Presos

Los presos fugados de una cárcel de Valencia robaron una barra y pesas del gimnasio para forzar la puerta

La Guardia Civil analiza las imágenes del interior de la cárcel de Picassent y del exterior, y de momento no hay pistas del paradero de los dos atracadores

Instituciones Penitenciarios envía a inspectores a la prisión valenciana para ver qué ha fallado y los trabajadores señalan las obsoletas instalaciones

Imagen de la puerta trasera de la cárcel de Picassent por donde huyeron los dos presos tras decolgarse con sábanas y reventar tres portones. / Teresa Domínguez

Teresa Domínguez

Los detalles de la rocambolesca fuga de los dos atracadores de gasolineras no dejan de sorprender. Los dos reclusos que el pasado sábado escaparon de la cárcel de Picassent (Valencia), en una fuga con tintes a caballo entre la comedia y el teatro del absurdo, aprovechando el barullo del partido que a esas horas disputaban el Barcelona FC y el Atlético de Madrid y que los internos comentaban a gritos escuchándolo en sus aparatos de radio en las celdas, lograron forzar barrotes y puertas usando material deportivo.

Esa es la principal hipótesis que barajan tanto la Guardia Civil, encargada de la investigación judicial y que ya ha empezado a analizar las grabaciones tanto interiores como exteriores del penal, como el servicio de inspecciones de Instituciones Penitenciarias, que ha enviado funcionarios a la prisión Valencia II-Antoni Asunción para tratar de averiguar si, como sostienen los trabajadores, la fuga se ha visto propiciada, sobre todo, por las pésimas condiciones de conservación y seguridad pasiva del recinto o si, por el contrario, los internos detectaron agujeros de seguridad en la tarea de vigilancia de los funcionarios de Prisiones, que aprovecharon para huir.

Ambos, Sergio C. D., de 43 años, como David M. G., de 39, estaban internos en el módulo dos del edificio de Cumplimiento, que desde hace años alberga tanto reclusos ya condenados como aquellos q siguen en prisión preventiva, que era el caso de ambos.

Los dos ocupaban celdas contiguas y, por los datos recabados hasta ahora, llevaban preparando la fuga desde hace varias semanas. El módulo 2 está ocupado por los presos más conflictivos, peligrosos y desadaptados al régimen penitenciario. Las únicas salidas del módulo suelen ser para ir a aislamiento porque se han visto envueltos en alguna trifulca.

Por esa razón, para poder garantizar la seguridad, en ese edificio de tres plantas nunca hay más de 50 internos (de casi 2.000 que suele haber en la cárcel de Picassent), todas las celdas son individuales, los presos del 2 comen en tres turnos para que nunca se mezclen los de una planta con otra y siempre debe haber cuatro funcionarios para tenerlos bajo control.

Un plan sin fisuras

La fuga estaba tan planeada, que todo apunta a que habían elegido un sábado (de partido) y por la noche porque hay menos vigilancia. Ese mismo día, habrían ‘distraído’ del gimnasio (cada módulo tiene gimnasio y patio propios) una barra de levantamiento de pesas y al menos un par de mancuernas, aunque no se descarta que usasen alguna herramienta. En principio, se trabaja con la hipótesis de que las escondieron y volvieron más tarde a por ellas, muy probablemente después de la cena, cuando ya se les obliga a meterse en las celdas. La pregunta es cómo consiguieron eludir la vigilancia.

Una vez dentro, apalancaron cada uno de ellos los barrotes de sus respectivas ventanas, corroídos por el óxido (y por tanto tan debilitados que la presión los partió, al parecer, sin demasiado esfuerzo), y luego se descolgaron desde la segunda planta usando sábanas retorcidas y anudadas. 

Todo apunta que, pertrechados con la barra de las pesas, habrían forzado la primera puerta metálica que comunica el patio del módulo 2 con el del 12 y el edificio que alberga los talleres y la cocina de Cumplimiento.

Después, lograron llegar al portón trasero por el que acceden los vehículos pesados tanto para traer como para recoger mercancía (desde alimentos, a los productos fabricados en los talleres o los camiones que se llevan los residuos). Justo donde, al parecer, no hay vigilancia. Y el único punto que carece de alambrada de púas antiescalada. 

A partir de ahí, habrían forzado con la barra de acero robada en el gimnasio la primera puerta metálica y, tras salvar el pasillo a modo de foso que separa la primera valla perimetral de la segunda y última, donde aparcan los camiones, hicieron lo mismo con la puerta exterior. Después, desaparecieron.

¿Un Corsa robado en Albal?

La ventaja es que huir por ese lado, el trasero, y hacerlo de noche –se estima que fue después de las 21.00 horas, cuando se realiza el último recuento tras la cena– garantiza el éxito, dado que lo único que hay es un pequeño camino y campos desde allí hasta la vía férrea y el recinto de la factoría Ford de Almussafes, así que es muy improbable que alguien pudiera verlos.

La alarma saltó poco antes de las once de la noche, cuando alguien vio entreabierto el portón hacia el exterior y dio la voz de alerta. Los funciones realizaron un nuevo conteo extraordinario y echaron de menos a los dos fugados. De momento, no han sido detenidos, aunque algunas informaciones aún bajo investigación apuntan a que, esa misma madrugada, sustrajeron un vehículo, posiblemente un Opel Corsa rojo, en Albal, hasta donde se cree que pudieron llegar andando.

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Esta es la primera fuga de estas características que vive el centro penitenciario valenciano desde hace décadas. El último interno que logró irse lo hizo en 2022, simplemente recorriendo varios pasillos y puertas hasta el exterior, en un fallo de seguridad que llevó a una exhaustiva investigación interna.

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