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«Si se puede salvar un árbol, se hará. Cortar es la última opción»

Lleva año y medio en un cargo nada cómodo, el de mimar el arbolado de la ciudad que, históricamente, se ha descuidado. Reivindica los apeos si hay riesgo para la población y reniega que el macrocontrato de zonas verdes que se aplicará en abril sea igual que el de Zoido

Iñaki Alonso @alonsopons /
27 oct 2016 / 08:51 h - Actualizado: 27 oct 2016 / 08:52 h.
"Medio ambiente","Parque de María Luisa","Parque del Alamillo","Pulmones urbanos"
  • Fernández confía en obtener resultados a medio/largo plazo. / josé luis montero
    Fernández confía en obtener resultados a medio/largo plazo. / josé luis montero
  • El director general de Medio Ambiente, Adolfo Fernández Palomares, rodeado por el arbolado que da vida a la céntrica Plaza Nueva. / José Luis Montero
    El director general de Medio Ambiente, Adolfo Fernández Palomares, rodeado por el arbolado que da vida a la céntrica Plaza Nueva. / José Luis Montero Iñaki Alonso

{Año y medio ha pasado desde que asumió pintar de verde una Sevilla que, diagnóstico en mano, había descuidado históricamente su arbolado. Salva las polémicas de apeos con filosofía e informes y sueña con unos parques con las señas que imprimió durante años al Alamillo: ser un paraíso para el ocio familiar.

Cuando llegó al cargo fue muy crítico con la situación de los parques de la ciudad, ¿cuál es su diagnóstico un año y medio después?

—En el diagnóstico es lo que más se ha avanzado porque nos enfrentábamos a una masa vegetal y forestal un poco desconocida y, tal vez por esa razón, en el gobierno anterior no hubo conciencia. El hecho de que nos ocurriera a principios de mandato un accidente grave, sin víctimas mortales, por la caída de una rama, nos llevó a actuar y dar una respuesta relámpago. Hubo una primera aproximación y se avanzó en el conocimiento del arbolado de riesgo, un concepto que existía sólo en los libros pero no se había llevado a cabo en Sevilla. Se pusieron en marcha campañas de apeo para esos árboles peligrosos, unas intervenciones que se han criticado en algunos foro pese a que se había valorado y tramitado de antemano.

—El Gobierno local ha sido muy insistente en que nunca no se tala por talar.

—No hacemos la cosa por capricho. Se tomaron medidas tras un problema objetivo como dos personas con graves lesiones que podrían haber muerto. Gracias a esta circunstancia vamos a tener una arboleda más saneada y segura. Esa normalidad pasaba por operaciones de apeos. Queremos tener árboles en las calles, como parte de nuestro paisaje y de nuestro entorno saludable, pero no pueden convertirse en un obstáculo para que se gestionen de cualquier manera y poniendo en riesgo a la población. A todo eso no puede faltar otro detalle: no podemos utilizar el arbolado como munición o piedra arrojadiza porque nos jugamos mucho. Evitar eso es lo que he pretendido desde que me incorporé al gobierno de Espadas.

Los últimos apeos se han visto rodeados de polémica.

—No podemos gestionar de cara a la galería o pensando en titulares. Hay operaciones que se hacen porque son imperativas de la buena gestión del arbolado. Es más, no comparto esas semidescalificaciones sobre la ligereza que se supone que se gestiona los apeos. Los mejores profesionales de arboricultura de Sevilla están trabajando en el Ayuntamiento.

¿En cuántos de los 2.500 árboles en riesgo se ha actuado desde el inventario?

—Llevamos en torno a 600 actuaciones, pero no todos son apeados. Hay casos que requieren un terciado o eliminar la parte peligrosa. Si se puede salvar un árbol para que viva unos años más se hace. Lo último es cortar.

En el primer análisis del patrimonio verde, impactó el estado del Parque de María Luisa, donde se ha actuado en verano. ¿Ya está recuperado para la causa?

—Francamente, no está recuperado, aunque está en recuperación. Se han dado pasos importantes como la intervención en las glorietas como la de Bécquer. Pero queda mucho por hacer, sobre todo en las cerámicas, víctimas del vandalismo y las inclemencias. Además, el parque lleva años abandonado. Hemos reparado los caminos de albero, se ha intervenido en la vegetación y se ha promovido la activación social del parque, con el punto de lectura creado o lo que se hará en la antigua Casa de las Yeguas, un edificio pegado al lago de los patos, que se ha arreglado para que sea usado para eventos. Los parques históricos no sólo deben ser vistos por admiración por turistas o nostalgia por sevillanos, sino que sea para disfrutar con actividades realizadas con entidades como Pinsapo o Amigos del Parque de María Luisa.

Le escucho y me recuerda al espíritu que impregnó durante años al frente del Alamillo, todo un parque familiar, ¿esa es la filosofía?

