Rotspanier: Esclavismo nazi, vergüenza francesa y olvido español

La memoria histórica más horizontal tiene lagunas. La Guerra de España (1936-39) generó mucho olvido. Uno fueron los miles de esclavos de nazis en suelo francés

Rafael Guerrero. / Juan-Carlos Arias

Juan-Carlos Arias

La crónica del pasado sabíamos se escribía por vencedores. Y conocíamos que durante la Segunda Guerra Mundial (IIGM, 1941-1945) los aliados se impusieron al Eje Tokyo-Berlín-Roma. Desde el 1945 el mapa del mundo se dibujó entre aliados y soviéticos. Esa es la letra gorda. Y ya fue enmendada.

El conflicto fratricida español tiene quien le escriba. Aún palpita en libros, reportajes, películas e historias que no dejan de fluir. En el capítulo del exilio que generó el régimen franquista (1939-1975) se calculó en casi 500.000. Colapsó la frontera hispano-gala desde finales del 1938, cuando ya se sabía que la IIª República (1931-1939) vivía sus estertores, tras quedar huérfana del apoyo de países democráticos.

Las autoridades francesas maltrataron al exilio en campos de concentración. Los implantó en la costa mediterránea. Argelès-Sur-Mer o Saint-Cyprien, por ejemplo, fueron playas donde legionarios de color y gendarmes galos vigilaban el ‘problema’, no ayudaban a sus vecinos de abajo en graves apuros.

Se calcula que gran parte del exilio emigró a América, escaparon de la ‘hospitalidad’ gala sureña o murieron por el tortuoso camino. En mayo de 1940 los nazis llegan hasta la frontera pirenaica con el aplauso francés. A Hitler lo encarnó el Régimen de Vichy que lideró el Mariscal Petain.

Desde entonces, el exilio de republicanos inició otra guerra. Casi 10.000 compatriotas se unen a la Resistencia Francesa por su experiencia bélica. Otros se alistaron en la Legión gala, o fueron recluidos en campos de concentración nazis centroeuropeos (Güsen, Dachau, Steyr, Mauthausen....). Muchos más fueron deportados a España, tras reclamarlos el régimen franquista, con la impagable ayuda de la Gestapo.

Casi 70.000 españoles, calculan los expertos, fueron empleados por los nazis y empresas francesas -títeres del colaboracionismo- como esclavos para construir en la costa atlántica 3.000 búnkeres y 4 bases de submarinos. Los conocidos como Rotspaniers (rojos españoles, en alemán) representan ese renglón de la historia que no se escribió en Francia con nombre alemán.

Es el país que, pensaron los españoles, sería de ‘libertad, fraternidad e igualdad’, de la Revolución que guillotinó el absolutismo monárquico. En España la palabra ‘rojo’ politico ya sabemos lo que equivalía para el franquismo (detención, cárcel, paredón, cuneta...). Alemania se limitó a indemnizar, en este espinoso tema y décadas después, con dinero el abuso del finiquitado III Reich. Es decir, los Rotspanier son tan huérfanos como su mero nombre.

El tesón de la memoria

Rafael Guerrero Moreno (Granada 1957) es un todoterreno del periodismo y la historia con mayúscula. Licenciado por la Complutense y Doctorado Cum Laude por la Hispalense en 2016 con la Tesis ‘Memoria histórica: una experiencia desde Andalucía’ nunca olvidó a los Rotspanier.

Su densa trayectoria periodística merece párrafo aparte. Fue redactor-jefe del diario Jaén y los granadinos El Día e ideal. Antes de jubilarse como directivo en la RTVA fue redactor-jefe y subdirector del Correo de Andalucía (1988-2001). En Canal Sur Radio, desde 2006 hasta 2021, dirigió La memoria, espacio laureado por la osadía del necesario memorialismo.

Moreno también compiló entrevistas a fedatarios del pasado que se quería sepultar (Testigos de la Memoria, Aconcagua 2014) e hizo sus pinitos en documentales (De la cruz al martillo -2018- y el Complot de Tablada) como guionista. Fruto de una titánica labor documental decidió estrenarse en la dirección cinematográfica. Recorrió archivos y lugares, entrevistó a descendientes e ilustró la pródiga historia de los Rotspanier por primera vez. Repetimos, el tema chirría en Francia, recuerda la barbarie nazi para Alemania. En España, país de las víctimas, sufrió el peor de los olvidos.

