celdas de sus sótanos, por allí pasaron amigos y conocidos míos, hombres y mujeres que deseaban expresarse libremente. ¿Era necesaria tanta y tan dura represión durante tantos años?

Nadie, en el mundo democrático, como país, ayudó oficialmente a la Segunda República, enviándole apoyo logístico y de armamento. Sólo la URSS, pero se supone que Stalin no era demócrata. Las Brigadas Internacionales fueron eso, una organización impulsada por el comunismo internacional, sobre todo, no oficialmente por un país democrático. Las democracias miraron para otro lado, no fuera a ser que ganara la República y el comunismo español -o sea Stalin- tomara el poder. Se prefería a Franco antes que a Stalin y es lógico, quien haya estudiado Historia sabe asimismo que la democracia mercantil es una moneda: por una cara ofrece liberalismo y neoliberalismo. Por la otra, fascismo y nazismo. ¿O es que Hitler y Mussolini -que sí ayudaron oficialmente como países a Franco- llegaron al poder por sí solos? ¿Hablamos de los ilustres apellidos norteamericanos, europeos y españoles que los auparon al poder? ¿Acaso no ayudaron a los antepasados republicanos de Sánchez porque las democracias no sabían exactamente quién mandaba en la Segunda República en 1936 o ni siquiera en qué consistía esa Segunda República? ¿Cuántos ejércitos tuvo esa república?

Dicho esto, Sánchez estaba en Kiev como presidente de todos los españoles. Sentimentalmente, recuerdo aquella España en blanco y negro del franquismo con cierta nostalgia. Tuve una infancia feliz, vivían mis padres, mi familia entera, eran trabajadores natos, emigrantes desde Valencia y desde la mísera Sierra Norte de Sevilla -mísera por culpa de Franco- que se marcharon forzosamente a Cataluña, a Alemania, a Suiza, a Sevilla. El bando franquista fusiló a un tío político mío y otro se fue con la División Azul a Rusia.

Es evidente que con Franco nació realmente la clase media española en la que descansa esta democracia y espero que por decirlo los franquitos actuales de “izquierdas” no me digan que estoy alagando al “generalísimo” y me empapelen. Son hechos. Gran parte de la prosperidad española se la debemos a aquellos emigrantes y a sus divisas. Ahora bien, no todos los españoles son republicanos como Sánchez, el único presidente impresentable que hemos tenido desde 1977, año de las primeras elecciones democráticas.

Sin embargo, a la República no la ayudó ninguno de esos países que presumían de demócratas y en 1958 el presidente Eisenhower vino a España desde EEUU y bendijo a Franco. Yo puedo recordar mi niñez y hasta deprimirme por nostalgia cuando veo los primeros capítulos de la serie Cuéntame cómo pasó. Pero ya he crecido, he estudiado, me he reeducado. Y lo siento, aquella época franquista era mentira, un decorado de cartón piedra. La realidad es la actual, más compleja, más quemante, pero es lo que tenemos. Nadie nos ayudó a conocerla antes y bastante hemos hecho para adaptarnos a ella y adelantar en mentalidad a naciones que presumen de demócratas de toda la vida.