—Todo sevillano se puede sentir dueño del parque y compartir con los demás la posibilidad de disfrutar ese espacio. Esa es la clave. Los ciudadanos son los que mejor cuidan los espacios.

Otro ejemplo es el Parque del Tamarguillo que se ha convertido en, por así decirlo, un Parque del Alamillo II.

—Pero diría lo mismo del Guadaíra o Amate. Lo mejor que le puede pasar a un parque es que haya un vecindario que lo reivindique.

—A todo esto, ¿cómo están los parques de barrio? Hace años catalogaban al parque Amate de secarral.

—Los parques de barrio son troncales por esa estructura de servicio. En el caso de Amate, es un parque vivísimo, donde la gente pasea, corre y lo siente suyo. Estos parques los hemos encontrado con imagen desigual, y Amate es, probablemente, el peor. Estaba seco y con problemas estructurales. Por eso fue el primer parque en el que se intervino. Empezamos a tirar de lo que venía en curso, que era un contrato de la red de riego que inició el gobierno anterior. Pero también hemos licitado la adecuación de caminos, cuyas obras se iniciarán a final de año, y de las caracolas. Fue una apuesta honesta. Los vecinos querrían que las cosas fueran más deprisa, pero la rapidez es difícil de casar con la tramitación.

La piedra angular del mantenimiento de los parques está en el futuro macrocontrato, ¿qué aportará de nuevo con respecto al actual?

—Hay quién se empeñó en decir que era el mismo modelo y por más que miro no le veo la similitud. Es la misma realidad, porque es la misma ciudad, pero con soluciones distintas. Primero, hemos identificado algo que los técnicos saben bien: no tiene nada que ver un árbol en un pavimento que en un parque. Por eso no se pueden aplicar las mismas recetas como el anterior macrocontrato. Creo en los valores añadidos y la especialización y el nuevo contrato lo permitirá. ¿Cómo es posible que una misma empresa cuide los árboles de una calle, lleve parques de barrio y un gran parque? En algunos casos permitirá articular sistemas como el corredor del Guadalquivir o el del Guadaíra. Eso nos va a permitir, con mucho tiempo porque no se hace en un día ni en un año, fórmulas para superar las autovías y aflorar corredores que permitirá ir en bici o andando desde Coria hasta los Pinos de Oromana o desde Tablada hasta La Algaba.

—¿Y se han solventado esas deficiencias en el empleo?

—Habrá más empleos y cualificado. Además, por contrato, el 40 por ciento serán mujeres. También se han incorporado cláusulas ambientales. Se puntuará que se recicle la naranja, el reciclaje de residuos de la poda, la educación ambiental, el estado de la avifauna,... Los árboles de la ciudad también son grandes soportes de la vida de aves, que en algunos casos molestan, pero son claves. Como no nos empecemos a preocupar por eso sólo habrá hormigas y cucarachas en la ciudad. Hay muchas novedades en el contrato que se aplicarán a partir del próximo 1 de abril.

Y una aspiración: plantar en 6.000 alcorques vacíos, ¿da tiempo en cuatro años?

—Creemos que sí. El mayor problema no es plantar 6.000 árboles, sino ver si en esos alcorques se puede plantar, porque puede tener debajo fibra óptica o tendido eléctrico.

Ha llegado a citar de pasada Tablada dentro del modelo de corredor verde, ¿en qué estado se encuentra?

—Tras la moción aprobada en pleno, constituimos un grupo de trabajo con la Consejería de Medio Ambiente con objeto de abrir posteriormente a la Plataforma Tablada Verde y Pública. Tras tres reuniones, el escollo está en que no hay recursos para abordar una expropiación, incluso en la opción más barata. Eso no quiere decir que no se puede iniciar el expediente en algún estadio. De todos modos, se pueden dar otros pasos, que nos permitir aproximarnos a ese objetivo de manera paulatina, siendo consciente de que la solución puede ser larga y complicada como se ve en los procesos judiciales.

—¿Qué pasos serían?

—Imagine que se consolida esos 200 metros que, por sentencia firme del Supremo, ya son de dominio público. Ahí podemos intervenir si llegamos a un acuerdo con el Estado cuando deje de estar en funciones. De hecho, hemos tenido contactos de perfil bajo con el Estado. Luego hay otros caminos públicos a los que también se podría llegar.

A su vez, se podría dar que los dueños de los terrenos los devuelven al Estado porque la venta no contemplaba este escenario y creen que es nula. Esta casuística sería muy esperanzadora y podríamos también llegar a algún tipo de acuerdo con el Estado. Es un expediente que sabíamos que era complejo, pero podría dar un vuelco. Tablada es un espacio que el gobierno tiene en su punto de mira como espacio verde que gestionar y, personalmente, no descarto que en este mandato podamos llegar a un acuerdo de algún tipo.