Música

«Cuando me siento más rebelde es en el escenario. Allí no hay normas»

Jorge Guillén, rebautizado como Strad, “El violinista rebelde” hará que nadie pueda permanecer sentado en el Auditorio Riberas del Guadaria, este sábado

08 nov 2018 / 08:39 h - Actualizado: 08 nov 2018 / 08:45 h.
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  •  Jorge Guillén, rebautizado como Strad, “El violinista rebelde”. / El Correo
    Jorge Guillén, rebautizado como Strad, “El violinista rebelde”. / El Correo

Le llaman ‘El violinista rebelde’ porque lo que hace con su instrumento se sale de todo lo que creemos entender por música clásica, pues combina el flamenco con el rock, la electrónica y el jazz. Ha sido director artístico musical de la producción ‘Pedro y el Lobo’, ha conseguido un rotundo éxito de crítica en su gira “Confesiones” pero con él nunca sabe qué va a tocar hasta que sube al escenario. Una apuesta que transmite mucha positividad con una puesta en escena arrolladora, un equipo técnico, tanto de luces como de sonido, de primer nivel internacional, además de una banda maravillosa. ¿Alguien da más?

-Vienes a Sevilla con un violín a hacer cosas revolucionarias...

-Le tengo mucho cariño al público de Sevilla, mis raíces son sevillanas y he bajado mucho con el violinista Ara Malikian, con quien he estado desde hace casi veinte años. Empecé este proyecto en solitario hace unos años, es la primera vez aquí con nuestra gira y estamos deseosos de que llegue el día.

-Ara Malikian es un gran maestro, ¿qué has aprendido de él?

-A vivir la música sin complejos y transmitir lo que tengo dentro en el momento. Hay veces que, si tengo llorar en un concierto, lloro, si tengo que saltar, salto, y si tengo que tirarme por los suelos porque en ese momento me lo pide el cuerpo, me tiro. Me ha enseñado a disfrutar de la buena música.

-¿Y cuáles son tus diferencias como artista?

- Tengo 28 años y llevo con Ara desde los 9 por lo que, inevitablemente, comparto muchas cosas en común con él. Aun así, tengo mi manera de tocar, me voy más hacia el flamenco porque lo llevo en la sangre, hago mucho más rock...

-Habéis conseguido algo muy difícil como es que el público vaya a teatros no a ver cantantes sino a escuchar solo música...

-Es una de las cosas más mágicas que tiene el violín: puede hacer todo lo que la voz hace. Ara ha demostrado que eso es posible y ahora sigo yo su camino.

-¿Qué sientes cuando se escriben tan buenas críticas sobre ti?

-Muchísimo orgullo, felicidad y ganas de que esas palabras crezcan aún más y de que más gente opine lo mismo.

-Son opiniones de periodistas y de críticos, pero la gente, ¿qué te dice?

-Con este “tour” llevamos en torno a quince conciertos. El estreno fue a finales de abril y todo ha sido fantástico. Aforos llenos a donde hemos ido y un público súperfeliz, apoyándonos y dándonos su cariño.

-Viniendo a Sevilla... ¿Tienes alguna sorpresa preparada?

-Haré música española con temas de Manuel de Falla, Sarasate y también soy fan ‘número uno’ de un artista sevillano... Ahí lo dejo. Creo que va a venir a vernos al concierto y haré un tema suyo. Por otro lado, de lo que escucho a diario están los pasodobles de los Carnavales de Cádiz y no puedo irme de Andalucía sin tocar uno de los míticos de la historia.

-¿Qué tiene que tener una melodía para que te fijes y la cojas?

-Tengo que haber vivido algo con ella. Mis músicos me acaban cogiendo manía porque nunca sabemos qué vamos a tocar hasta el mismo concierto. Hay canciones, como este pasodoble, que me acompañan desde que soy un chaval. Es del año 98 de ‘Los Piratas’ y he crecido con mis padres poniéndolo en casa.

-¿Tú improvisas cuando actúas?

-Sí, intento cambiar y no atarme a un guion. Cuando uno se amarra a algo no da todo lo que puede dar. Según lo que siento en el momento, surgen cosas nuevas. Siempre decimos más o menos lo que vamos a tocar, pero luego ya lo vamos viendo.

-¿Cómo se hace para estar dos horas y media sin parar con ese brazo dándole al violín? ¿Es cuestión de bíceps y tríceps?

- La verdad es que me gustaría hacer más deporte porque después de los conciertos acabo fundido y al día siguiente no me puedo ni levantar de la cama (risas). Pero la cuestión es que, al llevar tanto tiempo, el brazo se acostumbra. Cuando estaba en la ópera eran seis o siete horas. Solo dos es perfecto.

-¿No te contracturas?

-Intento ir de vez en cuando al ‘fisio’ a que me dé un retoque, pero no, tengo la suerte de nunca haberme lesionado.

-¿Y donde está tu rebeldía?

-Esto de ‘El Violinista Rebelde’ es cosa de mi madre. Dijo que tenía que llamarme así porque de pequeño la traje por el camino de la amargura. Cuando me siento más rebelde es en el escenario. Allí no hay normas.

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