Una vida profesional muy lejos del estigma

De las redes sociales a la NASA, los gitanos están presentes en todos los aspectos de la sociedad

19 dic 2016 / 08:00 h - Actualizado: 19 dic 2016 / 07:00 h.
"Colectivo gitano","Sobrevivir a los estereotipos"
  • La diseñadora Juana Martín, en un certamen de moda celebrado en Barcelona. / Efe
    La diseñadora Juana Martín, en un certamen de moda celebrado en Barcelona. / Efe
  • Juan Manuel Martín, arquitecto técnico.
    Juan Manuel Martín, arquitecto técnico.
  • Tamara Torres, teniente de alcalde de Lebrija.
    Tamara Torres, teniente de alcalde de Lebrija.
  • Miguel Ángel Vargas, historiador.
    Miguel Ángel Vargas, historiador.

Durante décadas, por no decir siglos, los gitanos han sido objeto de los más denigrantes retratos en el cine, la literatura, el arte o los chistes. Y todavía resuena la polémica de la acepción del Diccionario de la Real Académica que definía al gitano como trapacero, es decir, «que con astucias, falsedades y mentiras procura engañar a alguien en un asunto».

Lo cierto es que en los últimos tiempos, los estereotipos más perniciosos han ido por fortuna viéndose desplazados por otras visiones más justas, y han sido los propios gitanos quienes se han encargado de consolidarlas con su propio ejemplo. Hoy puede decirse que hay miembros de esta etnia en todos los órdenes de la sociedad, desde la política al deporte, pasando por la ciencia o la literatura, y sin olvidar, cómo no, la música y el arte.

Han llegado hasta la NASA, y no es ninguna hipérbole: ahí está Miguel Mendiola, gitano de la sevillana Puerta Osario que a muy temprana edad se mudó a California, donde consiguió ser vicepresidente de una fábrica aeronáutica, luego técnico de la agencia espacial norteamericana y actualmente trabaja para el gobierno de dicho país.

Otra figura sorprendente es la del joven valenciano Vicente Rodríguez Fernández, activista por los derechos humanos y que lleva varios años involucrado en reivindicar los derechos de la comunidad gitana europea, al que la prestigiosa revista Forbes incluyó el año pasado en su lista de los 30 personajes menores de 30 años más influyentes en diversos ámbitos (tecnología, artes, entretenimiento, ciencia y salud, política, medios de comunicación, etc. ), en concreto en el puesto 26.

Gitano fue también Yul Brinner –por parte de su madre, Marusia Dmítrievna Blagovídova–, que se inició como actor en los círculos gitanos de París antes de protagonizar hitos como Los diez mandamientos. Gitanos fueron Charles Chaplin, pero también la onubense Pastora Vega, descendiente de Pastora Imperio y de Gitanillo de Triana, y probablemente la primera en tener una carrera como actriz en España sin encarnar papeles folklóricos.

Los gitanos, inveterados amantes del buen comer, están presentes, cómo no, en el mundo de los chefs. Uno de los más sobresalientes es el jerezano Manuel Valencia, que se dio a conocer con la bodega La Aldana y con el libro La cocina gitana de Jerez, disfrutando hoy de fama internacional.

¿Y los deportes? Además de una figura como El Peris, que fue portero del Betis y de la selección nacional, y que ahora es educador social, destaca el centrocampista utrerano José Antonio Reyes, futbolista del Arsenal, del Sevilla y ahora en el Español. Y sin salir del balompié, cabe destacar el nombre de Pilar Vargas, presidenta de la Federación Andaluza de Fútbol femenino además de desempeñar numerosos cometidos en la vida política y social de la capital hispalense.

No podemos olvidar a la diseñadora de moda cordobesa Juana Martín, la primera gitana en conquistar la pasarela Cibeles de Madrid. Procedente de una familia de vendedores ambulantes, es una de las estrellas insustituibles de cada año en el Salón Internacional de la Moda Flamenca de Sevilla (Simof) y tiene entre otros galardones el premio Día de Andalucía.

Otra mujer destacada es la periodista lebrijana Tere Peña, que obtuvo el Premio Nacional de la Cátedra de Flamencología de Jerez por la difusión del cante gitano que ha realizado durante años en su programa Temple y Pureza, de Radio Olé. Además, ganó un premio Grammy de la música en 2002 por la producción de la obra Mis 70 años con el cante, de Chocolate.

