Revivir y formar parte de la tripulación de la Nao Victoria sin salir de casa

Antonio Puente Mayor presenta «Nao Victoria. La Primera Vuelta al Mundo» el martes 17 a las 19 horas en la Casa de la Ciencia de Sevilla

Juanmi Vega @Juanmivegar /
14 dic 2019 / 13:31 h - Actualizado: 14 dic 2019 / 06:00 h.
"Libros"
  • Antonio Puente Mayor en la cubierta de la Nao Victoria. / Iván Puente
    Antonio Puente Mayor en la cubierta de la Nao Victoria. / Iván Puente

Este año estamos de aniversario, pues se cumplen 500 de una gesta que cambió el mundo. La Nao Victoria completó la primera circunnavegación y ahora todos podemos formar parte de la aventura y revivir las experiencias de Elcano y Magallanes formando parte de la tripulación. Esa es la idea de Antonio Puente Mayor, que presenta el próximo martes 17 «Nao Victoria. La Primera Vuelta al Mundo» (Editorial Gunis) en la Casa de la Ciencia.

Puente Mayor, colaborador de El Correo de Andalucía y de Cope, es una persona que siempre ha estado ligada al mundo de las letras. En su faceta literaria destacan «El testamento de Santa Teresa», «El enigma del salón Victoria» y la saga infantil «La Pandilla Morada». En 2012 fue finalista del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil.

Revivir y formar parte de la tripulación de la Nao Victoria sin salir de casa

En esta nueva publicación nos meteremos en la piel de Juan de Zubileta, un adolescente que aspira a convertirse en navegante. «Nao Victoria. La Primera Vuelta al Mundo» es un original libro-juego con el que revivir la gesta de Magallanes y Elcano en primera persona. Para ello el lector tendrá que sortear tormentas, enfrentarse a peligros y tomar decisiones de las que dependerán el éxito o el fracaso de la expedición. Y es que, a diferencia de otras historias, aquí el protagonista eres tú.

A continuación, el protagonista será Antonio Puente Mayor, que nos dará claves de esta nueva publicación.

Álber Vázquez, José Calvo Poyato o Ignasi Serrahima son algunos de los autores que han publicado novelas sobre la gesta de Magallanes y Elcano en los últimos meses. ¿En qué se diferencia «Nao Victoria. La Primera Vuelta al Mundo» de otros libros sobre el tema?

Básicamente en el enfoque. No se trata de una novela al uso; ni en el número y disposición de las páginas, ni en el tipo de narrador. El cuerpo me pedía hacer algo distinto, más atrevido y original, y entonces volví los ojos a mi adolescencia, tratando de recordar aquellos libros que más me enganchaban. De inmediato di con la serie «Elige tu propia aventura», creada por Edward Packard a finales de los años setenta, y que vendió más de 250 millones de copias en todo el mundo. Unos libros paralelos a la irrupción de los juegos de rol, que fascinó a los chavales de mi generación. Ahora el reto consistía en trasladar la Primera Vuelta al Mundo a ese formato, algo que me ha supuesto más de un año de trabajo y muchísimos dolores de cabeza.

¿Cómo ha sido el proceso de documentación?

Arduo, pero muy apasionante. Siendo sincero, antes de ponerme a trabajar yo conocía lo justo sobre la expedición de Magallanes, y eso que me encanta la historia. Así que me lancé a leer todo lo que encontré sobre el tema; desde la «Relación del primer viaje alrededor del mundo» de Antonio Pigafetta (1524), a la biografía de Magallanes de Stefan Zweig. Aunque hubo dos personas que me allanaron el camino de una manera especial: Cristóbal Bernal, que ha tenido la generosidad de transcribir decenas de documentos originales del Archivo de Indias, y Tomás Mazón, creador de la web rutaelcano.com, y, en mi opinión, el mejor divulgador actual de la gesta. A ambos les debo el cincuenta por ciento de este libro.

¿Por qué has elegido a un vasco como protagonista?

Por varias razones. Juan de Zubileta, nacido en Baracaldo en 1504, no solo fue el superviviente más joven de la expedición al Maluco, sino una de las dos únicas personas que completaron la Primera Vuelta al Mundo en el mismo barco. Es decir, de los 18 supervivientes que regresaron a Sevilla en 1522, solo ellos lo hicieron en la Nao Victoria a lo largo de los 1125 días. Además, este chico tenía quince años cuando se enroló en el viaje, y, teniendo en cuenta que los lectores más jóvenes deben meterse en la piel del protagonista para imbuirse en la aventura, ¿quién mejor que él?

¿Qué presencia tiene Sevilla en las páginas de tu libro?

Bastante, ya que, a diferencia de otras novelas en las que se la nombra de pasada, yo quería resaltar los preparativos de la armada. Como anécdota puedo decir que las primeras páginas las escribí en una libreta junto a la milla cero. Esto es el entorno de la plaza de Cuba y las calles Betis y Juan Sebastián Elcano, que es donde se ubicaba el antiguo puerto de las Muelas de Triana —el barrio donde nací y que siempre llevo a gala—, desde donde partieron las cinco embarcaciones de Magallanes. Además, fue emocionante visitar la parroquia de Santa Ana y encomendarme a la Virgen de la Victoria, como hicieron los capitanes horas antes de la partida, el 10 de agosto de 1519. No tengo dudas de que ella también me ha ayudado a completar mi viaje.

