Zambullidas y banderas con la cucaña

La tradición más divertida de la Velá de Santa Ana congregó a decenas de participantes en la zapata del Guadalquivir con el objetivo de conseguir una de las cinco banderas del día

22 jul 2016 / 22:10 h - Actualizado: 23 jul 2016 / 18:41 h.
"Velá de Santa Ana"
  • Uno de los participantes de la cucaña, a punto de alcanzar el objetivo. / José Luis Montero
    Uno de los participantes de la cucaña, a punto de alcanzar el objetivo. / José Luis Montero

Un par de flexiones... ¡y a por la bandera! Este era el ritual de la veintena de jóvenes que intentaron ayer recorrer la cucaña y atrapar este objetivo de su extremo, en la zapata de la calle Betis. La tradicional competición de la Velá de Santa Ana ofreció al público un espectáculo de zambullidas, piruetas y valor, mientras sus participantes intentaban conseguir uno de los premios del día.

La cucaña, que empezó con algo de retraso, contó con un clima muy favorecedor: sol para los mojados participantes en la barca y brisa y sombra para los espectadores. Los más impacientes se tiraron al río incluso antes de poder subir a la barca, esperando una vez en ella su turno para recorrer el resbaladizo palo de siete metros. «Es un juego muy bonito, se le coge cariño a la cucaña», decía Rocío Maya, campeona del año pasado y única participante mujer de ayer. Con el puente de Triana de fondo, Maya tiene claro el truco: «No mirar al palo, sino a la bandera, y caminar de lado».

Por su parte, el campeón de la edición de 2015 y participante desde los ocho años, Pablo Márquez, ve clave mantener el equilibrio «y mucha fuerza en las piernas, pero también talento en la sangre». No faltaron los artistas que ante la inminente caída de la cucaña aprovecharon para hacer piruetas, como tampoco los golpes y espaldarazos al agua, con un entregado público que coreaba con «Uys», «casi» y aplausos.

El más vitoreado de todos fue un participante de honor, el veterano Javier Morales, trianero que ha participado y ganado decenas de años. Con más de sesenta años, la última vez que participó fue en 2003, y cada vez que Morales subía a la cucaña la expectación crecía. Él tiene claro lo más importante: «Hacer una salida fuerte. Y saber que te vas a llevar muchos golpes», bromeaba. Morales, además, participa activamente en el día a día de Triana, ocupando un puesto en la junta de distrito.

La primera bandera conseguida llegó tras una veintena de intentos. En los próximos días de la Velá, se repetirá la actividad a las 18.30, ofreciendo otras cinco banderas diarias que tiene una compensación económica de unos 30 euros. Conforme caía la tarde, el olor de la Velá iba calando en los presentes. Después de estos chapuzones y aplausos, tocó disfrutar de la comida y bebida, el baile y las risas, en las casetas a la vera del río, ya que, como reza una de las placas de cerámica de las calles trianeras, Garrotín, garrotán, ya huele en la calle Beti a sardinitas asá.