Mi vino de este domingo lo comparto con un cliente. Hoy me pongo del otro lado del mostrador para sentarme junto a mi invitado, con una copa de vino delante, y conocer algo más de este prestigioso abogado penalista por quien, he de reconocer, siento admiración. Para quienes amamos la hostelería, Don Luis es el perfil de cliente que nos gusta. Exigente a la par que colaborativo, es una persona que disfruta con las cosas buenas y es ese punto de exigencia de este tipo de clientes el que nos ayuda a mejorar en nuestro día a día al frente de un negocio hostelero. Amante de la cocina tradicional y de los buenos vinos, es capaz de apuntar el nombre de los vinos que le gustan cuando lo consume fuera de Sevilla y traérnoslo para que se lo busquemos y que lo tengamos en nuestra carta. Sería el perfil clásico de lo que los modernos ahora llaman «foodie». Exigente en el servicio del vino a una temperatura correcta y amante del buen champán, este letrado sevillano recorre toda España por motivos profesionales y come en los mejores restaurantes del país. Después nos pasamos información y recomendaciones que, créanme, tienen que seguir.
Hemos quedado en un restaurante de Los Remedios, cerca de su despacho profesional. Pasamos dentro. En la calle ya se nota que estamos en diciembre. Buscamos un hueco donde poder disfrutar de la copa y de la charla con tranquilidad aislados del resto de la clientela. El vino elegido, por tradición familiar y añoranza a su padre, es un Marqués de Riscal reserva que acompañamos con un plato de jamón y empezamos la charla. Para mí es un premio poder entrevistar a uno de los mejores penalistas del mundo. Un privilegio que no pienso desaprovechar para descubrir quién hay detrás del abogado que tanto sale por la tele defendiendo casos mediáticos ante la opinión pública. Por eso, siendo consciente de las limitaciones de tiempo libre de mi invitado, me tomo este vino como un fantástico regalo que me hace.
Luis nace en Castilblanco de los Arroyos, provincia de Sevilla. Es el mayor de cinco hermanos y, muy jovencito, empieza a seguir los pasos de su padre, médico de profesión y alcalde que fue de esta localidad desde 1973 a 1979, a quien acompañaba en los desplazamientos para visitar a los pacientes que, a diario, tenía que realizar de casa en casa. Recuerda con cariño el hogar familiar del pueblo, actualmente de su propiedad, y la gran biblioteca donde le gustaba perderse entre tanta literatura. Allí tenía acceso a libros que, por su temprana edad, no era recomendable su lectura por las complejas palabras que se utilizaban y el entramado de las historias. Pero su padre, gran lector y humanista, le animaba a leer y a escribir sobre lo que leía a modo de juego. Juego que indudablemente desarrollaban las capacidades de un niño que todo apuntaba seguiría la estela del médico del pueblo. Luis era fiel reflejo de su padre hasta el punto de compartir pasión por la numismática y la filatelia y pasar horas en la Plaza del Cabildo de Sevilla intercambiando sellos. Me cuenta que fue monaguillo y que el papel protagonista que desempañaba junto a Don Francisco, el entonces párroco, le permitía hacer las lecturas y de esta forma captar la atención de quienes asistían a Misa.
Nuestro protagonista va creciendo y esas inquietudes que su padre había despertado en él siguen necesitando dónde sostenerse y, a la hora de elegir asignaturas, en el tramo final de lo que entonces era bachillerato, descubre Roma y el papel protagonista de los abogados en la sociedad de la época donde, a través de la oratoria, podían convencer al tribunal de la inocencia o culpabilidad de un acusado. Incluso estudiando Derecho permitía acceder a lo más alto de la política, cosa que le atraía desde bien pequeño. Si, a eso, le sumamos las películas americanas donde los abogados desempeñaban con habilidad su oficio resolviendo grandes casos, la medicina se fue alejando de su cabeza, pero el ejercicio del Derecho se fue acercando con fuerza. En definitiva, un cúmulo de cosas que hicieron que Luis se decantase finalmente por vestir de negro en vez de blanco.
Casado y padre de dos hijos estudiantes de Derecho, de dieciocho y veinte años, aspira a que pronto se incorporen al bufete que dirige en la Plaza de Cuba de Sevilla. Deportista por convencimiento y lector empedernido, convierte estas actividades en una forma de vida. Todos los días hace deporte, lee y escribe. Se confiesa un eterno estudiante en Londres, ciudad que conoce al milímetro y que descubrió, disfrutó y le marcó hace más de treinta años. De hecho, denoto cierta nostalgia de aquellos años. Nostalgia que le hace visitar la ciudad con frecuencia como medicina vital. Miembro de The Royal Automobile Club, adentrarse en su grandiosa biblioteca, abierta veinticuatro horas, supone para Luis una recarga de energía e inspiración que le pone frente a su musa para que la escritura fluya. He de reconocer que acceder a este prestigioso club de St. James es una experiencia casi religiosa que te eleva al cielo, junto a lo más granado de la sociedad londinense, y cuyas instalaciones deportivas nada tienen que envidiar a las del mejor club deportivo del mundo.
En la actualidad escribe de forma periódica para “Economist & Jurist« y “Confilegal” y me comenta que pronto verá la luz su libro «El Delito del blanqueo de capitales. Análisis teórico-práctico desde la perspectiva del abogado defensor” y que es fruto de años de trabajo, de experiencia y de experiencias. Escritor de uno de los libros jurídicos más vendidos, “La técnica del interrogatorio”, junto a Julio García, ha participado en innumerables publicaciones especializadas. De hecho, me comenta entre sonrisas que fue columnista de este periódico desde el que me dirijo ahora a ustedes durante dos años con más de setenta publicaciones. En mente tiene un par de nuevos libros donde haga una selección de artículos que haya escrito a lo largo de su extensa y sin duda exitosa vida profesional: uno, que denominará «Cincuenta consejos para abogados altamente efectivos» y otro donde se incluirá una selección de lo publicado ya antaño, entre otros sitios, en El Correo de Andalucía.
Finalizamos la entrevista. Me llevo una conclusión clara: Luis es una persona que, nada más conocerla, ya entiendes de dónde viene su éxito profesional. Reconozco que las más de dos horas que nos hemos dedicado para hacer esta entrevista se me quedaron cortas, pero las obligaciones de ambos nos reclamaban. Salimos del restaurante y, caminando hacia la puerta, aún seguimos haciéndonos recomendaciones gastronómicas. Sin duda alguna, este ha sido uno de mis vinos más interesantes. No sé si este mundo ha perdido un gran médico o ha ganado un gran abogado. Lo que sí estoy seguro es que tenemos a nuestra disposición a un gran ser humano.