Por su estructura de libro-juego y estilo divulgativo parece que estamos ante una obra para adolescentes. ¿Puede leerse más allá de esas edades?

Como ocurría con los libros de «Elige tu propia aventura», estoy seguro de que gustará a mayores y pequeños por igual, ya que permite tomar decisiones e ir dando saltos de una página a otra en función de las distintas posibilidades. De ahí que cuente con muchos finales distintos, todos ellos verosímiles y en la línea del acontecimiento que narra.

Si algo bueno tiene la obra es que entra por el ojo nada más ver la portada y las ilustraciones. Háblanos un poco de ese proceso.

Siempre he dicho que una imagen vale más que mil palabras, y, en ese sentido, «Nao Victoria» es un producto cuidadísimo. Lo es ya desde la propia maquetación, que ha necesitado hasta dieciséis versiones distintas para su acabado final. Desde aquí quiero agradecer el gran trabajo realizado por el equipo de Gunis, una de las mejores editoriales infantiles y juveniles del momento, que ha tratado con mimo el libro desde el primer minuto. Y en cuanto a las ilustraciones, he tenido la suerte de contar con Ana López Caro, la artista granadina que ya me acompañara en la serie de libros «La Pandilla Morada». Ha hecho un trabajo sobresaliente, tanto en el interior como en la cubierta, y es justo reconocérselo.

Algunos expertos han llegado a comparar esta gesta con la llegada del Hombre a la Luna. ¿Crees que se está divulgando suficientemente?

En mi opinión, no. Y me explico. No podemos obviar el esfuerzo realizado por el Ayuntamiento de Sevilla a la hora de crear el Espacio Primera Vuelta al Mundo y la nueva réplica de la Nao Victoria que está en camino. O la extraordinaria exposición del Archivo de Indias y su ciclo de conferencias. O las actividades del Acuario, el Pabellón de la Navegación, etc. Y eso solo en Sevilla. En cuanto a otras ciudades, yo mismo he visitado la muestra sobre Elcano en el Itsasmuseum de Bilbao, estoy al tanto de la que actualmente se celebra en el Museo Naval de Madrid y de otras propuestas que están por llegar. Y todas son estupendas. Pero, aun así, tanto el volumen de ideas como el presupuesto destinado a las mismas lo considero insuficiente para un acontecimiento de la magnitud de la Primera Vuelta al Mundo. No olvidemos que es el viaje que confirmó la esfericidad de la tierra, que descubrió el Pacífico y puso el foco sobre la España de Carlos V. Eso por citar tres logros. Si en lugar de española, la conmemoración hubiese sido alemana o inglesa, otro gallo habría cantado. ¿Qué ha ocurrido con la ópera dedicada a Magallanes? ¿Y con la película que se iba a rodar en inglés? ¿Y la casa torre de Zubileta, que se está cayendo a pedazos en Vizcaya sin que las administraciones lo remedien? Afortunadamente, la sociedad civil se está encargando de cubrir ciertos vacíos y denunciar estas carencias.

Si Elcano hubiese sido norteamericano ya le habrían dedicado varias películas y series. ¿Por qué nos cuesta tanto hablar de nuestra historia?

Por un complejo de inferioridad que se remonta al siglo XVII. Por una leyenda negra injusta, alimentada por las crónicas de Bartolomé de las Casas e impulsada principalmente por ingleses y holandeses. Por una difusión foránea errónea, una polarización política extrema y una estereotipación ridícula. Y lo peor de todo: por un desconocimiento de nuestros propios logros que se une a la nueva cultura del victimismo. En consecuencia, el 90% de los españoles no solo desconocen que Elcano fue quien realmente circunnavegó la tierra, sino que no están al tanto de episodios clave de los últimos cien años. Por ponerte un ejemplo, en mis prácticas del CAP pregunté a unos alumnos de cuarto de la ESO quién había reinado antes que Juan Carlos I. La respuesta fue unánime: Franco. Insistí en que me refería a un rey, pero nadie supo decirme. Por tanto, ¿cómo vamos a pretender que un joven conozca el siglo XVI si no ha oído hablar siquiera de Alfonso XIII?

El día de la presentación te acompañará el comisario de la exposición del Archivo de Indias, «El viaje más largo», que se ha convertido en todo un fenómeno, con más de 120.000 visitas desde septiembre.

No puedes imaginarte cómo me enorgullece que todo un jefe de sección del Archivo de Indias, como es Braulio Vázquez, me acompañe el día 17 de diciembre en la Casa de la Ciencia. Él es quien me animó a escribir este libro, y a quien he informado de los avances durante todo el proceso. Junto al reconocimiento del V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo y mi conversación con Pedro Giménez, director de proyectos de la Fundación Nao Victoria, es el mayor regalo que he podido recibir. Solo por eso ya ha merecido la pena escribir el libro.

¿Tienes prevista alguna acción en los colegios?

Ya estoy en conversaciones con diversos centros para organizar presentaciones y actividades de animación a la lectura a partir de febrero. Hay que aprovechar el tirón de estos tres años de conmemoración, y aportar nuestro granito de arena. Incomprensiblemente, los niños de mi generación apenas tuvimos noticia de esta increíble gesta, y voy a hacer todo lo posible por remediarlo.