El documental

Avalado del coraje para abordar un tabú que se resiste, Rafael Moreno buscó las huellas y realidades de los Rotspaniers. Apoyado por la Diputación de Cádiz, el gobierno español, las Universidades de Brest (Francia) y Tarragona logró filmar 'Rotspanier, los esclavos españoles del nazismo'. La cinta incluye imágenes actuales espectaculares a vista de pájaro de la costa francesa que se combinan fotos de archivos oficiales y particulares. La música, evocadora y atenta al ritmo cinematográfico, es de J.M. Mantecón quien añade la tecla del piano para ganar ritmo narrativo.

La cinta es de 81’ y la incluye en su catálogo operativo la Asociación Andaluza para la Recuperación de la Memoria Histórica Manuel Barrios (AARMHMB). Hay testimonios de historiadores de varios países, hijos y nietos de Rotspaniers y colectivos memorialistas. También, las secuencias de un dron que graba, como un águila, una dimensión cinematográfica elocuente. El Muro Atlántico que levantaron manos españolas se dimensiona adecuadamente. Sabemos que las obras se sabotearon, pues nuestros republicanos estuvieron unidos para parar el fascismo en suelo francés.

También, como repetían Unamuno, Machado, Ortega el alma española se disgregó también en el exilio. Varios relatos reiteran que los Rotspaniers, incluidos quienes valorizan su memoria, se fragmentaron entre comunistas, anarquistas, republicanos moderados y, en menor número, socialistas. Las rejas del trabajo esclavo entrañaron un reto común, pero el poso quedó diluido. Muchos esclavos se liberaron en la Resistencia gala, se refugiaron con ayuda antinazi, o bien cambiaron de destino con mejores condiciones del trabajo esclavo.

El estreno mundial

El pasado 21 de septiembre no pudo escogerse mejor escenario para estrenar el documental que dirigió Rafael Guerrero. Un repleto salón de actos del Centro Cívico Sindicalistas ‘Soto, Acosta y Saborido’ tuvo el privilegio de la premiere. El evento lo fue en el mismo lugar donde estuvo la cárcel La Ranilla, cuya memoria se desvela gracias a la mano municipal.

Palabras de Juan Ramón Troncoso, Presidente de la AARMHMB, precedieron a las de Juan Tomás de Aragón, de la Oficina de la Memoria municipal sevillana. Repasó, en un detallado informe verbal, las actividades de dicha Oficina en ausencia del Alcalde Antonio Muñoz, invitado al acto.

Emotivo y didáctico fue el discurso de Fernando Martínez López, secretario de estado de la Memoria Democrática del gobierno español. Contento por compartir el apoyo a la cinta de Guerrero y estar en Sevilla, detalló las directrices y logros de su departamento. Alcanzan los planes educativos y una ley que registra enmiendas y urgencias. Hasta adelantó que la norma sacará los restos de Queipo de la Macarena lo que aplaudió la concurrencia.

Rafael Guerrero culminó la presentación del documental que dirige. Detalló la plantilla que participó en la elaboración del mismo, la profesionalidad y generosidad que han compartido. Los silenciados herederos de los Rotspaniers se desplazaron hacia la zona de rodaje principal, costa atlántica francesa. Acudieron en parte por esa llamada interior que fue, exclusivamente, para que se oyera una voz que ha dejado de ser inédita.

Nunca más

Si algo quedó claro en un documental, del que aún se negocia su difusión en televisiones y plataformas multimedia, es que los Rotspaniers son exilio español con dimensión europea. Forzados por los nazis alemanes trabajaron para empresas francesas que hicieron negocio con su estatus de esclavos del siglo XX.

Las imágenes del documental pasean al espectador por lugares donde se tributa la liberación francesa de los nazis por republicanos españoles. Muchos monumentos homenajean a estos héroes que, en su propio país, literalmente se les ninguneó. En Francia, no obstante, es frágil ese tributo.

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Leclerc y sus hombres entraron en París derrotando a los nazis. La nueve, con tanques y soldados españoles, fue un batallón de republicanos que el General De Gaulle se cuidó de ocultar a sus compatriotas para no remover demasiado la verdad. ‘No pasarán’ era el lema de esos milicianos de la democracia. El mismo lema que tienen los pocos tributos galos a quienes les ayudaron a liberarse de la barbarie nazi. ‘Nunca más’ sería la consigna que se comparte tras ver el magnífico documental que ilustra a los Rotspaniers

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