«No soy una máquina, estudiar cansa»

Las formas de afrontar los exámenes entre los universitarios son las dos de toda la vida: el orden y la constancia o el atracón de última hora

12 feb 2017 / 20:53 h - Actualizado: 12 feb 2017 / 22:00 h.
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  • Carmen, estudiante del doble grado de Traducción, Interpretación y Humanidades en la UPO. / El Correo
    Carmen, estudiante del doble grado de Traducción, Interpretación y Humanidades en la UPO. / El Correo
  • Andrea, que cursa el primer año de Educación Social en la Olavide. / El Correo
    Andrea, que cursa el primer año de Educación Social en la Olavide. / El Correo
  • Antonia estudia Tercero de Ingeniería Civil. / El Correo
    Antonia estudia Tercero de Ingeniería Civil. / El Correo
  • Un clásico de la época de exámenes: las bibliotecas a reventar. / Antonio Acedo
    Un clásico de la época de exámenes: las bibliotecas a reventar. / Antonio Acedo

De entrada, a Isidoro hay que agradecerle la sinceridad: «Yo duermo tranquilamente y nunca voy al día». Tampoco es un desastre con los exámenes, sobre todo este año, cuando ha conseguido estudiar Geografía e Historia en la Universidad de Sevilla. El curso anterior estuvo en Finanzas y contabilidad.

–¿Y cómo te fue?

«El año pasado, en Fico, no hice ni el huevo».

La cosa ha cambiado. «Pienso que cuando estudias lo que quieres, y no es que todas las asignaturas me apasionen, no me cuesta ponerme a estudiar. No soy una máquina, estudiar cansa. Pero no tengo problemas», explica, y esgrime sus dos aprobados –sobre dos notas conocidas– como argumento.

Hay casi tantas formas de plantearse los exámenes como estudiantes. Aunque no es difícil adivinar patrones comunes y nuevas tendencias. Entre las que destaca una: consultar exámenes de cursos anteriores en internet. Entre los modelos, hay dos clásicos: el que lo deja todo para el final y el organizado y perseverante.

Carmen es de las últimas, y cuando mira a su entorno se reconoce diferente: «Yo soy el perro verde. Lo normal es estar todo el día de bares y cuando queda una semana te pones y te das el atracón», cuenta sobre lo que ve a su alrededor. Estudia un doble grado de Traducción e Interpretación y Humanidades en la Universidad Pablo de Olavide, además de colaborar con el Departamento de Historia Antigua, y este curso va en serio. «Me suelo encerrar dos semanas, pero este año me encerré un mes porque estaba cagada. Todo el día, sin salir». El resultado, todas aprobadas, «de notable, aunque en mi clase aprueba todo el mundo», se quita mérito.

Lo que Carmen no sospecha es que hay quien estudia más que ella. «Una vez que pasas Reyes, de nueve a dos y de cuatro a nueve y media, en la biblioteca, pero intensamente». Lo cuenta Antonia, en Tercero de Ingeniería Civil, que cuenta que eligió su grado «consciente de que algún añito más de los cuatro tendría que echar». Hasta ahora, ha hecho cuatro exámenes, dos aprobados y dos sin calificar. Todavía. «Mi carrera es mucha tela», resume. Estudia en la biblioteca pública de Salteras, con amigas. «Están allí tus compañeras y se pasan muy buenos ratos en los descansitos. Por la mañana hacemos uno de media horita. Un ratito de charla...», se excusa en diminutivo.

Piensa que cada carrera tiene su dificultad. «Yo tampoco sería capaz de estudiar cosas de memoria como mis compañeras que hacen Derecho, o didáctica, como las que hacen Magisterio. A la hora de igualar con tiempos y horarios, con los dobles grados de la US sí veo equiparable mi grado».

Resulta que Antonia tiene una prima, Isabel, que también pertenece al club de los aplicados. Cursa Segundo del doble grado en Derecho y ADE en inglés. «Este cuatrimestre he aprobado siete de siete. A la mayoría de la gente una o dos siempre le quedan», se presenta, como quien no quiere la cosa. Su método de estudio no sorprende: «Voy dejando al día los apuntes, y cuando llegan las últimas dos semanas los imprimo, y me calculo dos o tres temas al día». Tiene asignaturas de derecho y otras más prácticas. «Me parece una buena mezcla, aunque no siempre es así: este cuatrimestre tenía seis de derecho», cuenta. Para algunas asignaturas tiene su propia técnica. «Me gusta mucho memorizar en voz alta en mi habitación», cuenta, y para las matemáticas prefiere ir a la biblioteca de Salteras. «En la de mi pueblo no se puede, hay muchos niños», lamenta.

También estudia en la UPO Andrea, en su caso Educación Social. Tarda una hora en llegar en tren, «y normalmente aprovecho para mirar apuntes». Es su primer año, y ha notado que tiene que organizarse ella sola, sin la vigilancia de los profesores de Bachillerato. Estudia en su casa, «en la biblioteca no puedo, porque hay muchísimos alumnos, es imposible porque el del al lado te avisa para una cosa, o si uno se levanta tú te enteras». Sin embargo, «los días preexámenes prefiero ir a clase porque los profesores se centran más en lo que va a caer». Atiende también a las web con exámenes de cursos anteriores, «que ayudan mucho. Y también hay quien paga por tener apuntes de gente que ha sacado sobresaliente». Acaba con una demostración práctica de la eficacia de estos métodos: «El examen que me cayó de Derechos Humanos era una recopilación de otros anteriores».

Para el final se ha quedado Edu, que estudia Tercero de Relaciones Laborales y Recursos Humanos y que asume que su sistema no es el mejor. «Me considero de los que se pegan el último atracón. Aunque está claro que ese atracón te juega malas pasadas. A veces no es suficiente, depende mucho de la suerte». ¿La suerte? «Te dan cuatro meses de libertad y uno o dos encerrado. No te da tiempo, y tienes que elegir temas: ése es el factor suerte». Aunque hay método en sus descartes: «Hombre, te fijas en cosas importantes que dice el profesor, hay pistas en internet, donde tienes a mano exámenes de años anteriores».

Edu sabe que asume sus riesgos. «Te buscas las habichuelas para no estudiar todo. Siempre buscas algo que sabes, o que pretendes que no va a entrar. Siempre buscas minimizar», reitera, y se justifica apelando a los amigos: «Es lo que hablo con ellos. No tenemos en la cabeza la prioridad de estudiar. Piensas en la ley del mínimo esfuerzo. El lunes ya piensas en que el viernes vas a salir».