Pero qué bien suena esto

La banda sonora de la Cabalgata de Sevilla la distingue de cualquier otra. Bandas, marchas propias y buenas adaptaciones caracterizaron ayer al festivo cortejo

05 ene 2017 / 22:49 h - Actualizado: 05 ene 2017 / 23:52 h.
"Música","Cabalgata de los Reyes Magos","Ateneo de Sevilla","La magia recorre las calles de Sevilla"
  • Pero qué bien suena esto
  • Cada uno de los Reyes Magos fue prologado ayer –como cada 5 de enero– por una banda de cornetas y tambores que se preocupó de marcar una identidad musical propia a las carrozas regias. / Jesús Barrera
    Cada uno de los Reyes Magos fue prologado ayer –como cada 5 de enero– por una banda de cornetas y tambores que se preocupó de marcar una identidad musical propia a las carrozas regias. / Jesús Barrera

No es por presumir, pero la Cabalgata de Reyes Magos suena distinta a cualquier otra. La música es otro de sus signos más reconocibles. Es así y cualquiera que haya podido comparar con la de otras grandes ciudades seguramente habrá fácilmente reparado en que nuestra banda sonora es muy diferente. Si en Madrid, Valencia o Barcelona son las canciones populares del momento adaptadas a ritmo de charanga las que acompañan, la del Ateneo de Sevilla se caracteriza por poner en valor su patrimonio musical. 100 años dan para mucho, también para que cada Rey Mago tenga sus propias marchas, como Baltasar que ya tiene ocho. Ayer, la Banda de Nuestro Padre Jesús de la Salud, Los Gitanos, que acompañaba al rey más popular la hizo sonar en varias ocasiones. Música nueva para el cortejo eterno.

Ni música enlatada, ni altavoces vocingleros; durante todo el recorrido un puñado de selectas bandas puntearon el paso de la Cabalgata, animando cuando correspondía el trote de los beduinos o poniendo una nota épica cuando algún Rey Mago se acercaba. La mayoría de las bandas vienen gratis a tocar, y ni un año solo se ha puesto en duda la continuidad de este gesto filantrópico. Para una pareja de turistas ingleses, la Cabalgata de los Three Kings era «un gran concierto», decían. Y para la inmensa mayoría de los sevillanos que rodeaban a los visitantes era, simplemente, su tarde de Reyes, como todos los años. O puede que aun mejor.

Porque la de ayer fue la Cabalgata del Centenario y esa efeméride se tenía que notar de forma especial. Por eso escuchamos, por vez primera vez, el Himno (oficial) de la Cabalgata, que ha compuesto para esta edición el compositor sevillano Manuel Marvizón. La noche mágica de Sevilla era su título; una composición que pasa a formar parte de una banda sonora constante en la que no faltaron tampoco clásicos del acervo popular; desde unas muy entonadas versiones del Adeste fideles en clave instrumental hasta reinterpretaciones del Hola Don Pepito, hola Don José. Es así, a pie de calle, como también se crea afición musical. Porque no solo en los teatros se cultiva a las musas. Que se lo digan si no a los valencianos, en donde las innumerables bandas motivan a los niños a entrar en tropel en los conservatorios. «¿Es muy difícil tocar la trompeta?», preguntó Cayetano, de 7 años, a una joven solista de la Agrupación Musical Virgen de los Reyes que acompañaba a la Estrella de la Ilusión. «No mucho pero hay que practicar», le contestó. Y ahí ya, inmediatamente, el pequeño chaval se volvió para pedir a sus padres una trompeta... y unas clases para poner el instrumento a sonar razonablemente bien.

El Rey Melchor llegó de forma muy señorial. Tenía que notarse que era el primero, ¡el primer rey! Por eso quizás la banda de Cornetas y Tambores Pasión de Cristo apostó por un buen número de páginas musicales navideñas. También hubo fiesta, claro, pero su tono fue más mágico que humorístico.

Ver pasar a la Cabalgata incrementa las ganas de Semana Santa. Es un hecho probado; de un lado es la primera bulla del año y ya se sabe lo que al sevillano le gusta una; de otra, hay bandas, muchas, tambores, bombos, tubas... todos los perejiles. «¿Qué banda acompaña a Gaspar? ¿Y a Baltasar?», preguntaba uno a quien hojeaba en ese momento la guía que El Correo de Andalucía editó para la ocasión. Porque un programa de mano también es objeto de veneración del sevillano: «Ahora viene la del Arca de Noé, luego La fábrica de Chuches y un poco más tarde la de Gaspar», pormenorizaba un papá a su retoño. Y en un rato que se pasó en un suspiro, la banda de Cornetas y Tambores Sagrada Columna y Azotes alcanzaba la Basílica de la Macarena empeñándose en que el de la barba blanca no fuera eclipsado por el primero, Melchor, y por el último, el siempre carismático Baltasar. «Es muy emotivo, muy emocionante, tocar en la Cabalgata porque la música suena con mucha fuerza, todo es muy relajado y... ya queda menos para el Domingo de Ramos», relató a este periódico Jose.

«Nosotros venimos todos los años del Pedroso porque a los pequeños les gusta oír las bandas» (...) «La música es la salsa de esta Cabalgata, es lo que la hace única, que se escucha música pero con clase» (...) «Mi hijo quiere que lo apunte al Conservatorio cuando tenga ocho años y desde pequeño empezó a aficionarse gracias a ver las bandas del cortejo»... La lista de declaraciones es todavía más larga. Nadie puede dudar que la música importa. Reyes Magos, regalos, caramelos, beduinos... sí, pero en silencio o con una mala banda sonora las cosas no serían como son. Y esta no sería la Cabalgata de Reyes Magos de Sevilla. Que la organice y la custodie el Ateneo ha de tener algo que ver. Una institución cultural con más de un siglo a sus espaldas tenía que dar un barniz especial a la fiesta. Y consigue que este resalte. Los Reyes Magos en sus carrozas transitan Híspalis con más garbo. Gracias a la música.