Una responsabilidad social

La importancia del entorno. Sólo el 0,3 por ciento de las denuncias en los juzgados o la Policía procede de familiares o allegados y un tercio de las llamadas al 016

24 nov 2016 / 21:11 h - Actualizado: 25 nov 2016 / 07:00 h.
"Violencia de género","El machismo que mata"
  • Las campañas institucionales insisten en el apoyo a la víctima por parte de todo el entorno. La sociedad sale a la calle tras cada crimen machista. / El Correo
    Las campañas institucionales insisten en el apoyo a la víctima por parte de todo el entorno. La sociedad sale a la calle tras cada crimen machista. / El Correo

Con el lema Yo hago frente, la campaña institucional de la Junta contra la violencia de género incide en la importancia de que la sociedad se involucre en la denuncia de cualquier caso de malos tratos del que sean testigos o tengan conocimiento directo o indirecto. También la campaña Hay salida del Gobierno central refleja en un vídeo a vecinos, compañeros de trabajo y familiares haciendo llegar a una mujer el mensaje, escrito en sus manos, de que no está sola para dar el paso. El gran avance de la Ley contra la violencia de género ha sido convertir un problema que se consideraba «cosas de parejas» en las que no había que meterse en un asunto que incumbe a toda la sociedad. No sólo para educar en prevenir conductas machistas que pueden desembocar en malos tratos sino para salvar la vida de mujeres atrapadas en relaciones en las que están en riesgo.

Pese a esa conciencia social, los datos reflejan que el compromiso a la hora de actuar aún es limitado. El paso más fácil y que menos compromete es hacer una llamada anónima y gratuita al teléfono 016 para alertar de una pelea en la calle, gritos o golpes en el piso de al lado o cualquier sospecha de que una mujer es maltratada. La proporción de llamadas realizadas por familiares o allegados de la víctima u otras personas se mantiene prácticamente inalterable en un tercio del total desde la puesta en marcha de este teléfono. En septiembre de este año, por ejemplo, en Sevilla se efectuaron 384 llamadas a este teléfono de las que 108 fueron realizadas por familiares y allegados de la presunta víctima y una docena por otras personas sin relación directa con la misma. En Andalucía, de las 1.481 llamadas realizadas al 016 en septiembre, el entorno de la víctima realizó 425 y terceras personas 46.

Las denuncias presentadas en los juzgados de violencia de género por personas distintas a la propia víctima son aún más escasas. En el primer semestre de este año, de las 3.659 denuncias presentadas –directamente en los juzgados o a través de la Policía– sólo el 0,3 por ciento partieron de familiares de la presunta víctima de malos tratos, en concreto una directamente en los tribunales y diez en la Policía (lo que hace que el caso llegue al juzgado mediante un atestado policial).

La Policía de oficio inició el procedimiento de denuncia en 419 casos pese a la negativa de la víctima a presentar una denuncia contra su supuesto agresor; 480 casos (el 13 por ciento) llegaron a los jueces a través de partes de lesiones remitidos por los servicios sanitarios ante la sospecha de que éstas son fruto del maltrato; y 28 (0,7 por ciento) mediante notificaciones de otros servicios de asistencia a terceros (como servicios sociales comunitarios o centros de información a la mujer).

Los expertos coinciden en que la violencia de género conlleva un proceso de aislamiento de la víctima, alejándola de su entorno, que dificulta el conocimiento de la situación y su denuncia pero que supone un indicio, sobre todo cuando que una mujer deje de salir con sus amistades o reduzca las llamadas o visitas a su familia supone un cambio drástico de su conducta. La vergüenza que acompaña a la víctima hace que sea frecuente que trate de ocultar su drama. Las excusas sobre caídas o accidentes domésticos para justificar moratones son una realidad a la que los profesionales sanitarios, compañeros de trabajo e incluso los docentes y orientadores del colegio de los hijos están atentos y cuentan con protocolos para descifrar indicios y poner en marcha actuaciones policiales y judiciales.

En el caso de los educadores, los cambios de conducta en los pequeños cuando son testigos directos o indirectos de la violencia, e incluso conviven con el maltratador, también son signos de alerta. Además de los casos con las propias alumnas como víctimas. En el maltrato que afecta a las adolescentes, el grupo de iguales juega un papel fundamental para dar la voz de alarma ya que con frecuencia presencia situaciones y conoce al presunto maltratador más que la familia.

La campaña de la Junta Frente a la violencia machista, la distancia la pones TÚ busca, según la presidenta, Susana Díaz, y la consejera de Igualdad, María José Sánchez Rubio, «concienciar de que, ante la violencia de género, todas las personas son parte activa en una cadena humana que protege a las víctimas y hace frente al agresor». Se dirige a los profesionales que en los sucesivos pasos de la denuncia y el proceso de salir de esa situación trabajan con la víctima pero también a una sociedad que pueda apretar el botón rojo de alerta y dar la vuelta a la tortilla haciendo que el aislado sea el agresor.

Y es que, en ocasiones, la sociedad es más dura con la propia víctima cuando retira la denuncia o vuelve con el maltratador que con éste sin tener en cuenta la «carga emocional» que vive. Por no hablar del miedo, la vergüenza e incluso la presión social que llega a recibir, sobre todo si hay hijos de por medio. «Es muy duro mantener la denuncia contra el padre de tus hijos sabiendo que puede ir a la cárcel y que ellos un día te lo pueden echar en cara», reflexiona la fiscal de violencia de género de Sevilla, Ana Ortiz. Su homóloga de Huelva, Adela García, pide «comprensión» ante mujeres que «están anuladas. Tenemos que decirle que estamos ahí. La sociedad somos los peores a la hora de valorarlas».