Son y están

«Para avanzar más en la integración de los discapacitados hay que superar el paternalismo»

Fundadora y directora de Danza Mobile y del Festival Escena Mobile. Con su labor desde hace un cuarto de siglo en Sevilla está impulsando a personas con discapacidad intelectual a desarrollarse e integrarse tanto con la danza que alcanzan la condición de profesionales contratados para bailar por compañías de otros países.

Juan Luis Pavón juanluispavon1 /
17 feb 2019 / 10:22 h - Actualizado: 17 feb 2019 / 10:27 h.
"Son y están"
  • Esmeralda Valderrama en un momento de la entrevista. Foto: Jesús Barrera.
    Esmeralda Valderrama en un momento de la entrevista. Foto: Jesús Barrera.

La película 'Campeones', de Javier Fesser, ha logrado extender en España el conocimiento y la reflexión sobre las capacidades de muchas personas de las que se suele desconocer su potencial y su imaginario. Desde Sevilla, Esmeralda Valderrama, nacida en Madrid hace 60 años, es uno de los pilares que, desde 1995, hace realidad ese sueño de empoderamiento y ese derecho a la inclusión. Y lo está consiguiendo debajo de un puente. La sede de Danza Mobile, su compañía, su escuela de danza y su centro de creación artística, está en los bajos del Puente del Cristo de la Expiración. Literalmente se han convertido en los cimientos de una iniciativa cultural y social que contribuye al desarrollo integral de las personas con discapacidad intelectual. Literalmente son un puente que mejora su calidad de vida y les facilita un horizonte de oportunidades. Como las que propicia desde Sevilla el festival internacional Escena Mobile, cuya XIII edición se celebrará este año del 26 al 28 de abril.

¿La danza le viene de cuna?

Mis padres nada tenían que ver con las profesiones artísticas, pero vieron que desde muy niña me encanta bailar, y ya con cinco años de edad empezaron a llevarme al Círculo de Bellas Artes para aprender ballet. Estuve formándome hasta los 16 años compaginándolo con el colegio. Al terminar el periodo escolar, como en aquella España lo de bailar no parecía cosa seria, era obligado hacer una carrera universitaria de las 'formales'. Y así fui empezando y dejando carreras y estudios. Medicina fue la primera que inicié y abandoné. Porque yo seguía bailando, a veces profesionalmente, era lo que me gustaba.

¿En qué estilo se desenvolvía mejor?

En la danza contemporánea, pero en aquella época imperaba aún tener un determinado físico, ni muy alta, ni muy baja, ni muy gorda, ni muy flaca, para que pudieras estar en compañías. Era algo que no entendía porque siempre pensé que la danza era un ámbito en el que si tú tenías cosas que decir, y sabías decirlas, tenías todo el derecho del mundo a estar en un escenario, y daba igual el físico que tuvieras.

¿En la diversidad se sintió realizada?

Me fascinaba la diversidad. Siempre pensaba que diferentes cuerpos con diferentes energías podían enriquecer muchísimo el hecho escénico. Y un coreógrafo amigo mío me llevó a que descubriera en Madrid la Fundación Psicoballet Maite León, y cómo trabajaba la danza con personas con discapacidad intelectual. Allí me quedé. Años después, intenté abrir en Sevilla una delegación. No se pudo poner en pie. Y decidí aventurarme por mi cuenta. En 1995 fundé Danza Mobile con el psicólogo Fernando Coronado, y seguimos juntos impulsando este proyecto de discapacidad, arte, participación social e inserción laboral.

¿Hubo receptividad en Sevilla a su propuesta?

Costó muchísimo. El punto de partida para estrechar lazos fueron las asociaciones con las que había contactado cuando el plan era crear la delegación de ese psicoballet. La gran dificultad estaba en que no se veía la necesidad. Las personas con discapacidad intelectual, en aquel momento, tenían ya atención temprana, logopedia, terapias... Y se suponía que la danza no era necesaria. Lo más hermoso es comprobar que la mayoría de los que empezaron con nosotros, continúan con nosotros. Y siempre dicen que somos una familia.

