Entrevista | Ángeles Taro Divulgadora feminista en redes sociales y escritora
"Para las mujeres, ningún tiempo pasado fue mejor"
La divulgadora y tiktoker publica su libro 'Exaltadas, locas, modernas' (editorial Bruguera) en el que rescata los nombres y las historias de grandes mujeres de la historia que fueron olvidadas y silenciadas para reivindicar su importancia
Camille Claudel, Agnódice, Laura Herford, las Munionettes, Sor Juana Inés de la Cruz, Cristina de Pizán... puede que al lector le suenen alguno de estos nombres, pero lo más común es que sean desconocidos para la mayoría de la población. Son los nombres de mujeres cuyas admirables biografías han sido olvidadas en los libros de historia. Olvidadas, silenciadas, menospreciadas, invisibilizadas, mientras los hombres ocupaban los espacios en todos los ámbitos del arte, de la ciencia, de la política, de la academia, de la vida.
La divulgadora Ángeles Taro se dedica a recuperar las historias de los referentes femeninos "que nos han allanado el camino" y reivindicarlas. Lo hace a través de sus redes sociales, donde cuenta con 78.000 seguidores en Instagram y otros 280.000 en TikTok. Con un tono cercano, desenfadado y sarcástico, sus vídeos le han ganado dos nominaciones a los premios TikTok en el ámbito de divulgación. Ahora, Taro se ha lanzado al formato papel y ha publicado el libro 'Exaltadas, locas, modernas' (editorial Bruguera).
PREGUNTA: ¿Cómo fue su acercamiento al feminismo?
RESPUESTA: El feminismo es un proceso. No conoces ni te involucras en todas las cuestiones que te van a afectar por ser mujer. Es algo que vas aprendiendo conforme vas siendo víctima de ello.
P: ¿Hay algún referente femenino que le gustaría destacar? Algún personaje público o alguien de su entorno.
Una cosa que nos afecta a muchas es que hemos carecido de referentes mujeres, al menos en nuestra adolescencia. No empecé a tenerlas hasta ser mayor, intentando descubrirlas y estudiando la historia.
P: En sus vídeos y en el libro cuenta historias muy duras, y consigue transmitirlas con un toque de humor, incluso de sarcasmo. ¿Se le hace difícil a veces?
R: Me sale un poco natural porque soy así, yo hablo con mucho sarcasmo, entonces no me ha costado mucho llevármelo a las redes sociales. También creo que es una manera de llegar a la gente, que no sean sólo vídeos y libros para doctorandas y personas que tengan un nivel súper alto. Mi intención es llegar a todo el mundo, a quien le interese y ojalá también a quien no le interese.
P: En el libro rescata historias de mujeres que fueron silenciadas, menospreciadas e invisibilizadas, como la de Camille Claudel. ¿Está la sociedad reparando la memoria de estas mujeres y dándoles el espacio que merecen?
R: Por suerte, desde hace unas décadas se está trabajando mucho —sobre todo por parte de mujeres que hacen un revisionismo de la historia— en recuperar a todas esas mujeres que se invisibilizaron. Se han recuperado un montón de ellas, pero la balanza está tan desequilibrada que todavía queda mucho por hacer.
Durante miles de años los hombres han formado parte del relato principal de la historia, es complicado que en pocos años podamos dejarlo en un 50-50. Por ejemplo, los niños y niñas siguen estudiando en sus libros de texto una mayoría de personajes masculinos; las mujeres a lo mejor tienen un recuadro, tipo Las Sinsombrero, pero poco más.
P: Recoge una cita de Simone de Beauvoir: "Nunca olviden que sólo hace falta una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres sean cuestionados. Estos derechos nunca pueden darse por sentados. Debes permanecer vigilante durante toda tu vida". Es una idea que repite en varias ocasiones a lo largo del libro. ¿Cree que estamos en un momento de retroceso o de avance en derechos?
