Antonio Gallego: un adalid para el oro líquido

Con medio siglo de experiencia, el también presidente de Migasa ha construido un imperio del aceite y ha reavivado la fábrica de Ybarra que pereció bajo las llamas

31 dic 2017 / 07:07 h - Actualizado: 31 dic 2017 / 08:43 h.
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La vida de Antonio Gallego Jurado transcurre entre olivares y almazaras. Los tiene grabados en la retina. El aceite es su vida, por eso no entiende mejor forma de empezar el día que con una buena tostada y un chorrito de oro líquido, «porque es lo más natural que uno se puede tomar por la mañana». Como aquellas que a diario se colaban por el balcón de la casa de la calle Alemanes en la que Gallego nació hace 68 años. Una vivienda con vistas a la Giralda y que su padre cambió al poco tiempo de nacer su primogénito por una fábrica de aceite en Torreblanca. No sólo sería su casa, también su universidad.

Entre las máquinas que se encargaban de elaborar el afamado oro verde, Antonio Gallego correteó, creció y descubrió sus verdaderas pasiones: el aceite y la empresa. Lo suyo no eran los libros ni las aulas, por lo que su padre, cuando apenas tenía 14 años, decidió sacarle del colegio, ponerle profesores particulares y prepararle para su futuro: el ser el adalid de la industria aceitera andaluza. A pesar de su corta edad, Antonio –el mayor de cinco hermanos– ya tenía poderes para «hacer y deshacer» en la compañía.

Cerca de un lustro después, en los 60, surgió la oportunidad de comprar una fábrica en Dos Hermanas. Antonio y su hermano Diego daban así los primeros pasos de Migasa, la compañía que en la actualidad preside. Desde aquellos inicios, Gallego empezó a recorrer su propio camino en el sector del oro verde y a construir el que hoy es el mayor grupo aceitero de capital 100 por cien español, y con presencia principalmente en Andalucía.

A mediados de los años 90, Migasa y la centenaria Hijos de Ybarra creaban a partes iguales Aceites Ybarra. Cuatro años más tarde se hacían con la marca La Masía y creaba, junto a Rafael Salgado, Oleoforfait. La primera década de los 2000 fueron años de grandes incorporaciones, como las de Mueloliva u OleoVerde (entre el 2002 y el 2008) o la de los molinos de aceite en Morón de la Frontera, Los Villares y una extractora de orujo en Castellar (Jaén). Además, Gallego también se dedica a la cría de porcino ibérico y regenta una cadena de supermercados a nivel local.

Llegar hasta este punto ha sido a base de esfuerzo, ése que su padre le inculcó desde bien niño. Por eso, considera que la clave para triunfar está en «saber trabajar».

Una máxima que le ha permitido lidiar con una de las mayores crisis que ha tenido que afrontar el Grupo Ybarra Alimentación, fundada en el año 2008 y cuya presidencia asumió en junio de 2016 tras la repentina muerte de su predecesor, Rafael Ybarra. Menos de un mes después, el 16 de julio, un incendio consumía la fábrica que la firma agroalimentaria tenía en la carretera de Isla Menor.

Gallego tenía la clave para que el trágico suceso fuese solo una ligera pesadilla de algo más de 500 días: trabajar, trabajar y trabajar. Tan sólo un día después ya estaban sentados en la mesa con la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Dos Hermanas para acelerar los trámites para levantar de nuevo la planta. Una fórmula que le ha permitido, como prometió a los más de 150 trabajadores afectados, volver a poner en marcha las máquinas de Ybarra –concretamente una línea de envasado– a tiempo para celebrar su 175 aniversario.

Este hito lo coronaba con la adquisición de la empresa de salsas Musa, en noviembre, donde muchos de los trabajadores desplazados por el incendio continuaron trabajando mientras se construía la nueva fábrica. Con esta compra, el grupo liderado por Gallego consolidaba su liderazgo en el sector.