¿Las familias con hijos discapacitados eran escépticas a su propuesta?

Al principio, chocaba. Pero los padres de personas con discapacidad intentan lo que sea, como sea, para mejorar la vida de sus hijos. Ellos pueden no creer o no saber hasta qué punto eso puede ser beneficioso o no. Pero lo intentan. Y el boca a boca ha funcionado mucho. Padres que recomiendan a otros padres ir a buscarnos.

¿Y en las administraciones públicas?

Íbamos a Cultura y no nos veían como un agente cultural, decían: “Es que trabajas con personas con discapacidad”. Ibamos a Bienestar Social y nos veían al contrario: “Sois una compañía de danza”. Fuimos a Educación para proponer que interviniéramos con una aula de integración en el conservatorio y nos decían que el proyecto les encantaba pero no había presupuesto para ello. Por eso siempre digo que los apoyos institucionales que tenemos no son fruto de la Administración Pública en su conjunto, sino de, a fuerza de insistir y buscar, haber encontrado a personas que sí les ha interesado el proyecto y han creído en su potencial. Y la primera que nos respaldó muy bien fue Isaías Pérez Saldaña como consejero de Bienestar Social de la Junta de Andalucía.

¿Dónde estuvo su primera sede?

Empezamos alquilando dos días a la semana un local muy pequeño, de 4 por 4 metros, en Los Remedios, era una academia de flamenco. Después, la Delegación Municipal de Participación Ciudadana nos permitió usar en Triana una sala algo mayor junto a la Nave del Paraguas, en la antigua Hispano Aviación, que compartíamos con otras asociaciones. Y tuvimos la grandísima suerte de la cesión por la Gerencia de Urbanismo del espacio donde hemos creado nuestra sede. En estos bajos del Puente del Cachorro, tabicaron y a nosotros nos correspondía hacer la obra. Un premio que recibimos nos ayudó a afrontar ese reto.

¿Cómo han articulado un centro de creación coreográfica?

Es imprescindible que todos los profesores y profesionales procedan del mundo del arte. Para poder transmitir tanto sus conocimientos como su pasión. Agradezco mucho la implicación, como profesores, de Guadalupe Osuna, Victoria Ampliato, Juan Carlos Moreno,... Y a tantos coreógrafos que involucramos. Están acostumbrados a trabajar con personas distintas, y eligen entre nuestros alumnos a varios, tras verles en acción, y en la interacción para montar un espectáculo hay mucha verdad, mucha generosidad para tener en cuenta sus propuestas y para crear los movimientos.

¿Cómo fue la primera actuación en público?

En Sevilla, en la antigua sala Dadá. Fue muy emocionante y gratificante. Eran coreografías muy simples. Con ellas no se podía aún hacer ver que era posible alcanzar la condición de profesionales. Pero era necesario que muchas personas comprobaran que realmente tenía sentido dar la oportunidad a que cualquiera pueda estudiar y practicar lo que le guste. Y si quieren hacer danza, también. Y si valen y pueden hacerlo, además de desarrollarse como personas, además de sacar su talento, gracias a la formación continua ¿por qué no van a ser profesionales de las artes escénicas? Pues claro que sí.

Hoy en día, ¿cuántas personas conforman la 'familia' de Danza Mobile?

Hay 29 alumnos en el centro ocupacional. Y casi 100 en la escuela de danza, desde niños de tres años hasta personas muy mayores. Más todos los profesores, las personas allegadas, los estudiantes de prácticas que llegan desde Alemania, Polonia, Italia, Brasil, México,... Es una familia muy grande.

¿También tienen alumnos procedentes de otros municipios?

