No solo de dulces viven las monjas

Subsistencia. Sin abandonar la repostería, muchos conventos buscan nuevos métodos de financiación para mejorar sus ya de por sí exiguos ingresos y poder acometer obras de reforma

Manuel Pérez manpercor2 /
09 dic 2017 / 06:39 h - Actualizado: 09 dic 2017 / 06:39 h.
"Religión","SOS de los conventos"
  • La hospedería es la alternativa a la venta de dulces de muchos conventos. En imagen, un huésped ordena su habitación en Santa Rosalía. / Javier Cuesta
    La hospedería es la alternativa a la venta de dulces de muchos conventos. En imagen, un huésped ordena su habitación en Santa Rosalía. / Javier Cuesta
  • El torno del convento de las Teresas, en el barrio de Santa Cruz. / Manuel Gómez
    El torno del convento de las Teresas, en el barrio de Santa Cruz. / Manuel Gómez
  • La muestra de dulces de convento agotó todas las existencias. / Jesús Barrera
    La muestra de dulces de convento agotó todas las existencias. / Jesús Barrera
  • No solo de dulces viven las monjas

El sol aún no asoma en un horizonte cuya visión se pierde tras tantos edificios y ya suenan maitines por los vetustos pasillos del convento. Las monjas que lo habitan se preparan para iniciar la jornada rezando mientras las calles de la ciudad, aún desiertas, aguardan la rutina del trajín de idas y venidas de gentes inmersas en sus cosas, sin reparar en los siglos que se posan sobre la vieja piedra de aquel cenobio.

El día empieza bien temprano en los conventos de Sevilla, pero las monjas saben que tendrán que hacer piruetas para hacer que la comunidad salga adelante. La secularización de la sociedad ha provocado un fuerte cambio en los hábitos de vida conventuales, lo que conlleva una financiación distinta y más exigua que la de antes. Además, la subsistencia económica se ha hecho más difícil ahora que escasean las vocaciones.

El problema no radica solo en el mantenimiento de una comunidad de mujeres con sus necesidades vitales básicas, sino en la conservación de sus conventos, edificios cargados de historias y de siglos. Y es que los años no pasan en vano, ni siquiera ni para los robustos cimientos de monasterios como los de Santa Inés, San Leandro o Madre de Dios.

Conventos cuyas paredes encerraron, encierran y encerrarán por siempre el secreto de sus leyendas, sus historias y las confidencias de todas las monjas que habitan o habitaron sus claustros. Paredes que también fueron testigos de los sueños de nobles personajes de la historia de España, como Isabel de Castilla, la reina católica, que se hospedaba en el cenobio de Madre de Dios, en la calle San José. La alcoba de la monarca hoy se encuentra en ruinas, apuntalada y con el artesonado de madera desmontado y cogiendo polvo en el suelo de la misma.

DULCES DE CONVENTO

No es fácil –ni barato– restaurar las estancias de estos edificios. Muchas de ellas están en ruinas y la intervención, además de compleja, es costosa. A las monjas se les hace difícil sufragar estos proyectos, máxime cuando el principal sustento de estas comunidades proviene de la venta de dulces.

A parte de rezar, uno de los cometidos de las monjas es el de cocinar dulces y pasteles que luego venden a la calle y así logran sacar un dinero que supone crucial para las arcas de los cenobios sevillanos. La repostería ha sido y es, por antonomasia, la fuente de ingresos de multitud de conventos en Sevilla. No obstante, se trata de un recurso «muy estacional», tal y como afirma Fernando Núñez, hermano mayor de la hermandad de La Antigua. El protagonismo de esta corporación letífica no es baladí, ya que la hermandad de La Antigua posee un carisma muy particular. Su principal cometido es el de «socorrer materialmente a las comunidades religiosas de clausura de cualquier regla», explica su hermano mayor, quien reconoce contar con «escasos recursos materiales» a causa del «reducídisimo número de hermanos» del que dispone.

A pesar de este hándicap, es el propio Cabildo Catedral quien decidió, hace un par de años, impulsar la venta de estos dulces artesanales con la reapertura de El Torno, una espacio que se sitúa en la plaza del Cabildo y está dedicado a la comercialización de estos productos. Una iniciativa que pretende romper la estacionalización de la venta de dulces de convento o, al menos, estabilizar los ingresos aun en meses de baja demanda.

También la Archidiócesis pretende poner su granito de arena con la anual Muestra de Dulces de Convento, que se ha venido celebrando estos días en el Real Alcázar y que ayer echó el cierre un día antes de lo previsto debido a la venta de todos los productos. Según una de las organizadoras, Claudia Hernández, se ha registrado la visita de una media de «5.000 personas diarias».

Asimismo, la hermandad de La Antigua, fiel a sus principios, puso en marcha una campaña durante la Cuaresma de 2017 que involucra a las hermandades de penitencia. El proyecto Endulza tu Papeleta busca conectar cofradías y conventos a través de los dulces. De esta manera, el hermano que saca su papeleta de sitio para participar en el cortejo de su hermandad puede adquirir una caja de dulces de convento por un precio simbólico de cinco euros. Hasta ahora, son 17 las corporaciones que se han animado a participar en el proyecto, si bien Núñez afirma querer implicar a más hermandades con el objetivo de «generar más recursos» que permitan llevar a cabo más actuaciones.

NUEVAS OPORTUNIDADES

«No solo de pan vive el hombre», dijo Jesús. Y no solo de dulces viven las monjas. Por esta razón, muchas comunidades de clausura están ampliando su oferta para poder ingresar un dinero extra que les ayude a los gastos diarios.

El descenso de vocaciones y el espacio que sobra en muchos de esos conventos son los factores que han permitido que la instalación de hospederías sea una de las formas más fáciles de obtener un dinero extra. Un convento pionero en este sentido es el de Madre de Dios, en Carmona, que goza de muy buenas referencias en la plataforma Booking.com. En Sevilla ya es posible hospedarse en el convento de Santa Rosalía, regentado por las monjas capuchinas. Para estas religiosas, los ingresos que provienen del hospedaje de los turistas en sus instalaciones ya superan a lo que sacan con la venta de dulces. La ventaja de alojarse en conventos como el de Santa Rosalía es el precio –oscila entre los 25 y los 50 euros–, la zona –en pleno centro– y el remanso de paz que supone habitar un convento. Estas capuchinas también ponen a disposición de los vecinos plazas de garajes y locales.

Por su parte, el sevillano convento de Madre de Dios también tiene en mente instalar una hospedería en la casa del capellán, que es la zona del inmueble más afectada por el paso del tiempo. Fernando Núñez cree que «por ubicación» el proyecto «funcionaría perfectamente» y aboga por conseguir «un equilibrio entre la vida conventual y esa actividad».

Para ello, un grupo de arquitectos ha lanzado una web con la que financiar el proyecto a través de micromecenazgos –crowdfounding–. No obstante, la iniciativa lleva en marcha 464 días y solo ha conseguido reunir 2.590 euros de los 500.000 necesarios. Núñez no confía en que las técnicas de recogida de dinero como el micromecenazgo sean la solución al problema. «No tiene recorrido suficiente para las enormes cantidades de dinero que se necesita», señala, si bien es cierto que son iniciativas «que ayudan», añade.

Sea como fuere, las nuevas tecnologías ofrecen numerosas oportunidades con las que mejorar los famélicos presupuestos de estos conventos. De esta manera, el mundo digital puede llegar a ser un aliado en la gesta de recuperar el vasto patrimonio que encierran los conventos y que, de no actuar con urgencia, muchos terminarán por lamentar su pérdida.