Conocida como la novena provincia andaluza, Cataluña cobijó a numerosos andaluces durante los últimos coletazos del franquismo. Más de un millón de almerienses, gaditanos, cordobeses, onubeses, granadinos, jienenses, malagueños y sevillanos convivían en el territorio catalán, apuntan desde la Federación de Entidades Culturales Andaluzas en Cataluña. Sin embargo, los lazos catalanoandaluces empezaron a estrecharse mucho antes.

A mediados de la primera década del siglo XX, más de 40.000 almerienses abandonaban su tierra ante la irreversible crisis de la minería y el retroceso de la viña que sufría la provincia. Eligieron Barcelona como principal destino, dado el impulso industrial que estaba viviendo la ciudad condal, según recoge el monográfico La novena provincia publicado por la revista Andalucía en la Historia que edita el Centro de Estudios Andaluces.

En los 40 llegaría el turno del resto de compatriotas andaluces. «Una generación de millares de hombres y mujeres que de un modo paciente, casi siempre modesto pero imparable, fue arracimándose en las ciudades (catalanas) hasta lograr crear el espacio donde vivirán y verán crecer a sus futuras generaciones», recoge el periodista Jaume V. Aroca en el artículo Cuando la Barcelona franquista expulsaba a los migrantes.

A partir de la segunda mitad del siglo XX se produjo la llegada masiva de andaluces y con ella se abriría una pequeña brecha entre dos comunidades culturales, a priori antagónicas. Los autóctonos marcaban distancia con los charnegos, apelativo peyorativo que utilizaban para referirse al inmigrante llegado a Cataluña antes de la Guerra Civil. La gran mayoría echó raíces. De hecho, entre los hijos y nietos de aquellos charnegos rezan adalides del independentismo como el desaparecido del mapa Carles Puigdemont o el combativo Gabriel Rufián.

Lejos de amedrentarse, al calor del régimen franquista, la comunidad andaluza reforzó su identidad bajo el amparo de las casas regionales, asociaciones de las que hoy se cuentan más de un centenar repartidas por todo el territorio catalán. A lo largo de los años, la comunidad andaluza forjó una relación sentimental con Cataluña más que fructífera, pero las aspiraciones secesionistas del Govern de la Generalitat y el desgobierno tras las elecciones del 21 de diciembre han enfriado en los últimos tiempos el noviazgo entre estas asociaciones y la administración catalana, explica el presidente de la Federación de Entidades Culturales Andaluzas en Cataluña, Daniel Salinero.

PARALELISMOS

Cuando Puigdemont mostró su firmeza por materializar las aspiraciones independentistas, muchos compararon el sentimiento catalán con el espíritu que un 4 de diciembre sacó a miles de andaluces a la calle para exigir una autonomía. E incluso políticos como Pablo Iglesias apelaron a la «movilización histórica» en Andalucía, la comparó con el procés y recordó que la voluntad popular de los andaluces en aquel 1977 sirvió para adaptar «la ley a la democracia» . Un 4-D en el que los compatriotas catalanes también hicieron suya la reclamaciones de los andaluces con manifestaciones de apoyo.

Más allá de las reivindicaciones políticas, Andalucía y Cataluña han ido de la mano en más de una ocasión. Como en 1992, cuando Barcelona y Sevilla compartieron protagonismo. La Ciudad Condal se convirtió ese año en el centro del deporte mundial con la celebración de los Juegos Olímpicos y Sevilla se convirtió en la capital mundial con la celebración de la Exposición Universal.

LOS ANDALUCES ASPIRAN A DIRIGIR CATALUÑA

Se podría decir que Inés Arrimadas es el reflejo del amor idílico entre el pueblo andaluz y catalán, pese a que no es hija de andaluces migrantes. La jerezana, que estudió Derecho en la Universidad Pablo de Olavide, desembarcó en el Parlament hace tres años de la mano del grupo Ciudadanos, partido que preside en Cataluña. La candidata fue una de las favoritas durante las últimas elecciones para dirigir la comunidad y sacar a Cataluña de la fiebre independentista. No consiguió la mayoría como sí lo hizo una década el socialista cordobés José Montilla. El que fuera president durante la legislatura 2006-2010, al contrario que Arrimadas, inició su idilio catalán cuando sus padres emigraron a Cataluña en busca del progreso económico. Dos ejemplos de que Andalucía y Cataluña siguen caminando de la mano, a pesar de que hijos y nietos de charnegos como Puigdemont y Rufián.

UN TRASVASE DE DEPORTISTAS MÁS QUE FRUCTÍFERO

La nómina de deportistas catalanes que han dejado su impronta en el deporte andaluz es extensa. Es el caso de Jaume Sabaté, el defensa del Badalona que jugó en el Betis entre 1973 y 1979, llegando a ser titular en la final de Copa del Rey, que ganó el equipo verdiblanco. En el mundo del baloncesto, Joan Plaza es uno de los ejemplos más actuales. El que fuera entrenador del Cajasol (2009-2012) y el actual técnico del Unicaja ha conseguido llevar a ambos equipos a una final de la Eurocup. Pero el trasvase también se ha hecho a la inversa. Andaluces como el carmonense Andrés Jiménez. El baloncestista jugó en el FC Barcelona desde 1986 hasta 1998, club con el que ganó siete ligas ACB y cuatro Copas del Rey. El futbolista gaditano Francisco Fernández Rodríguez Gallego no sólo militó en el Sevilla FC, sino que tuvo una carrera más que prolífica en el Barça, con el que jugó 248 partidos y ganó la Liga 73-74. A pesar de nacer en Andalucía, los ciclistas Pepe Recio y Pedro Torres crecieron y desarrollaron sus carreras en Cataluña. Deportistas como la nadadora malagueña Duane Rocha ha desarrollado su carrera en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat del Vallés y ha sido olímpica en Londres 2012 y Río 2016. O la almeriense Raquel Huertas, que juega desde hace varias temporadas con el equipo de hockey hierba CD Terrasa.ENTRE EDITORIALES Y CAJAS DE AHORRO

Si hablamos de la aportación andaluza al mundo empresarial catalán, el mejor ejemplo es el de José Manuel Lara Hernández. Este sevillano, de El Pedroso, se afincó en Barcelona tras luchar en la Guerra Civil.Allí se dedicaba a comprar y vender libros hasta que en 1949 fundó la editorial Planeta. Por su parte, compañías como CaixaBank han conseguido en la última década una gran nómina de clientes andaluces tras incorporar a sus filas Cajasol –entidad nacida de la fusión de Caja San Fernando y El Monte–.