Emmanuel Macron: maquillaje para desatascar Europa

La figura de Macron es la única en ascenso que cree en la UE, frente al desgaste de Merkel, el ‘Brexit’ y el auge de la ultraderecha en la mayoría de los socios.

30 dic 2017 / 16:49 h - Actualizado: 31 dic 2017 / 11:03 h.
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En un continente acostumbrado a las siglas, el proyecto personal de Emmanuel Macron –tan personal que su partido En Marche! tiene sus iniciales– no solo ha sorprendido porque ganó las elecciones presidenciales francesas el 14 de mayo y poco después obtuvo mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, sino porque ha destrozado a los partidos tradicionales de la V República, tanto conservadores como el Partido Socialista que reflotó François Mitterrand. Las únicas siglas que se tienen en pie para oponérsele son las del Frente Nacional: también la izquierda se ha reinventado como Francia Insumisa.

El proyecto nace y vive sin siglas, pero no sin ideas. Las de regenerar el neoliberalismo y adelgazar el potente sector público francés. Su reforma laboral, este otoño, supuso su primer choque con los sindicatos, que ven como el modelo que no ha acabado con el paro en España y la ha llenado de trabajadores precarios lo quiere implantar Macron en Francia. El presidente procede del Partido Socialista, pero no de sus bases, sino del sector que siempre se ha codeado con la gran industria. Y proviene de la empresa privada, de las grandes operaciones, las grandes cifras.

Está de moda y es el único líder que cree en el proyecto de la UE que conecta con el votante que no vive en el mismo piso de la élite que él.

No en vano la versión española de la CNN publicó en agosto un reportaje en el que detallaba que, desde mayo a agosto, el presidente de la República había gastado más de 26.000 euros en maquillaje. Ese maquillaje puede resumir su trayectoria política: maquillarse de socialista hasta colaborar con el expresidente François Hollande, al que dio la patada en 2016 para fundar En Marche! y disputar las presidenciales, maquillar y volver a hacer atractiva una política neoliberal que es la que ha encallado a Europa a la encrucijada de la crisis.

Macron es además el nuevo, juvenil, rostro de Europa (el presidente más joven, a sus 40 años recién cumplidos, de las cinco repúblicas que acumula la Historia de Francia). La hegemonía de Angela Merkel está desgastada (ella misma, atrapada en unos mediocres resultados electorales que ni le permiten seguir ni que la eche del cargo la ultraderecha que avanza por todas partes en el Viejo Continente).

Hace muy pocos días celebró su 40 cumpleaños, anunciaron las agencias, en el palacio real de Chambord, un gesto polémico porque en Francia siempre es conflictivo vincular símbolos monárquicos y republicanos. Pero la juventud y el dinamismo son siempre ingredientes triunfantes para cualquier moda política. Y Macron lo es. Como lo fue Obama, como lo fue Podemos. Está en la cresta de la ola y, al igual que pasa con los pantalones de campana o las faldas largas, cuando se llevan ya puedes hacer el ridículo que quieras, que triunfas.

Para este año entrante tiene previstas la reforma de la indemnización por desempleo, la formación profesional, o la igualdad entre hombres y mujeres. Pero en España sonará más porque su formación hermana también está en la cresta de la ola: Ciudadanos. No en vano, Macron fue el dirigente europeo que antes y de forma más contundente apoyó al Gobierno y la Constitución española frente al desafío secesionista de Puigdemont. Le va la integridad de Francia en ello, puesto que un pedacito de Cataluña está al otro lado de los Pirineos. Con pocos nacionalistas por ahora.

Macron volverá a enfrentarse a las urnas en 2019, en unas elecciones europeas que juzgarán si todavía la estela ascendente pesa más que el desgaste del ejercicio del poder. También son comicios importantes porque es el único líder ascendente que cree en Europa –maquillada, pero tal como la conocemos, sin reformas sustanciales– frente a huidas al absurdo como el Brexit que han noqueado el viejo proyecto de los 27 países que siguen en la Unión o experimentos xenófobos o ultranacionalistas, que la desgastan por el este.

La oposición previsiblemente todavía no estará en condiciones de hacerle frente. Por el momento, bastante tiene con levantarse del golpe de las elecciones legislativas. Macron tiene el potencial para ser el hombre del año en Europa unos cuantos años más.