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Manuel Alvarez Ortega, tras trabajar en empresas como Telvent y Accenture, fundó en solitario en 2017 la empresa WoodSwallow, especializada en dispositivos para la gestión inteligente de la energía, como los contadores de luz en hogares.
«Quiten trabas para emprender y no den alas a los que solo emprenden para dar el pelotazo»
Manuel Álvarez Ortega. Fundador y CEO de WoodSwallow. Tras 11 años de trayectoria profesional y actividad en muchos países, en 2017 decidió crear su propia empresa, especializada en innovación tecnológica aplicada a la gestión eficiente del consumo energético mediante contadores inteligentes en los hogares y conectados a coches eléctricos. Empezó en solitario y ya son 60 en nómina. Millones de habitantes del Reino Unido y de otros países usan lo que desarrollan desde Sevilla.
A sus 40 años, por experiencia propia sabe que el mundo cada vez más es un binomio de presencia física y digital. Manuel Alvarez Ortega ha sido capaz en pocos años de desarrollar desde Londres una empresa tecnológica cuya plantilla está casi en su totalidad en Sevilla, su ciudad natal, y donde le hace especial ilusión generar innovación y prosperidad. Son muchos los viajes de ida y vuelta entre la capital británica y la andaluza. Y constante la intercomunicación con su equipo y con sus clientes. El fundador de WoodSwallow, que ha logrado en el Reino Unido sus primeros grandes clientes, y que hace seis meses se casó con una londinense cuyas familias paterna y materna son de origen hindú y polaco, mezcolanza propia de una metrópolis de infinitas interconexiones, es el ejemplo de emprendedor serio y discreto que no tiene nada que ver con los formatos espectacularizantes del emprendimiento. Dio el paso con 35 años, tras 11 trabajando en empresas competitivas e internacionalizadas. Y su amplio bagaje en ingeniería electrónica y en gestión eficiente de los consumos energéticos son la especialización que catapulta el formidable crecimiento de una empresa que fundó con sus ahorros, que en un lustro ha pasado de 1 a 60 trabajadores, y que en 2025 quiere situar en 120. Para lo que ha puesto en marcha con la Universidad de Sevilla un acuerdo de formación y fomento del talento en un ámbito donde falta personal preparado.
¿Cuáles son sus raíces biográficas?
Mi familia es originaria de Gerena (Sevilla). Yo nací en Sevilla. Mi padre ha trabajado como cirujano cardiovascular para niños y mi madre como profesora de biología tanto en institutos como en la universidad. Soy el segundo de los tres hijos, los tres somos varones. Mi hermano mayor, Miguel, es profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad de Sevilla, y Carlos es cardiólogo pero no se ha dedicado a la cirugía como nuestro padre, que es una persona muy alta y le tuvieron que operar cinco veces de la espalda por los problemas que fue acumulando en su trabajo en quirófano en operaciones de mucha tensión y de muchas horas sin descanso. Como él trabajaba en el Hospital Virgen del Rocío, decidieron vivir al lado, en Bami, ese fue mi barrio de infancia. Cuando yo tenía 12 años de edad nos mudamos al Prado de San Sebastián, donde siguen residiendo. De niño empecé en el Colegio La Raza, después estuve en el Colegio San Alberto Magno, y los años de bachillerato los cursé en el Colegio San Francisco de Paula.
¿Qué le decantó en su adolescencia hacia la tecnología digital?
Desde niño me gustaban la ciencia, las matemáticas, la física, y jugueteaba mucho con el ordenador que mis padres nos compraron. Elegí hacer carrera en ingeniería de telecomunicaciones porque me atraía sobre todo aplicar los conocimientos, además hace 20 años estábamos en pleno 'boom' de la informática.
¿Tenía vocación de empresario?
Es una ambición que siempre he tenido. A la vez soy una persona cauta. Me planteé coger experiencia profesional trabajando para empresas, y ya llegaría el momento de crear algo propio y aportar valor a la sociedad. Estuve trabajando cinco años en Telvent, que ahora es de Schneider Electric pero entonces era parte importante del grupo empresarial Abengoa. Hice un parón para aprender más sobre la gestión de empresas y conseguí una beca Talentia de la Junta de Andalucía para cursar un máster muy bueno de administración de empresas que se estudiaba entre Hong Kong y Nueva York. Una gran experiencia que me ratificó en la conveniencia de no emprender a partir de cero sino cuando ya se han adquirido muchos conocimientos, muchas vivencias, conocer mundo y tener una amplia red profesional y social de contactos para abrirse camino en busca de clientes.
Destaque algunas de esas experiencias.