R: Estamos… que no podemos bajar la guardia. Se supone que vamos para adelante, pero cuando ves que uno de los posibles presidentes del país “amenazaba” con suprimir el Ministerio de Igualdad porque no era necesario; o cuando ves el porcentaje de hombres que afirman que las políticas de igualdad no son necesarias, pues… No hay que bajar la guardia, porque de repente puede llegar otro tipo de gobierno, u otro tipo de persona que va a tomar decisiones sobre tus derechos.
P: Menciona el caso de las Munitionettes: un grupo de mujeres que durante la Primera Guerra Mundial trabajaban fabricando munición para el Ejército británico y triunfaron en el mundo del fútbol y a las que, tras el conflicto, se les prohibió dedicarse a este deporte.
R: En una época en la que el fútbol femenino tuvo un auge brutal. Llegaron a llenar el estadio Goodison Park en Liverpool con 53.000 espectadores. Y cuando terminó la guerra les dijeron que no podían utilizar los espacios oficiales y les pusieron restricciones refugiándose en supuestos estudios que alegaban que practicar fútbol era perjudicial para la salud de las mujeres. Ah, bueno, guay: han estado haciendo armas con productos tóxicos y elementos explosivos y eso no ha sido peligroso; jugar al fútbol, sí. Parece que, a día de hoy, las mujeres siguen triunfando en el deporte y no les estamos haciendo ni caso.
P: Recientemente, la selección femenina de fútbol ganó la UEFA Nations League. ¿Se está avanzando en la visibilidad de las deportistas? ¿Cómo cree que hubiera sido la repercusión si se hubiera tratado de la selección masculina?
R: No me había enterado. El otro día lo decía Henar Álvarez en el programa de Évole: en los telediarios se dedican 20 minutos al día al fútbol masculino. Eso no lo tienen las mujeres. Sí se está consiguiendo más visibilidad, pero las jugadoras no tienen la misma repercusión y no cobran, por supuesto, lo mismo que los hombres. Hay que hacer un trabajo de educar a la población en ese sentido.
P: Hablemos de redes sociales. En ellas encontramos divulgadoras feministas con miles de seguidores, pero también montones de tiktokers que lanzan mensajes machistas. ¿Son un arma de doble filo?
R: Esa gente [los tiktokers machistas] tiene acceso a un móvil, tiene una voz y puede grabarse diciendo cualquier barbaridad. La violencia que promulgan no es una violencia explícita ni palabras malsonantes que puedan censurar las redes sociales, sino que el mensaje en sí es violento.
Los youtubers antifeministas también se están expresando. Y se dedican, ya no sólo a atacar el feminismo, sino a perfiles concretos de mujeres que están haciendo feminismo, a acribillarles llevándoles avalanchas de hate. No sé hasta qué punto eso está regulado porque, por suerte, — y toco madera— nunca me he visto involucrada en algo así, pero sí muchas compañeras.
Cada vez somos más conscientes. Si una chica de 16 años está sufriendo violencia machista, ahora puede tener más herramientas
P: Cada vez es más habitual ver a chicas muy jóvenes, por ejemplo, en concentraciones feministas. Pero también hay datos que indican que la violencia de género entre los adolescentes está aumentando. ¿Estamos ante una generación más concienciada o más reaccionaria y machista?
R: Yo intento aferrarme a lo positivo. Tengo mucha esperanza en las generaciones nuevas y creo que pueden aportarnos cosas muy positivas. También es cierto que aparecen titulares y estadísticas que te hacen llevarte las manos a la cabeza… Creo que eso es un toque de atención para lo que comentábamos al principio: no bajar la guardia. Hay que enfocarse mucho en la educación de los jóvenes y de los adolescentes, que serán los adultos del futuro y quienes construyan una sociedad más igualitaria.
Trato de mirar el lado positivo. Pienso que cada vez somos más conscientes y que si una chica de 16 años está sufriendo violencia machista, ahora puede tener más herramientas para identificar lo que le está sucediendo y denunciarlo —con todas las dificultades que aún tenemos—.
