Y después de la Navidad, es el turno de la reventa

10 ene 2017 / 07:00 h - Actualizado: 10 ene 2017 / 08:00 h.
"Consumo","Cómo vencer la cuesta de enero"
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En torno a la reventa postnavideña hay todo un negocio. Existen numerosas empresas que se dedican a ello, como Cash Converters, con presencia también en internet, donde proliferan plataformas como eBay. En todas ellas puedes vender o poner a la venta esos artículos que ya no usamos, desde muebles hasta libros, pasando por aparatos tecnológicos, o aquellos que no nos han interesado, o que nos han regalado pero que ya teníamos repetido. Aunque ya haya pasado la vorágine de las fiestas navideñas y los regalos, aún hay quien se desliza por las redes o visita comercios de esta índole en busca de ofertas. Es una buena manera de mejorar nuestra economía tras la Navidad, evitar la acumulación de productos que no usas y sacar beneficio por ello.

Plataformas digitales como Wallapop o Ebay fomentan el ahorro y la reutilización de todo tipo de objetos pero también fomentan el consumo. Para quien no quiere devolver los regalos navideños, desde hace unos años resulta muy sencillo reciclarlos o darles una segunda vía. Desde casa, desde el sofá y con un simple clic se pueden revender.

La proliferación de las nuevas tecnologías y los años de crisis han cimentado estas nuevas opciones comerciales, algo de lo que se benefician las compras y los regalos navideños no escapan de ello. Para Mayo Fuster, directora del grupo de investigación Dimmons de la UOC, tenemos nuevas maneras de consumir porque las nuevas tecnologías «han cambiado los circuitos de consumo». Lo prueba el estudio Navidad Digital realizado por Privalia, que dice que 9 de cada 10 familias españolas han comprado hasta el 80 por ciento de sus regalos de esta Navidad en tiendas digitales, un 10 por ciento más que el año pasado. Y prefieren hacerlo desde casa, por la noche y desde el móvil.

Este modelo en auge no sólo ahorra colas y dinero sino que ha modificado las fórmulas de consumo, recibiendo especial relevancia del llamado consumo colaborativo, que se define como «una interacción entre dos o más sujetos, a través de medios digitalizados o no, que satisface una necesidad real o potencial, a una o más personas». De este modo se ahorran colas y dinero, y se pone en contacto a gente que vive en el mismo barrio o en la misma ciudad.

Según un informe de UOC News, la Unión Europea cuantificó el impacto del mercado colaborativo en 28.000 millones de euros en 2015. Y existe la previsión de que en 2025 mueva más de 300.000 millones de euros en todo el mundo. Sin embargo, y pese a las buenas expectativas, los expertos aseguran que las cifras están muy hinchadas y que este cambio todavía es muy incipiente. Los niños siguen recibiendo juguetes nuevos en su gran mayoría, y si alguien tiene alguna duda de ello solo tiene que echar un vistazo a los contenedores de basura el día 6 por la noche.

La llamada economía circular, que facilita que «el producto no se tire, sino que se reutilice», es una cultura a desarrollar aún, que está perjudicada por los intereses de empresas y comercios –a quienes no les interesa perder ventas–, y por la necesidad de una mayor credibilidad para estas plataformas de las que muchos opinan que se aprovechan del concepto colaborativo solo para vender.