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El mobiliario y las infraestructuras del parque están afectadas por la botellona. / Fotos: José Luis Montero -
Denuncian que las puertas quedan abiertas dando vía libre al vandalismo.
Hace 18 años fue inaugurado por la entonces alcaldesa Soledad Becerril (PP), hace tres fue objeto de denuncia vecinal por ser «un foco de ratas» con nidos en las pérgolas, y desde hace meses se ha convertido en un punto conflictivo que perturba la tranquilidad de los residentes. El parque de Felipe II es tomado diariamente por grupos de jóvenes que, según relato de los vecinos, se sientan en los bancos «a fumar y beber», impidiendo que este espacio verde de 6.452 metros de superficie cumpla su función originaria de lugar de esparcimiento y convivencia ciudadana.
«Este es un parque para los gamberros y los perros», señala un grupo de vecinos que viven cerca de este espacio verde. Dichos habitantes aseguran además que los fines de semana la estampa empeora por momentos, derivando en actitudes y comportamientos incívicos que terminan afectando al mobiliario y a las infraestructuras de los jardines. «Ahí hacen botellonas, se ponen a beber y forman un jaleo, que en más de una ocasión hemos tenido que llamar a la Policía. Vienen, pero en cuanto se marchan los agentes, volvemos a tener el mismo problema», describen mientras lamentan que los niños no pueden hacer uso de los juegos infantiles que hay en un lateral del parque. «Este mal ambiente que se ha creado y encima las cacas de los perros, lo hacen una zona intransitable», subrayan los vecinos, que recuerdan que de manera reiterada han ido advirtiendo de este problema a los políticos que han visitado la barriada.
Por su parte, la asociación de vecinos Comunidad General Barriada Felipe II-3ª Fase reclama al Ayuntamiento más vigilancia: «Es una pena que un parque, que está bien cuidado, no sea disfrutado por los vecinos de la barriada», ha explicado la presidenta vecinal, María del Carmen Tejada, quien añade que vecinos de los bloques próximos al parque han alertado de que más de una vez «se quedan abiertas las puertas de los jardines», dando vía libre al vandalismo. Por este motivo, insisten en que es necesario aumentar la presencia policial, por ejemplo, a través de la figura de la Policía de barrio en la que, al parecer, está trabajando el gobierno de Espadas.
Una reivindicación a la que se suman otras, como las presentadas la semana pasada por la entidad vecinal en la junta municipal del distrito. Entre ellas se encuentra una actuación urgente de poda en el arbolado de la barriada. «Hace diez años que llevo presentando escritos al distrito y nada. Ahora, cuando cobremos, voy a poner una mosquitera en las ventanas, porque se me llena la casa de polillas y palomitas», cuenta una vecina que tiene las ramas de los naranjos literalmente metidas en el salón de la casa.
A este respecto, la asociación recuerda que hace tres meses se podaron los árboles de la plaza central, que «eran un peligro». Ahora el distrito ha aprobado actuar en el resto de calles, donde, según indican los vecinos, hay algunos ejemplares «enfermos» que requieren de «tratamiento».