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El nuevo mapa de la movida

Convivencia. Los vecinos de Macarena, Los Remedios, Arenal y Alfalfa no bajan la guardia en verano en su lucha por el descanso y exigen «más dureza» contra los ruidos del botellón

Manuel J. Fernández M_J_Fernandez /
13 ago 2017 / 21:54 h - Actualizado: 16 ago 2017 / 15:05 h.
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  • Ocio nocturno en una de las zonas afectadas. / Manuel Gómez
    Ocio nocturno en una de las zonas afectadas. / Manuel Gómez
  • Jóvenes consumen alcohol en la calle, zona de Macarena Tres Huertas. / Juan Raya
    Jóvenes consumen alcohol en la calle, zona de Macarena Tres Huertas. / Juan Raya

La batalla vecinal contra la movida nocturna no se va de vacaciones. Es agosto pero en Macarena-Tres Huertas siguen sin poder conciliar el sueño. Cada noche se repite el mismo ceremonial: colchones en el pasillo, mudanza a habitaciones interiores y tapones en los oídos. «No es tanto el ruido, pues muchos hemos insonorizado los pisos con ventanas y puertas aislantes, sino las vibraciones, que se notan mucho y no nos dejan dormir», explica uno de los vecinos de la calle Antonio Buero Vallejo, cuyas viviendas dan al callejón de la trasera de las tres discotecas que desde hace unos años –la última abrió en 2016– se localizan en la calle José Díaz. Ahí se concentran jóvenes ebrios de madrugada «formando jaleo y peleas».

«Ahora, en verano, solo hay una discoteca abierta pero los problemas y el ruido son los mismos o incluso más», señala el portavoz vecinal de la Macarena, Luis Bartolomé de Paz, que confiesa que cambia de habitación –«a una interior»– cada vez que le toca guardia hospitalaria. Eso sí, el medidor de ruido siempre está en su cabecera de la cama, sobre todo los jueves, viernes y sábados: «Ha llegado a marcar hasta 85 decibelios de ruido dentro de la vivienda, cuando las normas europeas recomiendan no más de 15 en una habitación para poder descansar bien».

Esta zona de la Macarena se ha convertido en un punto negro en el nuevo mapa de la movida nocturna que recientemente han señalado las asociaciones vecinales. En Los Remedios hay otro foco que se mantiene activo en verano aunque con algunas variaciones. «Ahora el botellódromo que a diario copa los terrenos de la Feria de Abril se desplaza hacia la zona del río» con dos puntos fijos: los bajos del puente de Los Remedios, en la acera en dirección a Sevilla; y en el Muelle de Nueva York, donde «se concentran los jóvenes a beber alcohol como paso previo a la entrada en los bares de copas o discotecas que se concentran en la zona».

En este caso, el representante vecinal, José María Cañizares, asegura que «la música de estas terrazas rebota contra la pared del Paseo de las Delicias y la fachada del Costurero de la Reina e impacta directamente en las viviendas de las calles Juan Sebastián Elcano y Monte Carmelo, colándose por las ventanas, ahora que suelen estar abiertas de noche para que entre el fresco».

Igualmente resiste, aunque «en menor medida con respecto a los meses invernales», el botellón de la zona de los aparcamientos de la estación del Metro de Blas Infante, junto al Parque de los Príncipes y frente a la comisaría de Policía. «En su mayoría, son jóvenes procedentes del Aljarafe que amenazan el descanso vecinal con los denominados coches discotecas. A ello hay que sumar también dos calles de Los Remedios que «se han puesto de moda y están hasta arriba de veladores». «En Virgen de Luján y Flota de Indias el jaleo es tremendo. Tanto que es imposible descansar», denuncian.

La movida en la Alfalfa se repliega con la canícula, a excepción de «casos aislados» que se producen en la encrucijada que conforman las calle Pérez Galdós —donde se concentran los bares– y Don Alonso El Sabio y Ortiz de Zúñiga. «Ahora estamos muy tranquilos. La madrugada del sábado tuvimos jaleo por cuatro ciudadanos extranjeros que vociferaban en plena calle con botellas de cerveza en la mano. Salí y los mandé a callar», apunta una de las vecina de Don Alonso El Sabio, que advierte de que se da la circunstancia de que «buena parte de los bares están cerrados por obras». Eso sí, la representante vecinal, Silvia de Carrión, teme que el problema se agrave nuevamente «en septiembre» con el inicio del curso y la llegada de los estudiantes Erasmus. Una vez más recuerda lo importante que es la educación para respetar las normas mínimas de convivencia. «Queremos reunirnos con las universidades para promover campañas informativas».

El Arenal tampoco se libra pese a tener una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) que blinda el barrio. «La gente sigue bebiendo en la calle. Ahora lo hacen en copa de balón. Los bares acumulan y acumulan denuncias. Se les clausuran locales y los vuelven a abrir», insiste el presidente de la asociación Torre del Oro, Antonio Fernández. En Plaza de Armas, en concreto en la calle Marqués de Paradas, se produce el bautizado como «botellón de humo: la gente sale a fumar fuera del bar y termina hablando a voces», dice la portavoz vecinal, Lola Dávila. Es lo que también sufren los vecinos de la calle Betis, en Triana.

La reclamación de estas zonas es común, como quedó reflejado hace unas semanas en la plataforma Sevilla Cívica, nacida para luchar por el descanso y exigir al Ayuntamiento «más dureza» contra los ruidos del botellón y de la proliferación de veladores. «Queremos que haya un civismo en la convivencia y que se pueda dormir. No vamos contra los bares ni contra nadie. Es tan sencillo como hacer cumplir las normas», concluyen los vecinos.