Del sector de la comunicación procede también José Heredia, hijo del José Heredia Maya –el primer profesor gitano de la universidad española– y sociólogo, periodista y director de documentales. Y periodista es asimismo Antonio Ortega, que acaba de ver reeditado su libro Voz de canela, dedicado a la figura del Bizo Amate.

Son solo algunos nombres, hay muchos más y en todos los sectores. Entre todos han logrado, queriéndolo o no, desterrar los tópicos racistas, por más que siempre haya camino por recorrer.

«NOS SENTIMOS GITANOS PERO ES ALGO QUE VIVIMOS CON MUCHA NORMALIDAD, YA ESTAMOS MUY MEZCLADOS»

Como hijo de padre gitano y madre paya es lo que se llama «mezclado» y bromea con que «para los gitanos somos payos y para los payos gitanos». Juan Manuel Martín Núñez se dedica profesionalmente a la arquitectura técnica, aunque en Sevilla es más conocido por ser la segunda generación de capataz del Señor de la Salud, de la Hermandad de los Gitanos, al frente de cuyo paso sustituyó hace apenas dos Semanas Santa a su padre tras ser su segundo capataz. Esa faceta hace que sea conocida su condición de gitano que de otro modo pasaría desapercibida, reconoce.

Asegura que ni durante sus años en el colegio de Los Salesianos de la Trinidad ni en la Universidad ha sentido discriminación alguna y reconoce que en su familia, una saga de «pescaderos», es su generación la primera que ha tenido acceso a estudios superiores, en igualdad de condiciones de mujeres y hombres. Aunque sí reconoce que en el ámbito doméstico «no somos tan modernos en el reparto de las tareas».

«Para nosotros ser gitanos es algo que vivimos con mucha normalidad. Tengo amigos y compañeros abogados, arquitectos... hemos tenido la oportunidad de estudiar y hemos querido y la hemos aprovechado. Donde hay problemas es en barrios marginales por la exclusión», destaca. En este sentido, reivindica que la realidad de los gitanos como él también sea visible para los medios y no sólo la de la parte del colectivo que vive en situación de marginalidad.

«Nosotros nos sentimos gitanos», insiste, para despejar dudas de que esa normalización suponga renunciar a sus raíces. Pero también deja claro que lo de casarse jóvenes o «lo del pañuelo para nosotros queda muy antiguo». Admite que «hace 15 años decía que quería casarme como una gitana». Finalmente su mujer no lo es «aunque físicamente lo parece más que yo». «Ya estamos muy mezclados», alega.

«AUNQUE LAS CAMPAÑAS SE NECESITAN, LA MEJOR REIVINDICACIÓN ES LA QUE SE HACE EN PRIMERA PERSONA»

Mujer, joven y gitana. Tres circunstancias que son en parte el secreto del empuje de Tamara Torres, lebrijana de 34 años, pero que en algún momento de su vida han supuesto otras tantas barreras. «En esa situación, sabes que tienes que demostrar el doble, porque te van a exigir el doble», asevera. Hoy, Torres ejerce como teniente de alcalde, y delegada nada menos que de Turismo, de Cultura, de Juventud y Deportes en el Ayuntamiento de su pueblo, en representación del PSOE.

Con anterioridad, desempeñó diversas labores en la Fundación Secretariado Gitano, en Unicef y en Acción contra el hambre, entre otros empeños. Incluso llegó a representar a la comunidad gitana ante la ONU, en 2009, y todavía sonríe al recordar que «me decían que no parezco gitana. Lo que querían decir quizá es que no respondía a los estereotipos. Aunque las campañas son necesarias, creo que la mejor reivindicación es la que se hace en primera persona». Hoy se felicita del trabajo realizado en Lebrija «a nivel vivienda y empleo, sobre todo» para evitar que los gitanos caigan en la maldición del gueto, aunque subraya que «ellos se han ganado a pulso» las ventajas de las que disfrutan hoy, similares a las de los gitanos de otras localidades como Utrera o Jerez.

«Hablamos de una población de 28.000 habitantes, de los cuales 4.000 son gitanos. Eso nos invita a promocionar lo gitano desde todos los ámbitos, muy especialmente desde el cultural. Lebrija no sería lo que es sin ese componente», explica Torres. Entre los retos de futuro que sigue habiendo por delante, la teniente de alcalde señala «explicar de dónde venimos, cual es nuestra historia, lo bueno y lo malo, las persecuciones de que hemos sido objeto... A gitanos como a no gitanos. Conocer el pueblo como tal, y no solo como minoría en riesgo de exclusión».

