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La barriada Doctor Marañón es de las que cuenta con mayor tasa de extranjeros de la capital. / Antonio Acedo
Sevilla no es una ciudad de inmigrantes y la crisis ha llevado, más bien, a mostrar la puerta de salida a los que en su día pisaron la capital hispalense con el sueño de labrar su futuro en otro país. La cuota forastera se sitúa en el 5,19 por ciento, tras un leve repunte en 2016. Pero sí hay zonas donde los inmigrantes han echado raíces y se puede decir que han formado comunidad. Es el caso de la Macarena, un distrito que tiene a un 10 por ciento de su población extranjera. En ese territorio, existe un triángulo, formado por las barriadas de El Cerezo, El Rocío y Doctor Marañón, que tienen en común que una cuarta parte de su población es de origen inmigrante. En concreto, la proporción es de un 26,62, un 26,55 y un 23,22 por ciento, respectivamente. Y eso sin contar la población flotante, que son los extranjeros que residen pero no se han empadronado. Este elevado porcentaje se asemeja, en estos casos en particular, a los grandes números de Madrid o Barcelona, donde incluso ha habido problemas puntuales de convivencia.
El experto universitario Jesús Ventura aclara al respecto que, aunque no tiene consideración de gueto, esta concentración debe ser mirada con lupa por responsables políticos para evitar focos de tensión. Invita a trabajar por la convivencia. A su vez, señaló que el perfil de los extranjeros que vienen a esta zona es de «personas con pocos recursos y una formación poco cualificada que trata de labrar su futuro» en la capital hispalense.
Tras estos tres barrios, el porcentaje por barrio desciende al 15,3 por ciento de la zona de Begoña-Santa Catalina, así como otros puntos como Las Avenidas (14), El Museo (13,1) o La Planta (12).
Al otro lado se encuentra el barrio de Consolación, en el distrito Norte, con una representación casi imperceptible de un 1,5 por ciento en una población que ronda los 6.000 habitantes.