Algunos de los cometidos principales que hice en Telvent entre 2006 y 2011 fueron en Suecia y en Finlandia, donde habían ganado contratos relacionados con contadores inteligentes, la función era sobre todo de empresa externalizada que lo integraba todo para grandes empresas eléctricas escandinavas. Nos encargábamos de la compra de dispositivos, la instalación en los hogares, y los sistemas en remoto para la gestión del servicio. Años después, como en España seguía siendo complicada la situación económica tras la crisis financiera y no conseguía un buen empleo, me fui a Londres para trabajar en una gran multinacional de la consultoría tecnológica como es Accenture. Y fue entonces cuando vi que en el Reino Unido había un nicho de mercado donde yo podía añadir valor, y ya tenía suficiente experiencia en ingeniería y en relaciones con empresas.
¿Qué le comentaban familiares, amistades y compañeros cuando en 2017 les dijo que iba a dejar ese empleo para montar su empresa?
Me han dicho mil veces que estoy loco, que cómo se me ocurría dejar un buen trabajo y un buen salario para empezar como autónomo en Londres. Ahora, con lo bueno que está siendo el desarrollo de WoodSwallow, todos me comentan que acerté. Y he mantenido el criterio de la formación continua, porque el mundo evoluciona muy rápido. En 2019 hice un máster de política y economía en la London School of Economics, y en 2022 he dedicado dos semanas en verano a un curso ejecutivo de la Universidad de Stanford sobre la gestión del crecimiento de una empresa.
¿Cuánto dinero destinó a poner en marcha su empresa?
Empecé con 60.000 euros de mis ahorros.
¿Por qué le puso de nombre WoodSwallow, que significa golondrina del bosque?
Por entonces ya había vivido en ocho países. Y recordaba de mis clases de literatura el poema de Gustavo Adolfo Bécquer de 'volverán las oscuras golondrinas...'. Era un momento de reflexión sobre mi vida, daba muchas vueltas por el mundo, siempre regresaba a Sevilla. La golondrina era para mí un símbolo de migración. Y le puse a la empresa el nombre de golondrina en inglés porque nuestro mercado más probable eran países de habla inglesa como Reino Unido.
¿Desde su fundación compaginó dirigirla desde Londres y desarrollarla desde Sevilla?
Sí. Al principio empecé en solitario y cuando ya fue necesario incorporar a varias personas, comencé con seis vinculadas al Departamento de Ingeniería Electrónica en la Universidad de Sevilla. No las tenía todas consigo porque aún no existía como ahora el hábito de las videoconferencias para el día a día en el trabajo.
¿Cuál es actualmente su principal producto o servicio?
Estamos creciendo muy bien, y ya somos 60 profesionales en plantilla, casi todos ingenieros, dedicados a la consultoría tecnológica y a proyectos de investigación e innovación en sectores y mercados donde ya tenía contactos, y estamos demostrando que somos competitivos y beneficiamos a las empresas que se interesan por lo que aportamos a la mejora de sus actividades. Hasta ahora, sobre todo con nuestra ingeniería para sus contadores inteligentes en millones de hogares del Reino Unido, y paulatinamente en otros países donde se introducen dentro y fuera de Europa. Hay multinacionales para las que trabajamos, y no puedo nombrar por confidencialidad, que han empezado a confiar en grupos de ingenieros externos para la conformación o perfeccionamiento de sus productos electrónicos. Igual que sucedió hace décadas en el sector informática con la externalización para el desarrollo de software.
La plantilla de la empresa sevillana WoodSwallow, con Manuel Alvarez Ortega, junto a la puerta del edificio donde tienen su sede, en el Parque Tecnológico Cartuja. La mayor parte del equipo procede de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial, donde él estudió.
¿Quién es su mayor cliente?
La empresa australiana EDMI. Es una compañía fuerte, se está expandiendo por Europa y somos un socio tecnológico prioritario. Por eso han abierto sede en Sevilla, en el mismo edificio donde tenemos la nuestra en el Parque Tecnológico Cartuja. Es una estupenda alianza para trabajar juntos a diario. Me motiva que nuestra actividad haya logrado atraer a Sevilla a una multinacional extranjera.
¿Qué producto le gustaría comercializar con marca propia?
Tenemos desarrollado un modelo de cargador inteligente de coche eléctrico que interactúa con el contador del hogar y eso permite que la comercializadora de energía ofrezca servicios y productos ligados a la tarifa doméstica y a las circunstancias variables como las que se sufren hoy en día con fuertes subidas de precios por escasez de suministro o sobrecostes estructurales en su adquisición. Aún no lo hemos sacado al mercado porque una de las claves que he aprendido al crear una empresa basada en recursos propios es buscar al máximo la eficiencia en la operativa y tener un modelo de negocio con márgenes de rentabilidad desde el inicio. No me identifico con crecer rápido mediante la acumulación de pérdidas.
