Valencia

La visita de Papa Noel desborda de alegría una Paiporta arrasada

Centenares de familias inundan un centro de la localidad abarrotado por primera vez en meses en plena Navidad post-DANA

El cocinero José Andrés se viste de Papá Noel en Paiporta y hace felices a miles de niños

G. Sánchez / E.Ripoll

Gonzalo Sánchez

La ilusión de cientos de niños se contagia en la calle Primero de Mayo de Paiporta. Papá Noel ha elegido este lugar y este escenario de la zona cero para desembarcar con sus ayudantes que reparten juguetes y chuches a los niños que hacen largas colas para verle. 

La emoción y el espíritu navideño inundan un centro de Paiporta abarrotado, con espectáculos para que los más pequeños puedan disfrutar y un mercadillo solidario al costado del barrranco coronado por un árbol de Navidad que representa la ilusión tras la desgracia. Es la primera vez que la ciudad muestra esta cara desde la riada.

La ONG del Chef José Andrés ha sido la encargada de organizar un mercadillo solidario, y entidades de toda España se han encargado de traer camiones llenos de juguetes para que los niños y niñas puedan disfrutar de ellos en una ciudad aún tomada por los militares y bomberos. En muchos puntos, se sigue sacando lodo de los sótanos y trabajando a destajo. Mientras tanto, los niños ilusionados hacen cola para poder pedir sus regalos.

Estrellas que adornan la tragedia

Pese a todo, las familias tienen ganas de celebrar una Navidad marcada por la DANA, y no paran de recibir ayuda de todos lados. Los bajos del centro de la localidad, con puntales o tablones como consecuencia de la riada, son un manto de estrellas coloreadas y cartas de niños y niñas de toda España dando ánimos a los chiquillos de Paiporta.

El cocinero José Andrés se viste de Papá Noel en Paiporta y hace felices a miles de niños.

El cocinero José Andrés se viste de Papá Noel en Paiporta y hace felices a miles de niños. / Eduardo Ripoll

La cascada de cartas y estrellas hace de tapiz colorido para sacar una sonrisa a las familias que pasan por allí. Hasta hace unos días el panorama seguía siendo desolador, ahora, las vecinas han conseguido cambiarle la cara para dar un respiro navideño a la gente que pasa por allí. Todo ha sido gestado por la propia gente del pueblo.

La iniciativa la lanzaron madres como Sheila Aguilar, que lleva varios días pegando estrellas y dibujos coloridos junto a otras mujeres de Paiporta. "Fue en la guardería de mi hija donde propuse hacer algo así, y la iniciativa acabó en wattsap, de ahí a las redes y se extendió por toda España. De repente empezaron a llegar muchísimos paquetes con estrellas plastificadas, dibujos y cartas de niños de todos lados. La verdad es que es muy emocionante", cuenta mientras adorna la fachada de una juguetería con una marca escrita en la que se puede leer "Hasta aquí llegó el agua; 2.70 metros".

Los pocos comercios que sobreviven

Sólo hay tres comercios abiertos en el casco antiguo de Paiporta: una juguetería, una zapatería y una tienda de ropa. De hecho, se tratan más bien de comercios improvisados ya que la tienda de ropa en realidad es el local de una floristería, limpiado y cedido a una comerciante del barrio para que pudiera trabajar allí. Gley, la dueña de la tienda, está muy agradecida a su vecina por cederle su local para que ella pudiera salvar la temporada navideña.

Zapatería y juguetería también están a tope toda la mañana, con gente que no para de ir a comprar allí. Esos son los únicos sitios donde se compra en el centro de Paiporta, porque el resto es todo gratis gracias a la ingente solidaridad de todos los vecinos.

Mientras Sheila y Juana siguen pegando estrellas en los bajos arrasados para sacar una sonrisa a las familias, un niño de 14 años se acerca para ofrecerles un bizcocho que ha hecho él. Reparte entre todos los vecinos y transeúntes: es gratis para la gente de Paiporta.

Esa estampa, la de la solidaridad y dar sin esperar nada a cambio se repite una y mil veces por las calles. Elfos y militares reparten chuches, un puestecito ofrece fartons y horchata para los vecinos y de la parte de detrás de los camiones salen toneladas de juguetes para que los niños cojan lo que quieran. "La verdad es que ya nos hacía falta algo así, esta alegría", replica Sheila.

Mientras todo esto sucede, los voluntarios de la World Central Kitchen se afanan en preparar paellas que darán de comer a miles de personas en la ciudad, mientras kilómetros más arriba el reparto de alimentos para familias necesitadas sigue funcionando y las colas dan casi la vuelta a la calle. Paiporta sigue sigue pareciéndose más a un escenario de guerra que a una ciudad tranquila, pero necesitaba, al menos, esta tregua por Navidad.

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