Ser feliz en 2020

Chema, Vanesa y Antonio son algunas de las personas que han conocido la felicidad en 2020, un año al que todos esperan despedir, esta noche, para siempre

Julio Mármol julmarand /
31 dic 2020 / 08:41 h - Actualizado: 31 dic 2020 / 08:51 h.
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  • Vanesa, en compañía de su padre, camina hacia el altar.
    Vanesa, en compañía de su padre, camina hacia el altar.

En 2020, todas las personas infelices se parecieron pero las felices lo fueron cada una a su manera. Este año, muchos españoles han experimentado la que será la gran crisis social, sanitaria y psicológica de sus vidas. Diez meses de pandemia han bastado, en España, para cobrarse más de cincuenta mil muertos. Las estadísticas indican, además, que los números deben ser mucho más altos. Entre diez mil y veinte mil fallecidos más.

Pero las muertes no lo han sido todo. El confinamiento, la soledad y el pánico han abonado con saña las desquiciadoras flores de la ansiedad y la depresión. Se estima que la salud mental de los españoles se ha resentido en un 20% respecto a registros anteriores. Los que están vivos también están más solos, más tristes y tienen más miedo.

Y, sin embargo, 2020 ha deparado momentos felices a muchos españoles, porque si bien las catástrofes acechan en los años, la alegría se esconde en las horas. Chema, Vanesa y Antonio son algunas de las personas que han conocido la felicidad en 2020, un año al que todos esperan despedir, esta noche, para siempre.

20 de julio: 3 fallecidos

Con el verano mediado y las restricciones desperezándose, los números que el Ministerio de Sanidad daba cada tarde eran esperanzadores. El 20 de julio, sólo tres personas murieron de coronavirus en España. La curva de fallecidos discurría mansa, casi domada, en el borde de todas las gráficas. Hasta que, a principios de agosto, volvió a saltar por los aires. Sería el principio de una segunda ola que, con desigual fuerza, se batiría sobre todos los municipios españoles. Uno de los primeros fue Casariche, que, en septiembre, tuvo que confinarse al multiplicar por veintisiete el índice de contagios de Sevilla.

Pero eso aún estaba lejos el 19 de julio, cuando Chema y su mujer ingresaron en el hospital. Al contrario de lo que venía siendo habitual, su ingreso no era trágico: Ella estaba teniendo contracciones. Ambos fueron aislados en una sala hasta que obtuvieron los resultados de sus respectivas PCR. Negativos. A las doce y diez del 20 de julio nació Jimena, su hija. “Aquel fue un día largo, con nervios; algo único”, recuerda Chema. “Cuando nació Jimena, la abracé y se me saltaron las lágrimas de la misma emoción. Fue el día más feliz de mi vida. Sin duda”.

Los primeros meses de Jimena han transcurrido entre mascarillas, distancias de seguridad, incertidumbre y temor. Sin embargo, para Chema, estos han sido “superbonitos”, aunque, a veces, “era más complicado, al estar siempre en casa y no poder llevarla a ningún sitio”. En un invierno demográfico que viene golpeando a España desde hace tiempo, Jimena pertenecerá a una generación que nació en un año aciago del que, afortunadamente, no guardará recuerdos.

1 de agosto: 6 fallecidos

En 2020, el verano acabó antes de que julio terminase. Después de semanas en las que los muertos diarios rara vez habían superado la media docena, los días finales de julio apuntaron que algo estaba marchando mal. Durante el último fin de semana del mes, murieron 27 personas. 6 de ellas, el 1 de agosto. Los casos detectados en Andalucía crecían a un ritmo alarmante. Vanesa y Pepe se casaron un 1 de agosto, en Carmona.

Su boda estaba programada para el 25 de abril pero se vieron obligados a aplazarla. Optaron por celebrarla en noviembre. Sin embargo, al terminar el confinamiento, se les ofreció la posibilidad de casarse aquel mismo verano, en agosto. “Nos dijeron que el 1 de agosto podíamos, porque tenían sitio, así que decidimos jugárnosla”, dice Vanesa. Aunque, para entonces, el ocio nocturno no estaba limitado, tuvieron que aceptar las restricciones de rigor: un número máximo de personas por mesa, no poder bailar en la pista y que cada grupo de invitados sólo se relacionase entre sí. Después, las medidas se endurecieron. Una amiga de Vanesa, cuenta ella, que planeaba casarse en septiembre, se ha visto resignada a celebrar su boda el año que viene.

Pasamos un poco de miedo”, confiesa Vanesa, “pero fue un día muy feliz. Estábamos tan contentos que, a veces, te olvidabas de todo lo que estaba pasando fuera. El apoyo de la gente que asistió a la boda nos hizo pensar que no estábamos tan locos por celebrarla pese a todo”. Aunque la boda de Vanesa y Pepe contó con 160 invitados, ninguno se contagió. Vanesa y Pepe tuvieron que renunciar, eso sí, a su luna de miel en Japón. “Ya iremos cuando podamos”, agrega. Los bonos caducan en 2021. Quizá para entonces ya se pueda.

14 de octubre: 124 fallecidos

Ser feliz en 2020
Antonio Pichardo, de Coria del Río.

El otoño ha sido una época tradicionalmente ligada a la muerte: Las hojas caen, los días se acortan y las noches son más largas. La oscuridad crece. El otoño de 2020 no fue una excepción. Sólo en Andalucía, el 14 de octubre murieron 20 personas a causa del coronavirus. En apenas veinticuatro horas, se registraron 2302 nuevos positivos en la región. O sea, 2302 llamadas telefónicas. 2302 malas noticias.

Sin embargo, la llamada que descolgó Antonio, vecino de Coria del Río, un 14 de octubre fue distinta, aunque el que la hiciese también fuese médico. En 2015, Antonio Pichardo se había sometido a una colonoscopia. Las consecuencias no fueron buenas. Poco después, recibía los resultados de una biopsia: Cáncer de próstata. 38 sesiones de radioterapia y cinco años después, según le aseguró su doctor, el cáncer había desaparecido. “Fue una felicidad tremenda escucharlo. Gracias a Dios, todo eso ya ha pasado”, dice Antonio, de 62 años y abuelo.

Para Chema, Vanesa y Antonio, el páramo helado de 2020 ha tenido algún que otro respiradero feliz a través del cual han podido ausentarse, aunque fuese por unos segundos, de la pesadilla. Otros se habrán enamorado, o trabajado tras un largo tiempo sin empleo, o publicado su primer libro . Momentos fugaces de felicidad en una noche negra de 365 días que acabará hoy cuando los relojes den las doce. Lo que vendrá después será, como siempre, una incógnita.