Entrevista

«He llegado a tener dos amenazas de bomba y sigue habiendo sitios a los que no puedo ir»

Moncho Borrajo estará desde este jueves hasta el domingo en Sevilla, en el teatro de los Padres Blancos, con su obra, ‘¡Qué miedo mama!’

14 nov 2018 / 09:00 h - Actualizado: 14 nov 2018 / 09:04 h.
"Entrevista"
  • Moncho Borrajo. / El Correo
    Moncho Borrajo. / El Correo

El ‘showman’ gallego Moncho Borrajo es capaz de transmitir en sus actuaciones una mezcla perfecta de humor, sátira, emoción y reflexión sobre las cuestiones sociales que nos rodean y mañana regresa a esta ciudad, a la que dice tenerle un cariño especial, haciendo una función como homenaje a las madres y, en especial, a la suya.

-Por eso te has quitado el bigote, para dar vida a tu madre...

-Por la calle no me reconoce nadie (risas). Es un espectáculo lleno de cariño y en un momento en el que está todo el país tan tenso, tan enfrentado... El otro día puse en twitter: “Os espero en el teatro de los Padres Blancos, pero sin banderas. Solo se admiten la del Betis y la del Sevilla” (risas).

-Lo de miedo no será porque le temas a algo, porque más valiente que tú no lo hay...

-He tenido siempre como base fundamental no hacer chistes sobre cojos, tartamudos, minusválidos... Y cuando he gastado bromas sobre homosexuales es porque, si no puedo gastar bromas sobre mí mismo, la hemos jodido. Pero todo depende de cómo se cuentan las cosas y en qué sitio. Nunca me he metido con los conceptos de ninguna nación, ni de ninguna bandera. He hecho parodias el rey, evidentemente, y en las religiones me he referido siempre a las personas, nunca a la religión en sí. A partir de ahí, desde la época en la que vivía Franco hasta hoy me he metido con todo, pero siempre con algo que es necesario en el humor: el ingenio. En el momento en el que pasas la línea de lo caricaturesco (o, incluso, lo esperpéntico) al insulto, se pierde la gracia.

-¿Has sufrido la censura en algún momento?

-He llegado a tener dos amenazas de bomba en los teatros y sigue habiendo sitios a los que no puedo ir.

-¿Aún hoy día?

-Claro. Hay lugares donde, si no le caes bien al concejal de Cultura, no trabajas porque el teatro es del Ayuntamiento. Y no, el teatro es del pueblo. Diferente es cuando pertenece a una empresa privada. Ahí tiene todo el derecho a contratar a quien le dé la gana, pero claro, cuando vas a uno municipal y todo son pegas, problemas, todo está lleno, te dicen que para el año que viene... ¡Qué me digan que no me quieren contratar!

-Pensando, aquí en Sevilla has estado en muchos teatros, pero en el Lope de Vega no lo recuerdo...

-Una vez solo y llovía a cántaros (risas). Ahora vuelvo a los Padres Blancos.

-¿Te hace ilusión?

-Sí, porque el teatro es muy bueno, el escenario es grande, las butacas son cómodas, tiene muchas posibilidades... Y vuelvo a Triana. La primera vez que vine a Sevilla fue al Cine Imperial de Triana, donde hicieron un escenario especial y salía volando con una grúa. Recuerdo que me hacía mucha gracia porque en los carteles ponía ‘Moncho Borrajo Emperador Triana’ y comenté: “¡Coño, nada más llegar y ya soy emperador! ¡Ahora comprendo que Lola Flores fuera ‘La Faraona’!” (risas). Fue una época muy bonita.

-¿Por qué ese romance con nuestra ciudad?

-Con Andalucía tengo algo. Escribí un libro de versos que se llama ‘Andalucía Improvisada’ y del que todas sus ventas van destinadas a un asilo de ancianos de Málaga. En él hago un poema para cada ciudad, le compuse un disco de coplas a Charo Reina...

-Todo eso a ti te sale como a otro le puede salir coger un teléfono y llamar a su madre.

-Es como si fuera acumulando sensaciones en el cerebro. Llega un día y “¡pataplaf!”, salen todas a rebosar.

-Actúas, cantas, copones, pintas... ¿Qué te ha gustado y se te ha resistido?

-No sé conducir, no sé esquiar... pero tampoco me gusta. Yo es que me vuelco en lo que me gusta. Unos años atrás pasé una época muy mala y descubrí un muñequito de un ratón, que le llamo Ramón, me puse a hacer voces y me dijo Maricarmen: “Ya lo que te faltaba” (risas). Lo que pasa es que hay terrenos que respeto mucho.

- Coses también...

-Mi padre se sorprendió mucho cuando me vio cosiendo unos disfraces a máquina y me dijo: “Pero ¿cómo aprendiste?” y yo le contesté: “Viéndote”. En mi época, el respeto al trabajo de los demás del mundo artístico era sagrado, para mí eran dioses y nunca pude tutearlos. De hecho, cuando vi a Doña Juana Reina arrodillarse delante de mí en el Imperial le dije: “¡Por Dios, no me haga esto!”. También es cierto que todos los que me aplaudían se están marchando... (Risas)

Más información social en www.sevillamagazine.es