Mujeres rurales. Cooperación al desarrollo

Un reto adicional para la cooperación al desarrollo

Analizamos la urgencia de un enfoque feminista que aborde la pobreza y la brecha de género en el mundo rural y siembre un futuro más justo y sostenible

Nekane Chamorro, coordinadora Redacción Central de Prensa Ibérica; Miriam Císcar, jefa del Departamento de Cooperación Sectorial de AECID; Cristina Ruiz, gerente de Energía de acciona.org; Vega Díez Pérez, directora del área de Cooperación Internacional de CERAI;  Marta Pajarín García, doctora en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales y experta en género y desarrollo.

Nekane Chamorro, coordinadora Redacción Central de Prensa Ibérica; Miriam Císcar, jefa del Departamento de Cooperación Sectorial de AECID; Cristina Ruiz, gerente de Energía de acciona.org; Vega Díez Pérez, directora del área de Cooperación Internacional de CERAI; Marta Pajarín García, doctora en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales y experta en género y desarrollo. / ACCIONA

Las mujeres rurales representan una cuarta parte de la población a nivel mundial. El 43% de las personas que trabajan en la agricultura son mujeres y, sin embargo, solo el 15% de los propietarios de tierras lo son. Naciones Unidas ha puesto el foco en la situación y condiciones de vida de las mujeres y niñas en los entornos rurales y ha declarado el 15 de octubre como Día de la Mujer Rural. El principal objetivo es luchar contra esta brecha de género específica, que se agudiza en los países más pobres y las zonas más remotas, donde las niñas y mujeres llevan el peso de la familia.

Prensa Ibérica también ha querido dar visibilidad a esta situación mediante un encuentro celebrado el pasado jueves, 10 de octubre, en colaboración con ACCIONA, en el que un grupo de expertas abordaron la situación de las mujeres en el mundo rural.

Marta Pajarín, Doctora en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales

«Las mujeres son el motor del mundo rural, son las que trabajan no sólo en la producción, también en el procesamiento y en la distribución»

Marta Pajarín, doctora en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales y experta en género y desarrollo, aseguró que el mundo rural actualmente plantea posibilidades más allá del contexto agrícola y resaltó que «las mujeres son su motor», contribuyendo no sólo a la producción, sino también al procesamiento y a la distribución. Sin embargo, lamenta que enfrentan múltiples discriminaciones, desde su propia condición de mujer, hasta la ubicación geográfica, que complica su acceso a recursos y oportunidades.

Miriam Císcar, jefa del Departamento de Cooperación Sectorial de AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional), también afeó que «lamentablemente, la pobreza tiene rostro de mujer», pero quiso compartir un dato alentador: desde 2018, se ha incrementado en un 174% el presupuesto del ODS 5 destinado a la igualdad de género, lo que refleja un compromiso firme hacia una cooperación feminista.

Cristina Ruiz, Gerente de Energía de acciona.org

«Cuando no hay luz, la vulnerabilidad que tienen las mujeres y las niñas es aún mayor ante diferentes tipos de agresiones y discriminaciones»

La gerente de Energía de Acciona.org, Cristina Ruiz, destacó la importancia que tiene para estas mujeres el acceso a servicios básicos como la electricidad, el agua y el saneamiento: «Cuando no hay luz, la vulnerabilidad que sufren las mujeres y las niñas es aún mayor ante diferentes tipos de agresiones y discriminaciones». Y también explicó que «normalmente, son las responsables de todas las tareas del hogar, con lo cual estar en casa en un entorno oscuro, sin electricidad, les perjudica más que al resto de la familia». Carecer de estos recursos les hace, además, emplear un esfuerzo en ir a buscarlos «y son ellas las que dejan de dedicar ese tiempo a los estudios o al trabajo remunerado».

Vega Díez, Directora del área de Cooperación Internacional de CERAI

«Hasta que las cosas no se visualizan y no se ponen de manifiesto, hasta que no me hablan de mis derechos, yo no soy consciente de que vulneración tengo»

La activista y especialista en género Vega Díez, directora del área de Cooperación Internacional de CERAI, sostuvo que para conseguir un proceso transformador en el mundo rural «ninguna ONG sola ni ningún actor más grande en solitario pueden generar estos cambios». Además, detalló que estos «deben ser lentos pero seguros y han de centrarse en la creación de condiciones que garanticen siempre la seguridad y la autonomía de las mujeres».

La semilla del feminismo, la clave

La inclusión de mujeres en comités de decisión y la promoción de iniciativas lideradas por ellas son pasos fundamentales para transformar la dinámica de poder en estas comunidades. Cristina Ruiz, de Acciona.org, puso como ejemplo el proyecto de su fundación en Panamá, donde la mayoría de los centros de atención eléctrica están liderados por mujeres: «Muestran que la mujer puede tener un rol diferente en esa comunidad y esperamos que sirva de ejemplo para todas las demás».

Por su parte, Marta Pajarín remarcó como esencial adaptar los tiempos y métodos de trabajo para permitir una participación de las mujeres, reconociendo su carga de trabajo y sus múltiples responsabilidades. Esto incluye crear espacios seguros donde puedan expresar sus necesidades y aspiraciones sin barreras. Y subrayó la necesidad de una responsabilidad colectiva, que incluya a los hombres y a las instituciones, para abordar las desigualdades de género de manera eficaz. 

Miriam Císcar, Jefa del Departamento de Cooperación Sectorial de AECID

«Es muy importante que cada proyecto que hagamos, independientemente de la temática que estemos abordando, tenga estas gafas violetas»

Miriam Císcar recalcó que la cooperación feminista también es clave para resolver problemas estructurales, como el acceso a la propiedad de la tierra y la participación política de las mujeres. Císcar considera de importancia que la cooperación internacional adopte una óptica feminista en todos sus proyectos, no sólo en aquellos directamente relacionados con la igualdad de género. La integración de esta perspectiva resulta fundamental para garantizar que las iniciativas no perpetúen las desigualdades existentes.

Vega Díez subrayó que las transformaciones deben ser inclusivas y graduales, involucrando a actores locales, organizaciones y gobiernos. Asimismo, añadió que hay que abordar este cambio necesario, «sin dejar a nadie atrás, con un desarrollo ecofeminista, de los cuidados y de la tierra como derechos fundamentales».

Las cuatro expertas coincidieron en que la igualdad de género en los entornos rurales no sólo beneficia a las mujeres, sino que repercute positivamente en el desarrollo de las comunidades y la mejora de las condiciones de vida de toda la población.