DANA
Vecinos de Paiporta: "Ha pasado una semana y todo está igual que el primer día"
Los residentes denuncian el retraso y la "poca coordinación" en los trabajos de recogida y limpieza mientras varias los equipos continúan sin acceder a varias calles del centro
Abraham Pérez
Cada minuto que pasa la indignación gana terreno al desconcierto en Paiporta. A juzgar por el estado de algunas de sus calles parece que el tiempo se hubiese parado en la tarde del 29 de octubre, ese día en el que el barranco del Poyo desbordó a su paso por el municipio y marcara un antes y un después en las vidas de sus vecinos. Siete días después varias calles del centro continúan prácticamente igual que el primer día, una situación que está desesperando a unos vecinos cada vez más agotados que no ven el día en que esta pesadilla llegue a su fin.
Rebautizada como la calle del terror, los refuerzos del ejército y de la UME comienzan a percibirse en la calle Florida, aunque todavía queda mucho, muchísimo trabajo por delante. Sin embargo, en las vías adyacentes la situación es muy diferente, y una semana después de producirse el peor desastre natural de la historia de España el fango continúa superando en algunos puntos los dos palmos de altura mientras que montañas de coches y colinas de residuos y basuras continúan bloqueando los accesos a las casas, dejando a muchos residentes, varios de ellos de avanzada edad, atrapados en sus viviendas.
"Si no actúan ya vamos a caer todos enfermos"
A esto, hay que sumar la preocupación por los olores que se empiezan a acumular por la mezcla del agua estancada, los residuos y los restos de comida que se acumulan en las calles, unas molestias que empiezan a preocupar, y mucho, a los vecinos. "Si no actúan ya vamos a caer enfermos y vamos a coger infecciones. Al final toda Paiporta acabará infectada y se repartirá en los otros pueblos que están sanos y terminará toda Valencia con virus" advierte Rosa Pérez, una vecina de la calle Florida que denuncia "el incivismo" de algunos vecinos "porque están tirando la basura por la ventana". "Tiran pañales y restos de comida. Vale que esto es un caos pero tenemos que intentar colaborar y utilizar los puntos de recogida de basuras que han habilitado", se aqueja.
La mujer analiza con sus vecinas Antonia Morcillo y Sofía Martínez la forma de poder comenzar a drenar el agua del garaje, que una semana después de la riada continúa completamente inundado. "No se ha sacado ni una gota. Estamos esperando que vengan y nos desembocen los desagües para que podamos empezar a vaciar los garajes porque el hedor es insoportable y hay ya unos mosquitos del tamaño de una avioneta", explican las vecinas que temen que la acumulación de agua durante tanto tiempo pueda afectar y dañar la estructura del edificio.
Falta de coordinación
"Tal y como está el alcantarillado ahora mismo si sacamos el agua se queda acumulada en la calle, y entonces no avanzamos", añade Antonia, que se queja de la poca coordinación en los trabajos de limpieza. El problema, explican, "es que no terminan las cosas, las dejan a medias. No rematan y vienen tres veces para lo mismo. Empiezan a limpiar y se van a otra parte y entonces no avanzamos. Lo que tendrían que hacer es empezar a limpiar una calle entera y cuando acaben irse a otra. Pero esto es un descontrol y en esta zona del pueblo estamos igual que el día de la riada una semana después".
Preguntados sobre las reacciones ante la visita de los Reyes y de los presidentes del Gobierno y de la Generalitat, Pedro Sánchez y Carlos Mazón, los vecinos consideran que "no era el momento". "Tú mira cómo estamos. ¿Cómo vamos a reaccionar? Con los Reyes y con quien sea. Mientras ellos vienen todos 'limpitos' para hacerse una foto nosotros estamos así. Sin luz, sin agua y sin comida. Aquí estamos como zombis. Y reaccionamos como zombis ante gente que viene muy 'limpita' a dialogar y que cuando acaban se van a su casa a comer de caliente y a seguir con su vida. Nosotros llevamos una semana así. Y estamos igual que el primer día. No sabemos ni cuándo vamos a poder volver a llevar una vida medio normal".
Octogenarios encerrados
La situación se vuelve más complicada al acceder a la calle Lepanto. Ahí Lola Pérez asegura que han retirado algunos coches y sacar a las personas que llevaban días fallecidos en sus casas. Sin embargo, lamenta el olor "insoportable" que se respira "por la lentitud de los trabajos", una situación que le ha llevado a dejar a sus hijos en casa de unos amigos "porque es que aquí no se puede ni respirar. Es muy desagradable". Quienes se resignan a abandonar su hogar son Josefa Tarazona y su marido.
Este matrimonio de 79 años continúa sin poder salir de su casa porque varios vehículos continúan bloqueando el acceso. "Mis hijos entran por un hueco que ha quedado en la finca de al lado para traernos comida y la medicación", cuenta la mujer, que asegura "nunca he visto una cosa igual a esta en mi vida. Yo viví la riada del 57 y eso fue una minucia en comparación con esto".
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