«Aquí podría haber habido buenos industriales, pero no les dejaron»

Después de cuatro décadas, la Federación de Empresarios del Metal no sólo ha ayudado a mantener la paz social, sino a ser el impulsor de un sector fuertemente castigado por la crisis

12 dic 2017 / 08:08 h - Actualizado: 11 dic 2017 / 22:37 h.
"Industria","40 años de la industria del metal"
  • Francisco Moreno Muruve, presidente de la Federación de Empresarios del Metal, lleva tres años al frente de la organización. / Jesús Barrera
    Francisco Moreno Muruve, presidente de la Federación de Empresarios del Metal, lleva tres años al frente de la organización. / Jesús Barrera
  • «Aquí podría haber habido buenos industriales, pero no les dejaron»

—En estas cuatro décadas de vida, ¿cómo ha ayudado la federación al desarrollo de la actividad industrial?

—Uno de los objetivos por los que se constituyó la federación fue el de encauzar los temas sociales y las discusiones sobre los convenios laborales. Durante estos 40 años hemos tenido la capacidad de gestionar y negociar con cierta habilidad y razonamiento, y a pesar de haber puntos negro, esa capacidad de negociación ha hecho posible que haya paz social, lo que ha servido de gran ayuda para la industria del metal. Por desgracia, tras la crisis, se han quedado muy buenos empresarios en la cuneta. Algunos porque se habían metido en inversiones que no pudieron amortizar, otros por una mala gestión, pero sobre todo la paz social es lo que ha permitido seguir funcionando.

—¿Cuál ha sido el momento más tenso de la relación con los sindicatos?

—En otros periodos sí hubo puntos de tensión, pero la crisis actual ha sido un ejemplo modélico de los que tienen que hacer las fuerzas sociales. Todos hemos sido capaces de ceder dentro de las relaciones que tiene que haber entre obrero y empresario y eso ha permitido que no haya crisis y no se haya desintegrado nuestra red empresarial, aunque por desgracia muchas empresas han desaparecido. De hecho, en los últimos seis años no ha habido huelgas del sector.

—Abengoa es una de esas empresas a las que la crisis les afectó de algún modo. ¿Cómo valora la evolución de la empresa en este último año?

—No tengo la suficiente capacidad ni conocimiento de las estructuras internas de Abengoa, pero puedo tener una idea de lo que ha podido pasar. Abengoa era una industria en la que se cambió el objetivo de la empresa. Apostó sobre todo por el desarrollo de tecnología, pero éstas requieren de inversiones y también de confianza. Para todo inversor que se precie, uno de los peligros que tiene es el de los cambios políticos. A cualquier personas que invierta su patrimonio, por muy bien medido que tengan el riesgo, no se le puede cambiar las leyes cada cuatro años. Hay que tener estabilidad, por lo menos en un par de lustros, es lo que cualquier empresario necesita para poder amortizar sus inversiones.

—En Andalucía se está trabajando en el Pacto Andaluz por la Industria y en la Estrategia Industrial 2020. ¿En qué punto está?

—Ahí tienes el plan (coge un montón de folios en blanco y los pone sobre la mesa). El 2020 ya ha pasado, ese plan se tendría que haber desarrollado en 2005 y en 2030 ya debería estar desarrollado. En política todo es muy lento porque quizá, con buena voluntad, todo el que va llegando cada cuatro años pretende mejorar o inventar lo que ya está inventado y las cosas tardan mucho en desarrollarse. Andalucía es una región en la que se ha estado muy acostumbrado a la subvención, y es lo peor que puede haber para un desarrollo; puede ayudar, per el crecimiento de una comunidad no puede estar fundamentado en ello.

—Teniendo en cuenta que está en blanco, ¿cuál cree que deberían ser los pasos a seguir para afianzar la industria?

—Nosotros, que como a todos los sectores la crisis nos ha zamarreado bastante, hicimos un plan de desarrollo de nuestras empresas. Desde entonces hemos trabajado por conseguir la legalización de los talleres, dándole una imagen de seriedad y evitar la competencia desleal y el pirateo. También hemos conseguido dignificar la figura de la compraventa y demostrar que en el sector del vehículo usado la gente es honrada. Las excepciones siempre las hay. Dentro de la industria manufacturera, después de hacer un estudio nos dimos cuenta de que teníamos un problema: una pequeña industria que tenía que evolucionar. Vimos que aquí había grandes empresas que traían de fuera su industria auxiliar, como Construcciones Aeronáuticas, que tiene una importante industria auxiliar en Sevilla, también General Dynamics –antigua Santa Bárbara– o Renault, a las que le hemos organizado reuniones para que nos demanden qué es lo que necesitan. En estas reuniones hemos conseguido que un señor que hacía ventanas de hierro para la construcción es capaz de hacer productos blindados para un tanque. Por otro lado, también hemos sabido transformar nuestra formación somos totalmente independiente, y en un 97 por ciento nos abastecemos de las cuotas de nuestros asociados.

—¿En qué estado de salud se encuentra la industria sevillana?

—Diría que está endeble. Se suele decir que los que han sobrevivido a estos años de crisis son unos súperempresarios; no, los que hemos sobrevivido hemos tenido suerte, a lo mejor recursos o alguien ha confiado en nosotros, pero estamos en una situación de empezar a respirar. Tenemos que ayudarnos entre todos y la administración lo tiene que tener en cuenta. En muchos casos y en las actuales circunstancias no te diría que estamos perseguidos, pero sí hay una voracidad recaudatoria.

—En su opinión, ¿qué necesita Sevilla para terminar de dar el impulso?

—Mucha inversión en infraestructura. Menos mal que en el 92 se hizo algo, aunque ya se va parcheando porque hay mas baches que carreteras. Si no hubiese existido la Expo’92 esto sería un pueblo. Un tema importante y que no esta en nuestras manos como empresarios, sino en las de quienes nos gobierna, es que sea capaz de hacer atractivo la inversión en nuestra comunidad o provincia.

—¿Por qué no ha terminado de cuajar la industria metalúrgica en Sevilla?

—Por mucha ilusión que tenga el empresario, desde arriba el tema metalúrgico decidieron llevárselo hacia Valencia y el norte. Aquí podría haber habido buenos industriales, pero no les dejaron. Andalucía es una región de gente con inquietud, pero recibe muchos palos. Tenemos un problema social muy importante: el paro. Aunque se está corrigiendo vamos mucho más lentos. Además, los sueldos no suben porque la productividad no sube. Quizá se deba a un problema de formación, de educación, ya nos hemos cargado a dos generaciones y cuando nos demos cuenta habrá una tercera. El adalid del esfuerzo no existe y éste tiene que estar premiado. O aquí se hace una revolución de la educación y se vuelven a los principios éticos o, si no, estamos criando gente con una magnifica voluntad pero sin preocupación por el esfuerzo. No podemos sacar generaciones a la calle sin ilusión y con el criterio o la idea de que hagan lo que hagan no van a encontrar trabajo. No podemos limpiar nuestra conciencia con los programas de emprendimiento. Hay que seguirlos y mantenerlos hasta sus últimas consecuencias. Salir en una foto, ilusionar a la gente y luego abandonarlas como colillas...