Sí. Para eso nuestra ubicación es muy buena, al lado de la estación de autobuses de Plaza de Armas. Llegan alumnos desde pueblos cercanos como Camas y Tomares, o más lejos como Castilblanco y Osuna. Así también se materializa su capacidad para desplazarse autónomamente. Porque los alumnos del centro ocupacional vienen todos los días de lunes a viernes, empezamos a las nueve de la mañana y acabamos a las dos menos cuarto del mediodía. Y también damos más formación de danza dos tardes a la semana.

¿Alguna iniciativa que hayan vertebrado de común acuerdo con los padres?

La mejor lleva cinco años en funcionamiento, y va de maravilla. Trece familias impulsaron que existiera un piso tutelado. Alquilaron un piso en Triana y los 13 alumnos se turnan en grupos de cuatro o cinco para estar una semana entera y convivir entre ellos, sin ser ninguno el 'rey de la casa', y gestionando sus quehaceres, su actividad en nuestro centro, su tiempo de ocio. Residen en el piso con un profesor de nuestro centro, así se mantienen las mismas dinámicas de integración.

¿Cuáles son las principales vías de ingresos de Danza Mobile?

El centro ocupacional funciona por plazas concertadas con la Junta de Andalucía. Si además alguien entra con plaza no concertada, paga lo que está estipulado por parte de la Junta. En la escuela de danza, la mensualidad ronda los 70 euros. Con el Ayuntamiento de Sevilla y la Diputación Provincial tenemos varias colaboraciones. La Caixa también colabora con nosotros. Hemos tenido patrocinadores como la ONCE. Y nuestra compañía profesional está metida en los circuitos normalizados de teatro y danza. Actuamos mucho fuera de Sevilla. A quien no nos conozca, les garantizo que nos cuesta la misma vida disponer con nosotros de tantos profesores y profesionales de diversas especialidades.

Con lo difícil que es sostener un centro permanente de formación y creación, ¿cómo se les ocurrió poner además en marcha un festival?

En el año 2000, Fernando Coronado y yo pensamos que era muy necesario unir en Sevilla a compañías e intérpretes de diversos países, para conocerse y verse. Abrir ese camino era bueno para estrechar lazos y para estar delante de público, de programadores, de profesionales de artes escénicas... Fue un gran éxito artístico, de público, de periodistas... Pero económicamente fue una ruina para nosotros. Una deuda de cinco millones de pesetas. Tuvimos que abrir una póliza para afrontarla con nuestra casa.

¿Cómo han continuado organizándolo?

Nombraron al dramaturgo Antonio Álamo director del Teatro Lope de Vega. Él nos conocía y me llamó para decirnos que quería incluir el certamen dentro de la programación. Fue pionero en Europa, nadie entonces incluía en un teatro de este tipo a compañías con personas que tienen algún tipo de diversidad. Ese paso fue fundamental para el desarrollo del festival Escena Mobile. Y aunque con la crisis económica se ha reducido mucho el respaldo económico del ICAS – Ayuntamiento de Sevilla, nosotros seguimos sacándolo adelante.

En la próxima edición, del 26 al 28 de abril en el Teatro Alameda, veo en la programación que en el certamen coreográfico participan seis compañías españolas y cuatro extranjeras, de países tan lejanos como Corea, Uruguay, Cuba y Chile.

El formato de certamen coreográfico nos ha permitido sacarlo adelante. Compañías que tienen al menos un intérprete con discapacidad y actúan con coreografías de entre 10 y 15 minutos. Se les paga parte del viaje, se les paga el alojamiento y las dietas. Todos cenamos juntos. Y se está logrando la conexión y el intercambio que pretendíamos. Hay compañías de un país que contratan a bailarines de otro país para participar en un nuevo espectáculo, hay acuerdos de colaboración...

Ponga un ejemplo.