¿Qué innovación ya validada recomienda implantar para la gestión inteligente del consumo energético?
Que en países como España los contadores de energía eléctrica tengan una pantalla donde, como en el cuadro de mandos de los coches cuando se pisa el acelerador y se ve a qué velocidad se circula, se aprecie en tiempo real la cantidad de energía que se consume y lo que cuesta, cuando se pone el aire acondicionado a mayor o menor intensidad, por citar un ejemplo. Cuando la población esté educada en correlacionar lo que se hace y lo que cuesta, se optimizará muchísimo el consumo de energía.
¿Llegará eso pronto con el mayor uso de coches eléctricos?
Es muy importante enseñar a la población a entender cómo funcionan las tarifas. Por ejemplo, hoy en día, que comienzan a comprarse más coches eléctricos, la mayoría de la gente no sabe que si recarga la batería del vehículo con uno de los dispositivos que se instalan para ello en las viviendas, le cuesta cuatro o cinco veces menos que si lo hace en una estación de recarga pública. Para que te resulte más económico y no solo más ecológico, hay que tener ese tipo de información que ayuda a educar a la ciudadanía.
Para un crecimiento tan rápido de su plantilla en Sevilla, ¿encuentra con facilidad profesionales disponibles que tengan cualificación y experiencia?
Está siendo muy dificultoso. Porque nuestro nicho tecnológico es muy especializado, tanto en la parte de hardware del diseño de dispositivos electrónicos como en el software que lleva dentro, llamado software embebido. A eso se dedica mucha menos gente en España. Por eso es fundamental nuestra vinculación con la Universidad de Sevilla, y recientemente hemos puesto en marcha una Cátedra del Internet de las Cosas (IoT), para contribuir a la formación en estos ámbitos. Es una estrategia a medio y largo plazo en la que todos salimos ganando. Antes de eso, cada año hemos concedido becas e incorporado a la plantilla a 10 estudiantes de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial, y casi todos se han quedado. Pero necesitamos más y ya se ha acordado que, como invitados, demos algunas clases en varios grados y másteres, y aportaremos también que algunos expertos refuercen la formación interviniendo en momentos puntuales durante el curso para explicar casos prácticos de lo que se estudia a nivel teórico. Eso se hace mucho en las mejores universidades británicas y norteamericanas, conectando a los alumnos con la tecnología que en la práctica se aplica en el mundo real. Además, hemos creado premios a los mejores proyectos de fin de carrera tanto para grado como para máster enfocados al IoT en gestión de la energía.
¿Qué dimensión tendrá WoodSwallow a medio plazo? Pongamos que en 2025.
Lo que hemos planificado es intentar alcanzar el objetivo de tener entre 100 y 120 trabajadores, merced a seguir creciendo en consultoría con más clientes, y a la vez diversificando recursos y disponiendo de equipos que saquen productos al mercado. En el ámbito de la recarga eléctrica y de la gestión inteligente de la energía podemos añadir valor. Pensemos en el creciente número de ciudadanos, y de empresas, que tendrán paneles solares y vehículos eléctricos en sus hogares, en sus instalaciones. Van a demandar sistemas digitales para optimizar en tiempo real los flujos de energía y consumir al menor coste posible, en función de las tarifas, de la meteorología, etc. Y aplicar el autoconsumo para gestionar la energía que almacenen y darle un uso u otro en función de las circunstancias, a partir del panel solar en el tejado, de las baterías en vehículos, etc. Estamos investigando en todo eso intensamente, siendo conscientes de que hay muchos competidores.
Desde sus conocimientos y experiencias internacionales, ¿qué sugiere mejorar o cambiar en España para ser más eficientes en las estrategias e inversiones en pro de convertirnos en una sociedad con menos paro juvenil y mayor nivel de prosperidad?
Poner en marcha cuando antes la Ley de Startups y normalizar que una empresa se pueda constituir burocráticamente en solo 24 horas, de modo online y sin pagar tasas hasta que comience a generar ingresos. Apoyar fiscalmente la inversión en los emprendedores. Por ejemplo, en Reino Unido, quien invierte en una startup se lo deduce en la declaración anual del impuesto equivalente al IRPF español. Y si ese proyecto de empresa fracasa y se disuelve, te devuelven la mitad del dinero que has invertido. En España no solo veo falta de inversión en los emprendedores, sino también falta de formación sobre los valores que deben vertebrar el desarrollo de una empresa. Hay demasiada gente que con el capital riesgo intenta emprender para crecer lo más rápido posible y vender pronto la empresa dando un pelotazo. A mi juicio, las empresas han de ser rentables, intentar ser duraderas y aportar valor a la sociedad. A la vez que pido eliminar trabas al emprendimiento, recomiendo no dar alas a emprender con planteamientos insostenibles.