P: ¿Cómo rompemos los techos de cristal a la vez que nos despegamos de los suelos pegajosos?
No soy el genio de la lámpara, no tengo la respuesta. Lo único que sé que hay que hacer es seguir visibilizando que existen estos problemas y educar, educar y educar. Yo trato de hacerlo concienciando sobre toda la historia que hemos sufrido las mujeres.
Hay que tratar de llegar a esas personas con la mente más cerrada, para que no se pongan a la defensiva, que parece que tenemos que estar pidiendo perdón por ser feministas. Y decirles: "tenemos un problema como sociedad, del que tú, hombre, formas parte, y nos tienes que echar un cable para solucionarlo".
P: El síndrome de la impostora: como influencer, como divulgadora, en el proceso de elaboración del libro, ¿le afecta?
R: Todos los días.
P: ¿Y cómo lo gestiona?
R: No sé cómo se gestiona. Mal. Como se pueda, ¿no? Sabes que existe, eres consciente de por qué existe —que en la sociedad machista las mujeres hemos carecido de referentes, que nos han dicho que no somos capaces, que no se nos han dado las mismas oportunidades, etc.—, pero es lo que hay. Hay que lidiar con ello. Hay que intentar creérselo, con mucha terapia, con mucho ejercicio de decirte: "venga, soy capaz. Sé de qué va el libro porque lo he escrito yo", cosas así que me tengo que ir repitiendo cada día. También, apoyándome mucho en mi entorno. Quieras que no, necesitas ese refuerzo externo. Pero, sobre todo, haciendo mucho ejercicio interno.
P: ¿Cree que el feminismo en general, y en España en particular, está teniendo suficientemente en cuenta a las mujeres racializadas y a la cuestión de clase?
R: Como feministas también tenemos que hacer nuestro trabajo de entender que hay otras clases de opresiones que, por ser blancas, no vamos a sufrir. Hay que escuchar a más feministas racializadas, a más feministas discapacitadas, etc. Lo mismo que pedimos a los hombres que hagan con nosotras, nosotras tenemos que hacerlo con compañeras que sufren más opresiones sumadas al machismo que ya sufrimos todas.
P: Hace pocos días se conocía la sentencia contra Dani Alves. ¿Considera que están cambiando cosas en los últimos años?
R: La sentencia de Dani Alves —a pesar de que muchas no estamos contentas con los años que le han caído, porque como tiene dinero, 150.000 euros, se ha podido librar de una condena mayor— muestra que se está avanzando. Con políticas anteriores este caso no hubiese tenido ningún tipo de repercusión, ni se hubiese sentenciado que ha sido una violación.
Más que si le caen cuatro años y medio o le caen ocho, a mí lo que me preocupa es cómo se están percibiendo estos casos a nivel social. Que La Manada haya tenido un club de fans; que en un vídeo en redes sociales sobre Dani Alves haya comentarios de gente diciendo "yo lo creo a él"; que una mujer vaya a denunciar una violación y se ponga el foco en ella y se la juzgue públicamente… eso es lo que me preocupa. Alerta, luces rojas, hay que seguir trabajando.
A mi yo de los 15 años le diría que siempre hay una salida para todo. Y que las cosas van a ir a mejor.
P: ¿Es optimista o pesimista respecto al futuro?
R: Yo intento ser optimista porque si no, lo que hago tampoco tendría mucho sentido. Intento que el mensaje vaya calando poco a poco en las personas a las que les llega.
Y una cosa que siempre digo es que ningún tiempo pasado fue mejor. Por mucho que nos digan que los '80 fueron súper ideales, mentira. Vamos en un camino hacia delante en el que puede haber alguna caída, sí, pero hacia adelante.
P: ¿Qué le diría a su yo de 15 años?
R: Dios mío… es complicado… Le diría que siempre hay una salida para todo. Y que las cosas van a ir a mejor.
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