Devoción a prueba de tormentas

Salida extraordinaria. La lluvia trunca la procesión de la Virgen de los Dolores por el barrio para celebrar los 75 años de la constitución de la parroquia de El Cerro del Águila

Manuel J. Fernández M_J_Fernandez /
16 sep 2018 / 00:16 h - Actualizado: 16 sep 2018 / 19:53 h.
"El Cerro","Lágrimas del Cerro"
  • Interior de la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores donde los hermanos aguardaron más de dos horas a la espera de que el cielo diera una tregua. / Fotos: Jesús Barrera
    Interior de la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores donde los hermanos aguardaron más de dos horas a la espera de que el cielo diera una tregua. / Fotos: Jesús Barrera
  • Varios devotos, resguardados de la lluvia.
    Varios devotos, resguardados de la lluvia.
  • Los paraguas fueron el triste presagio de la suspensión.
    Los paraguas fueron el triste presagio de la suspensión.
  • Banderolas, colgaduras... el barrio se había exornado.
    Banderolas, colgaduras... el barrio se había exornado.

Nada es fácil en El Cerro del Águila. No lo fueron sus inicios. Tampoco su evolución. Lo saben bien sus vecinos que están hechos de otra pasta. Eso y que siempre han permanecido unidos para sobreponerse a cualquier tribulación o revés. La lejanía del Centro les llevó igualmente a buscar su identidad propia en el amor a la Virgen de los Dolores. Todo por y para Ella. Ella como «centro» de sus vidas. Nada turba ni espanta esta fidelidad que se transmite de generación en generación. Ni siquiera un frente tormentoso que descarga con rabia a la hora prevista para la salida extraordinaria de la Virgen con motivo del 75 aniversario de la parroquia. Frente al templo permanece inmóvil un mar de paraguas. Agarrados a la reja del atrio, los vecinos no se resignan y aguantan estoicamente el chaparrón que les cala los huesos y les pone a prueba. Desde la calle lanzan vivas que levantan el alma: «¡Viva la Virgen de los Dolores!», «¡Viva la patrona del Cerro!». El pueblo cerreño rompe en un atronador aplauso.

21.40 horas. La noche se ha cerrado en agua y ha truncado las ilusiones de un día grande y esperado por todos. El párroco don Alberto Tena acaba de comunicar el triste desenlace. «Nuestros deseos se han visto frustrados. Nos daban posibilidades de que a las nueve iba a remitir pero por lo visto es asunto de problemas de vientos. Y el viento en lugar de continuar, se paró y al pararse, pues dan agravamiento y va a seguir lloviendo. Por lo tanto no podemos salir. Hemos hecho lo indecible». Sus palabras vienen a confirmar un veredicto casi asumido por todos después de dos horas de larga espera, continuas consultas en el teléfono móvil a páginas webs del tiempo y actualizaciones en twitter para ver qué decidían en Triana y en la Puerta de Carmona, donde igualmente estaban previstas dos procesiones de gloria: la Divina Pastora y la Virgen de la Luz. Sus respectivas negativas y la lluvia incesante que caía en las calles de El Cerro fueron preparando el cuerpo de los más de 300 hermanos que iban a formar parte del cortejo parroquial con cirios; y de los cientos de vecinos, fuera en la calle, se resistían a verse privados de una procesión histórica que rememorara aquellas salidas gloriosas de la Virgen en el mes de septiembre en las velás.

Por eso la ilusión se mantuvo intacta desde un primer momento. Los nubarrones negros comenzaban a cubrir el cielo mientras que el viento zarandeaba las banderolas de la fachada de la parroquia, con el enganche de alguna de ellas en la antena de una casa de vecinos. «Ese hoy va a tener problemas para ver el Betis», bromeaban en el atrio mientras que por la calle Nuestra Señora de los Dolores bajaba tocando la banda del Sol, prevista para abrir el cortejo. Llegaba la hora soñada y el barrio se había engalanado como antaño, con guirnaldas de flores, altares en las fachadas... «Es un día muy especial. Mi marido, Fran, que es patero y le dicen ‘el Caro’, se retira hoy. Nos conocimos justamente en una de las últimas salidas de la Virgen en la velá», aseguraba Charo, que junto a su hermana Lola, no perdían de vista el cielo. «Esperemos que no llueva».

Mientras que la parroquia abría sus puertas «para favorecer la ventilación del templo» donde el calor era ya insoportable, se conocía que se retrasaba en una hora la salida –hasta las 20.30 h– «para mayor certeza de que desaparezca el riego», comentaba el párroco que salía fuera a ver la evolución de la atmósfera. En seguida se confirmaron los pronósticos pero los vecinos plantaba buena cara al mal tiempo. Literalmente hablando. Al rugido de cada tormenta, se respondía con un aplauso y a cada relámpago, con vivas y palmas.

«Hay muchas ganas de ver a la Virgen en la calle. El Cerro lo necesita. Sobre todo, revivir esas fiestas de las familias del Cerro, de la Virgen como centro de todo, sin palio, de casas abiertas...» recordaba el ex hermano mayor, Francisco Carrera Iglesias, quien además explicaba que en homenaje a «la feligresía madre» la dolorosa estaba portando el manto de salida de la Virgen del Refugio. «Mis padres, mis tíos y toda la gente mayor del barrio se han bautizado en la parroquia de San Bernardo», de donde se escindió la de Nuestra Señora de los Dolores de El Cerro por decreto del Arzobispado el 2 de febrero de 1943.

Quizás por eso en su segunda intervención de la tarde, a las 20.30 horas, el párroco don Alberto trataba de levantar los ánimos mientras llovía fuerte en toda la ciudad. «Las previsiones se han cumplido. Llueve pero nos dicen que posiblemente deje de hacerlo a las nueve o nueve y media. Hay aquí una noticia de esperanza. Si a esa hora no está lloviendo, salimos con el mismo recorrido previsto». Al templo ya habían llagado el alcalde Juan Espadas, acompañado del delegado de Fiestas Mayores, Juan Carlos Cabrera; y del delegado del distrito, Juan Manuel Flores.

Finalmente no fue así y lo que iba a ser un jornada de júbilo terminó entre lágrimas y desolación. «Aquí siempre ha costado todo mucho. No ha podido ser pero estas adversidades nos hace estar aún más unidos y querer más a la Virgen de los Dolores», sentencia de manera ejemplar una de las mujeres mayores que habían aguardado la espera en los bancos laterales de la parroquia. El Cerro del Águila vuelve a dar una lección de amor.