«FALTA UNA INVESTIGACIÓN SERIA Y SOBRE TODO HECHA POR NOSOTROS»

Mucho antes de convertirse en historiador, el lebrijano Miguel Vargas reparó en un hecho curioso: llevaba toda la vida estudiando, pero nunca, en sus clases, en sus libros de texto, había encontrado mención alguna al pueblo gitano. «Ni en el instituto, ni en la Universidad», recuerda. «Solo una vez, hablando de la evolución demográfica de la sociedad europea, recuerdo que le pregunté al profesor si los gitanos habían supuesto algo para dicha sociedad. No, fue su única respuesta. ¿Siguiente pregunta?»

Hoy, Vargas prepara su tesis bajo el título El espectáculo como oficio en el mundo gitano español de los siglos XVIII y XIX, y forma parte del único equipo –conviene subrayar esa exclusividad– dedicado específicamente a Historia gitana en la universidad española, Pendaripén.

Antes de dedicarse a la Historia, Miguel Vargas estudió Historia del Arte y dirección de teatro, y estuvo desde los 17 años trabajando en los más variados espectáculos, a menudo en torno a historias de emancipación gitana. «Siempre intenté buscar el momento de hacer mi tesis, pero aquí no veía forma de hacerlo. En 2012 estuve a punto de irme a Canadá, pero al final pensé: cinco años sin regresar, el frío de allí... me veía volviendo casado y con tres niños».

Finalmente, se quedó en Sevilla y empezó a barajar temas posibles para su tesis: en un principio se decantó por los gitanos de las gañanías, con el propósito de investigar las durísimas condiciones de vida de los trabajadores del campo, «que en el caso de los gitanos eran doblemente difíciles, y los tenían confinados en sitios específicos para ellos. Una historia muy poco contada».

También se le pasó por la cabeza durante algún tiempo analizar «las diatribas sobre la participación gitana en el flamenco, pero me cansó muchísimo. Decidí no tocar eso, porque está politizado a un nivel absurdo. Se dedica mucho dinero y esfuerzo a contar una versión del flamenco que no nos incluye. De modo que, al final, pensé en la necesidad de explicar que al margen de la historia del Flamenco, los gitanos han participado decisivamente en la historia de este país».

Para Vargas, «uno de los problemas principales que rodea a los gitanos es la falta de una investigación seria, y sobre todo de una investigación hecha por nosotros mismos, por los propios gitanos. Llevan 150 años repitiendo las mismas historias, sin ampliar ni profundizar, mientras que en un país como Estados Unidos ya existen los departamentos de Historia dedicados a todo tipo de minorías étnicas, africanas, indias...».

«La miopía es tal, que la sociedad española no se ve a sí misma como blanca», prosigue Vargas. «El trato de la diferencia, a nivel teórico, se valora en general. Pero cuando la diferencia se tiene que concretar, eso ya es distinto. Al fin y al cabo, la universidad no es más que un reflejo de la sociedad en que vivimos. Se dan pasos, sí, pero son muy pequeños. Creo que las iniciativas deberían ser mucho más valientes, no solo haciendo ejercicios de buena voluntad, sino dotando también con recursos».

Ese es uno de los puntos sensibles que, en opinión del historiador –que además ejerce como concejal de Podemos en el ayuntamiento de su pueblo–, es necesario abordar cuanto antes. Los ejemplos abundan, y salen cuando menos se los espera. «Mira, ahora estoy trabajando en un estudio sobre la presencia de gitanos en los cuadros del Museo del Prado, impulsado por un organismo europeo. Para ello estoy colaborando con una especialista francesa, que ya hizo lo mismo en el Museo del Louvre, en París. ¿Pues a que no imaginas a qué conclusión hemos llegado? A que El Prado, en comparación con el Louvre, es un museo muy blanquito. En la primera pinacoteca de España, apenas hay representación gitana».

«Otra cosa muy llamativa, a propósito de la política, es que no ha habido un parlamentario gitano jamás, en la comunidad con más gitanos del país, que es Andalucía. Y en Madrid, paradojas de la vida, la única diputada nacional es del PP. Pero debemos luchar para que la izquierda asuma que hay un problema, y trabaje por un cinco por ciento de representación multicultural», concluye Vargas.