El 24 de junio se celebra la natividad de San Juan Bautista, al que se le considera el primer mártir del cristianismo. La Iglesia católica celebra, excepcionalmente, dos fiestas en su honor, la de su nacimiento y la de su muerte (29 de agosto). Su vida estuvo dedicada a la predicación y el bautismo, vistiendo su atuendo tradicional, cubierto por pieles de camello y un manto rojo. Anunciaba a las gentes la venida del Mesías (por lo que su atributo personal y constante es el Agnus Dei o Cordero Divino) y era una voz que clamaba en el desierto para preparar el camino del reino de Dios que debía de llegar. En el arte se le representa en diferentes variantes iconográficas, tanto en pintura como en escultura, bautizando a su primo Jesús en el río Jordán, como niño de aspecto dulce (San Juanito), en actitud orante, penitente con barba, señalando a un cordero que representa a Cristo o en la escena de su muerte, con la cabeza cortada por orden de Herodes. En Sevilla y provincia hay numerosas iglesias y conventos con imágenes que devocionan a este importante santo de la cristiandad. En la capital andaluza destacan especialmente las magníficas representaciones existentes en el Museo de Bellas realizadas por destacados artistas como Murillo, Pedro de Mena, Bartolomé Bermejo y Miguel Adán.
San Gabriel le anunció al profeta Zacarías que su ruego había sido escuchado y que por voluntad divina su mujer Isabel, de avanzada edad, le daría un hijo llamado Juan. Como prueba del poder de Dios, Zacarías quedó mudo tras las palabras del arcángel: “Te llenarás de alegría y gozo, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino, ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos hijos de Israel al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia los hijos, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”.
La concepción y el nacimiento de Juan el Bautista fueron milagrosos, ya que sus padres, Zacarías e Isabel, prima de la Virgen María, era un matrimonio muy mayor y estéril. Cuando nació el niño, llamado a ser grande a los ojos del Señor, Zacarías escribió el nombre de Juan en una tablilla para que le impusieran ese nombre, ya que así se lo había comunicado San Gabriel y, hecho esto, recuperó el habla.
Juan Bautista aparece en los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, también lo menciona el Evangelio de Juan. No obstante, toda su infancia es un misterio hasta que, ya adulto, empieza a predicar y bautizar. Su vida pública se desarrolló en el desierto, cerca del Jordán, donde llevaba una vida ascética. Era un hombre fuerte, con barba, que portaba una cruz hecha de caña, se alimentaba de langostas, miel silvestre y vestía una piel de camello y un cinturón. Su figura va unida a la imagen del Cordero o Agnus Dei (Cordero de Dios que simboliza el sacrificio de Jesucristo por los pecados de los hombres). Lucas dice de él que vivió en el desierto hasta el día de su manifestación a Israel.
Bautizaba a las gentes en las orillas del río Jordán para limpiar sus pecados y muchos lo tomaban por el Cristo que estaban esperando, pero Juan siempre dejó muy claro su papel de precursor: “Yo no soy el Mesías, sino que he sido enviado como su precursor” (Jn 3: 27-28); “Yo os bautizo en agua, pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y Fuego” (Lc 3: 16).
La relación entre Jesús y Juan se puso de manifiesto el día del bautismo del Mesías, escena representada a lo largo de la historia del arte con la concha de bautizar sobre la cabeza del hijo de Dios. Juan no se consideraba digno de bautizar a Jesús, pero éste insistió señalando que “no hay nadie entre los hijos de mujer mayor que Juan” (Lc 7: 28), reconociéndolo así como precursor suyo y profeta. En el momento del bautismo descendió el Espíritu Santo en forma de paloma y una voz señaló a Jesús: “Tú eres mi hijo, el amado, en ti me complazco” (Lc 3: 22).
Las trágicas circunstancias que rodearon la muerte de San Juan Bautista han sido también objeto de abundantes composiciones artísticas y literarias, a veces desprovistas de todo sentido religioso. Así, son conocidas en numerosas pinturas y esculturas las escenas de su violento fallecimiento, mientras es degollado; y después apareciendo con la cabeza cortada, sola o sobre la bandeja en que se ofrece a Salomé.
Juan el Bautista era crítico con Herodes Antipas, ya que denunciaba públicamente el hecho de haberse casado este gobernante con Herodías, la mujer de su hermano, para lo cual había repudiado a su esposa. Estas críticas desprestigiaban al tetrarca ante el pueblo que veneraba al Bautista como un profeta. Por ello mandó apresar a Juan que fue posteriormente ejecutado en la prisión de Maqueronte, a orillas del Mar Muerto. Salomé, instigada por su madre Herodías, pidió a Herodes la cabeza del Bautista en una bandeja de plata. Los discípulos del santo rescataron su cuerpo y lo sepultaron. Desde entonces Juan el Bautista es uno de los santos más venerados.
En Sevilla hay numerosas iglesias (San Juan Bautista o de la Palma, la Anunciación, la Colegial del Divino Salvador, la Catedral, etcétera) y conventos (Santa Ana, Santa María de Jesús, Santa Inés, Madre de Dios... ) con imágenes que devocionan a este importante santo, considerado por los evangelistas el último de los profetas y puesto como modelo de la vida conventual. La provincia sevillana es también prolífica en obras artísticas del santo (Convento de Inés de Écija, parroquia de los Sagrados Corazones de San Juan de Aznalfarache, Monasterio de San Isidoro del Campo en Santiponce o las iglesias de San Juan Bautista de Marchena o Las Cabezas de San Juan, entre otras muchas).
En la capital andaluza destacan especialmente las magníficas representaciones existentes en el Museo de Bellas realizadas por destacados artistas andaluces como Murillo, Pedro de Mena y Bartolomé Bermejo. Se encuentra una preciosa talla de 'San Juan Bautista niño', obra del granadino Pedro de Mena de 1674. La imagen, conocida popularmente como San Juanito, responde a un tema muy querido en la escultura andaluza al representar una encantadora figura infantil del precursor de Jesús. También se puede contemplar el óleo sobre lienzo 'San Juan Bautista en el desierto', de Bartolomé Esteban Murillo, fechado hacia 1665-1666. Además del óleo y temple sobre tabla 'San Juan Bautista', de 1470, cuyo autor es el cordobés Bartolomé Bermejo. Sin olvidar que la segunda pinacoteca española también atesora seis relieves tallados por el madrileño Miguel Adán, en 1592, que forman parte del retablo de San Juan Bautista procedente del antiguo monasterio de las Dueñas de Sevilla.
San Juan Bautista es, por tanto, uno de los más importantes santos cristianos, considerado el último profeta antes de la llegada del Mesías y, por este motivo, se le denomina “Precursor”. La llamada Noche de San Juan, que va de la noche del 23 al 24 de junio, es una antigua fiesta pagana con rituales de purificación y hogueras que se ha ido solapando con la propia festividad religiosa, pero que poco tienen que ver. Con el tiempo