Historias de la DANA

Milagro en Letur: Ángel se jugó la vida para salvar a su vecina y buscar a su hermana desaparecida

Elena, de la oficina de turismo, saltó al arroyo para no ser sepultada bajo los escombros

El hombre que le tendió la mano es hermano de Antonia, la segunda víctima mortal de la riada en el pueblo

Momento en que Ángel ayuda a Elena a salir de la riada mientras estaba asida a una barandilla en Letur

Sara Fernández

David López Frías

Hay una foto que ha corrido por los teléfonos móviles de Letur desde que se produjo la funesta riada que se llevó por delante la vida de seis vecinos. Es la imagen que abre esta pieza: una mujer, cubierta de barro, lucha por su vida aferrada a una barandilla, mientras el violento caudal del arroyo arrasa todo lo que encuentra a su paso. Junto a la mujer, la mano amiga de un hombre que se juega la vida por sostenerla para que no se la lleve el agua. 

Una fotografía impresionante que esconde detrás una historia de solidaridad y riesgo. Aunque sus protagonistas han declinado hablar con la prensa, EL PERIÓDICO DE ESPAÑA ha conocido la intrahistoria: ella es Elena, trabajadora de la oficina de turismo de Letur y residente en el municipio. Él es Ángel López, un hombre que se jugó la vida por salvar la de su vecina. Algo que finalmente consiguió. 

Elena se encontraba en las dependencias de la oficina cuando empezó el desastre. La riera se desbordó a las 13:31 de la tarde del 29 de octubre y arrastraba a su paso vehículos, viviendas y personas. La particular orografía de Letur hacía que la carga del desastre se lo llevase el casco histórico, ubicado en la parte baja del pueblo. 

Algunos vecinos afortunados pudieron abandonar a tiempo sus viviendas y comercios. Como el caso de Carlos, el propietario del estanco que salvó su vida al cerrar la tienda 30 segundos antes de la riada. Otros, como Dolores, Antonia, Jonathan o Mónica, residentes todos en dicha zona de la localidad, no tuvieron tanta suerte y fueron literalmente arrancados de sus domicilios por el torrente antes de que pudiesen ponerse a salvo.

Huir de la oficina

Y luego está Elena, que vio cómo el inmueble en el que estaba ubicada la oficina de turismo se iba desplomando por momentos con ella dentro. La única salida consistía en salir del lugar por la ventana, mientras el agua se lo iba tragando todo a su paso. Y así reaccionó: saltó desde el interior hacia fuera para intentar salvar su vida. Pero fuera esperaba la riada. 

Elena se sumergió en el descontrolado torrente, que ejercía una fuerza inusitada. Con muchos esfuerzos consiguió aferrarse a una barandilla. Y allí permaneció, resistiendo los embites de la crecida de la riera. Más tarde o más temprano, cuando le empezasen a fallar las fuerzas, el furioso caudal se la llevaría por delante. No se puede luchar contra los elementos. Y menos estando una persona sola. 

Elena, enganchada a una barandilla para salvar su vida, momentos antes de la llegada de Ángel.

Elena, enganchada a una barandilla para salvar su vida, momentos antes de la llegada de Ángel. / EFE

Fue ahí cuando emergió la figura de Ángel López. Se trata de un vecino sexagenario, muy conocido entre sus conciudadanos. “Es un hombre de aquí de toda la vida. Muy fuerte, buen conocedor de Letur y acostumbrado a los trabajos duros del campo”, explican sus paisanos, que conocen al dedillo cómo sigue esta historia. 

Jugarse la vida

Ángel vio cómo Elena estaba a punto de ser arrastrada por la corriente y no se lo pensó: se introdujo en el edificio en cuya baranda se encontraba la mujer luchando por su vida. Él se jugó la vida atravesando estancias inundadas por el agua y consiguió llegar al pequeño balconcito en el que Elena se encontraba aferrada. Y le tendió la mano. La foto capta el preciso instante en el que ella, con el cuerpo y el rostro cubiertos de barro, consigue asir la mano de Ángel. 

Con muchos esfuerzo, y con unas condiciones climatológicas extremas totalmente adversas, Ángel logró remontar el cuerpo de la mujer e introducirlo en la vivienda, salvando así su vida. La historia tendría un final totalmente feliz si no fuese porque Ángel López es el hermano de Antonia, la desaparecida durante la riada cuyo cadáver apareció en segundo lugar. 

Después de salvar a Elena, Ángel procedió a adentrarse en la zona más afectada por el caudal. Buscaba a su hermana, sin saber todavía que el arroyo se la había llevado por delante. También arriesgó su vida ahí, porque adentrarse en la zona en la que se metió para buscar a Antonia es una heroicidad que podía haber pagado con su vida. 

Buscar a su hermana

“A Ángel le dio igual. Lo único que quería en esos momentos era ayudar a la gente y encontrar a su hermana”, explican los vecinos de Letur. De hecho, cuentan que “cuando las autoridades ordenaron no entrar en esa zona, él, con otras palabras, les dijo que le daba igual lo que le dijeran. Que él iba a ir a buscar a su hermana”.

Y eso hizo es lo que hizo Ángel. Sin éxito, lamentablemente, porque su hermana Antonia ya había sido arrastrada por el agua. De hecho, de los seis desaparecidos, es el cadáver que más lejos del pueblo ha sido hallado: a unos 12 kilómetros, ya dentro del río Segura. Cuentan los vecinos que dicho hallazgo fue posible gracias a la colaboración del propio Ángel, gran conocedor de la zona.

Los protagonistas de la foto no quieren aparecer en los medios. A ella se la puede ver en el puesto de mando de Letur, el colegio, colaborando con todas las tareas que se necesitan en la actualidad. Pero ha dado permiso a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA para contar su historia, publicar esta foto, que es una de las imágenes más impactantes de la funesta DANA y agradecer a Ángel haberle salvado la vida.

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