Tribunales

Las peritas concluyen que un bebé de cinco meses quedó tetrapléjico por un "zarandeo brusco"

El fiscal solicita tres años de cárcel para el niñero que lo cuidaba y la familia eleva su petición a 12 años

La defensa alega que no se puede determinar quién produjo las lesiones

El acusado Ángel Moisés P. R., de espaldas, este miércoles en el juicio de la Audiencia Provincial. / B. M.

Benyara Machinea

Las conclusiones de las peritas del Instituto de Medicina Legal de Las Palmas que examinaron a un bebé de cinco meses ingresado en abril de 2019 en el Hospital Insular con graves daños neuronales son contundentes: sufrió el síndrome del niño sacudido o zarandeado. Las médicas explicaron este miércoles en el juicio que se celebró en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial que los traumatismos que presentaba el menor en distintas zonas del cuerpo son indicativos de que las lesiones se produjeron por un "zarandeo brusco", en el que es necesario ejercer "cierta intensidad". El menor quedó tetrapléjico, perdió el habla y cinco años después solo puede desplazarse en silla de ruedas.

El fiscal pide una pena de tres años de cárcel para Ángel Moisés P. R., el niñero del menor y la persona encargada de cuidarle el día de los hechos, por un presunto delito de lesiones cometidas por imprudencia grave. La acusación particular, ejercida por el letrado José Luis Mayor, eleva su petición a 12 años de cárcel al entender que se trata de lesiones agravadas sobre un menor de 14 años. El abogado de la defensa, Adrián Ruano, solicita la libre absolución porque considera que solo se puede conjeturar sobre quién causó las lesiones al bebé. 

El primero en declarar ante el tribunal fue el propio acusado, un vecino de Puerto del Rosario que conocía a la madre del menor porque ambos formaban parte del grupo de música de una iglesia evangélica y fraguaron una relación de amistad. Tan es así que cuando a Ángel Moisés lo echaron del trabajo y, para evitar que tuviera que regresar a Madrid, la mujer le ofreció un trabajo a tiempo parcial como niñero de su hijo. Estuvo un mes y medio cuidando al menor mientras ella estaba ocupada trabajando. 

El menor perdió el habla y cinco años después solo puede desplazarse en silla de ruedas

"Conmigo estaba tranquilo, en una ocasión fui a entregárselo a la mamá y él se negaba", aseguró el encausado. Afirmó ante el tribunal que había apreciado un "posible maltrato" porque tenía moratones en las piernas y en los brazos, una "pinta" de sangre en un ojo y la lengua azul. Sin embargo, esta teoría fue descartada por el juez instructor cuando devolvió la custodia a la madre porque no detectó indicios de lesiones en el ámbito doméstico. Su progenitora explicó que lo que él interpretó como hematomas eran en realidad marcas de nacimiento. 

El encausado dice que el 27 de abril de 2019, cuando le entregaron al bebé sobre las seis de la mañana, lo notó "como adormilado", pero pensó "que era normal". Tomó la mitad de un biberón a las nueve de la mañana y, cuando a las 12 del mediodía intentó darle el segundo, este se negaba. Según la versión del acusado, no notó nada extraño hasta las tres de la tarde, cuando llegó su madre a recogerlo y se le desplomó en los brazos, con la cara blanca y el cuerpo frío. Lo primero que hizo fue llamar al pastor de la iglesia, que vivía en el piso superior, y rezar por el menor antes de llamar a la ambulancia: "Oramos durante dos minutos porque tenemos una fe ciega en Dios". 

Sin incidentes previos

La madre del menor declaró que cría sola a su hijo y, "como no tenía esa figura paterna", le "pareció buena idea que lo cuidara" Ángel Moisés P. R. En ese mes y medio, había visto que "lo trataba bien", hacía videollamadas con ella y le mandaba fotos de su hijo todos los días, a excepción de ese 27 de abril.

"Oramos por el niño durante dos minutos porque tenemos una fe ciega en Dios"

Entró a la casa del encausado y lo vio llegar con el bebé en brazos, mientras le decía que estaba un poco raro. "Le dio la vuelta y vi que estaba totalmente blanco, con puntos grises en la cara, que luego me dijeron que era por falta de oxígeno. Tenía la vista perdida y no enfocaba nada", declaró la testigo. 

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Las peritas no pudieron situar el zarandeo que provocó las lesiones en un momento temporal concreto, aunque en cualquier caso mantienen que fue "cuestión de horas, no más de un día, ni mucho menos". El juicio quedó visto para sentencia.

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