«Sin enganches, la Feria sería una verbena»

El paseo de caballos es uno de los espectáculos más hermosos de la Feria de Abril. He aquí un breve repaso a la historia de esta tradición

19 abr 2018 / 17:23 h - Actualizado: 20 abr 2018 / 09:57 h.
"Feria de Abril","Barrios","Feria de Abril 2018"
  • El paseo de caballos está regulado por la ordenanza municipal de la Feria. / Manuel Ibáñez
    El paseo de caballos está regulado por la ordenanza municipal de la Feria. / Manuel Ibáñez
  • Centenares de enganches toman estos días las calles del Real de Los Remedios en el tradicional paseo de caballos. / Raúl Caro (Efe)
    Centenares de enganches toman estos días las calles del Real de Los Remedios en el tradicional paseo de caballos. / Raúl Caro (Efe)
  • Un coche tirado por dos mulas enjaezadas a la calesera. / Jesús Barrera
    Un coche tirado por dos mulas enjaezadas a la calesera. / Jesús Barrera

La alegría festiva de los cascabeles, el colorido y la vistosidad de los borlajes a la calesera, la suprema elegancia de las guarniciones inglesas, el soniquete de los cascos de los caballos sobre los adoquines de las calles del Real... El tradicional paseo de caballos y enganches es, sin duda, uno de los espectáculos más hermosos de la Feria de Abril. En las calles de esta ciudad efímera se dan cita durante una semana excelentes ejemplares equinos y una amplia gama de hermosos carruajes que son auténticas obras de arte, algunos de los cuales convertidos, por su valía y antigüedad, en verdaderas piezas de museo.

«Si no fuera por el paseo de caballos, la Feria de Sevilla sería una verbena grande, como se comprobó el año de la peste equina», sostiene Ramón Moreno de los Ríos, vicepresidente del Real Club de Enganches de Andalucía y uno de los más grandes estudiosos del mundo de los carruajes.

La tradición de los coches de caballos en la Feria es coetánea al nacimiento de aquella feria ganadera que inventaron en 1847 Ybarra y Bonaplata. «Surge por necesidad. En aquel entonces no existían más medios de locomoción que la tracción animal. La gente que llegó del campo a la ciudad para vender sus caballos, sus vacas, sus borregos o sus cerdos lo hizo con carros tirados por mulos, burros y bueyes, mientras que la gente de la ciudad que acudió a aquella feria en el Prado lo hizo con sus coches de caballos para uso diario. Ya está inventado el paseo de caballos».

Esta tradición ha pasado por momentos de auge y declive a lo largo de la historia hasta alcanzar su actual esplendor. «En la segunda década del siglo XX, el automóvil se convierte en un símbolo de prestigio y en la Feria, escaparate de la vanidad, conviven mayoritariamente los coches y los caballos, lo que supuso casi la desaparición de los enganches en esta fiesta. No es hasta los años inmediatamente anteriores a la Exposición de 1929 cuando se fomentan de nuevo los enganches como una marca de tipismo y se organizan concursos con coches de caballos que vienen a Sevilla desde Córdoba, Écija, Jerez».

Después de la Guerra Civil española, la carestía del gasoil y el escaso parque de automóviles vuelve a disparar el uso de los coches de caballos en el Real. La prohibición del uso de los automóviles en la Feria es otro de los hitos que ha marcado la evolución del paseo de caballos y enganches de la Feria de Abril, al igual que las diversas normativas que han ido regulando su funcionamiento. «Antiguamente, todos los coches de caballos circulaban por la izquierda, como en Inglaterra».

En la actualidad, por motivos de seguridad peatonal y fluidez del movimiento de carruajes por el Real de la Feria, la normativa limita a 1.400 el número de vehículos de tracción animal de particulares que pueden acceder cada día a su interior.

«Creo que hemos alcanzado un equilibrio perfecto en el paseo de caballos. Estamos en una media de 650 coches diarios y con una diversidad muy grande, tanto por calidad de los carruajes como por modalidades de enganche», sobre todo, incide Moreno de los Ríos, después de que se hicieran desaparecer del Real algunos tipos de coches que no casaban con el lustre de esta fiesta, caso de las domaderas o carros de doma». «Como se engancha ahora mismo en Sevilla, no se han enganchado ni en los tiempos de los Orleans, ni por el número de coches ni por la calidad de los carruajes», concluye el vicepresidente del Real Club de Enganches de Andalucía.

LOS COCHES DE SERVICIO PÚBLICO, A 95 EUROS LA HORA

Darse una vuelta por el Real de la Feria en un coche de caballos no es ningún lujo inasequible. En la zona de la portada se sitúa la parada para los llamados coches de punto o de servicio público. En Sevilla hay 98 coches de caballos de servicio público, que pueden acceder diariamente al Real sin ninguna limitación.

Las tarifas para alquilar estos coches oscilan en función del tiempo y del servicio requerido. «Hay clientes que a lo mejor piden que vayamos a su casa a recogerlos, por lo que a veces se pacta un precio con el usuario», apunta Luis Ruiz, presidente de la asociación de coches de caballos Híspalis. Igual sucede si el cliente opta por alquilar el coche para toda una jornada íntegra de feria. «Hay que tener en cuenta que hasta las doce de la mañana no nos permiten la entrada en el Real y a las ocho de la tarde hay que salir del recinto. En estos casos, siempre se suele cobrar menos de lo que está estipulado por número de horas».

Mientras que durante el resto del año el precio por alquilar uno de estos carruajes (entre 45 minutos y una hora) es de 45 euros y en Semana Santa esa tarifa se eleva hasta los 50 euros, en la Feria de Abril disponer de uno de estos coches cuesta 95 euros. La parada de los coches de caballos durante la Feria se localiza en la zona de la portada. «Hay espacio para cargar alrededor de unos 25 coches» y, a diferencia de lo que sucede con los taxis, el cliente puede elegir el coche en que desea montarse. «Hay gente que le puede gustar más darse una vuelta en un coche tirado por un caballo castaño, o alazano o negro...».

A pesar de que la tarifa oficial por un servicio es de 95 euros, Luis Ruiz asegura que a partir de 60 euros puede trasladar a un cliente desde la portada de la Feria hasta la misma Puerta del Príncipe en el paseo de Colón para asistir al festejo taurino. «Hay que tener en cuenta que aunque el recorrido parezca corto, el cochero tiene que ir y venir, y la vuelta de nuevo a la Feria es bárbara. Para el regreso tenemos que entrar por el Parque de los Príncipes».

La hora punta de la Feria es «a partir de las cuatro y media y hasta las ocho. No cabe un alfiler. En esas horas te llevas casi todo el tiempo parado, no se anda nada».

Luis explica que aunque la Feria es siempre uno de los momentos más álgidos de trabajo en el año, los días de farolillos son también «problemáticos, puesto que uno expone mucho ahí». «Siempre está el que te engancha o el que no sabe montar a caballo y hay gente que cuando te dan un rozón no quieren parar ni darte el seguro».

Como no todo el mundo se puede permitir mantener un carruaje de época a su servicio, son muchos los sevillanos que optan por utilizar este servicio público para darse el caprichito de pasear por el Real de los Remedios o acudir desde el recinto ferial a la plaza de toros a bordo de un coche de caballos. ~