La coreógrafa suiza Anna Röthlisberger nos descubrió cuando actuamos en Ginebra y vino a Sevilla, eligió a tres de nuestros intérpretes y planteó una coproducción, 'Pez y pescado', entre la BewegGrund de Berna y Danza Mobile. Fue maravilloso para nuestro equipo, imagine lo que les enriqueció la experiencia de vivir en esa ciudad suiza. Y en la actualidad Raúl Márquez y Helliot Baeza están trabajando con la compañía Hijinz en el espectáculo 'Into the Light', que incorpora un elenco internacional de artistas con y sin discapacidad, que acaba de estrenarse en Cardiff y va a estar dos meses de gira por el Reino Unido.

¿En los ámbitos culturales de su entorno se tiene conciencia de que ustedes son referencia internacional?

Soy la primera que ni me lo creo. ¡Estoy tan inmersa en el día a día de nuestro trabajo! En ese día a día es donde tengo más satisfacción. El reconocimiento que más ilusión me ha hecho es el premio que Escenarios de Sevilla le ha dado el pasado mes de noviembre a Helliot Baeza como mejor intérprete masculino de danza en los galardones 2018. Eso ha sido un paso muy importante. Que los profesionales lo nominen y, de entre los candidatos seleccionados, lo voten.

Háblenos de él.

Lleva muchos años con nosotros, y su progresión es impresionante. Por eso el coreógrafo Antonio Quiles, que es profesor nuestro, y que tan bien le conoce, creó un espectáculo de danza, teatro y performance en el que es su único intérprete. 'Helliot, solo de danza contemporánea para públicos diversos', se basa en un recorrido inspirado en su vida, en sus inquietudes y pasiones. Y es capaz de llenar el escenario durante 55 minutos.

Danza Mobile ha recibido la Medalla de la Ciudad de Sevilla. ¿Los logros en el desarrollo e integración están marcando tendencia para las entidades sociales más vinculadas a la discapacidad?

Sí. Hay un trabajo muy grande que seguir haciendo, para poder avanzar más: cambiar la imagen de las personas con discapacidad intelectual. Entender que todos somos diferentes y que la diversidad enriquece y hay que respetarla. Nosotros tenemos un listón más alto que superar. De la persona con discapacidad intelectual que pinta un cuadro, lo que se ve es es el cuadro que se exhibe. Y se analiza solo la pintura. Si creas música, tres cuartos de lo mismo cuando escuchas la grabación. Pero si eres bailarín y actor, te estás exponiendo. Se ve quién eres y cómo eres.

¿Qué le gustaría cambiar?

Que se les mire con paternalismo, esas expresiones del tipo '¡Ay, mira, qué cariñosos!”, “¡Mira qué arte tienen!...'. Me repatea. Incluso cuando lo hacen algunos padres. Ya se ha aceptado que las personas con discapacidad intelectual puedan hacer actividades y ser creativos. Pero mientras no se les dignifique como personas, difícilmente se objetivarán nuevos logros. Y eso pasa por aceptar que una persona con síndrome de Down también puede ser antipática. Con la misma normalidad que eso existe entre otras personas. Todavía queda mucho para normalizar esa visión.

¿Ha habido personas de su escuela y de su compañía que hayan expresado en público algo parecido al actor invidente Jesús Vidal cuando recibó el Goya por su papel en 'Campeones' y emocionó a toda España?

No. Han dado públicamente las gracias a sus coreógrafos y profesores. La mayor emoción la hemos sentido cuando reivindican que le dan la misma importancia a bailar en nuestras aulas que en el Teatro de la Maestranza. Es bailar lo que más valoran. La satisfacción del trabajo bien hecho. Y suscribo totalmente la importancia que dio Jesús Vidal a unir tres objetivos: diversidad, inclusión, visibilidad.

Como ciudadana de Sevilla, ¿cuál es su perspectiva sobre la evolución de la sociedad sevillana?

Ha cambiado mucho y para bien desde que estuve por vez primera, en los años setenta del siglo pasado. Más tiene que cambiar. Para abrir más la mente. Me siento muy bien viviendo en Triana. Yo nací en Madrid al lado de Lavapiés, y desde pequeña me encanta la vida de barrio.