Luceros y estrellas de Sevilla

Un elenco de más de veinte personas, empresas e instituciones, representantes de la Sevilla tradicional e innovadora, recibieron las Medallas de la Ciudad en el Lope de Vega

30 may 2018 / 21:32 h - Actualizado: 30 may 2018 / 21:39 h.
"Ayuntamiento de Sevilla","Día de San Fernando 2018","Juan Espadas"
  • Foto de familia de todos los homenajeados. / Jesús Barrera
    Foto de familia de todos los homenajeados. / Jesús Barrera

Sevilla tiene un firmamento de pasado y presente, de poso e innovación, que tiene la fuerza necesaria para brillar por sí mismo pero del que no siempre es capaz de presumir. En él tienen cabida esos luceros que nunca se agotan, reflejos de la honda tradición que ha forjado la fama de esta tierra, y también las estrellas que, aunque para algunos solo iluminan de noche, por culpa de ese «ombliguismo ciego» sobre el que habló el alcalde Juan Espadas, representan esa otra Sevilla, la del emprendimiento y un futuro lleno de oportunidades. Ambos, las estrellas y los luceros de esos Aires de la Alameda que cantó Alicia Gil sobre las tablas del teatro Lope de Vega como obertura de la tarde, recibieron el reconocimiento de Sevilla en la ceremonia de entrega de las Medallas de la Ciudad 2018, que un año más fueron la excusa perfecta para alumbrar esas dos caras de una ciudad que vive de aquello que fue y que anhela hacerlo del mañana.

En total, más de una veintena de distinciones –entre las medallas y los títulos de hijos predilectos y adoptivo– que reconocieron la valía y la trayectoria profesional y humana de personas, empresas e instituciones que, además, han triunfado sin perder de vista el horizonte de Sevilla. Todos pisaron un escenario en el que también estuvieron José Gestoso, Miguel de Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Albéniz, Murillo o el histórico grupo Alameda, siempre presentes en las palabras de los homenajeados. También el padre José Enrique Ayarra, organista que fue de la Catedral, y Pedro Luis Serrera, uno de los padres del Estatuto de Autonomía de Andalucía, para quienes fueron las dos medallas a título póstumo, y que recogieron su hermana y su mujer, respectivamente, ofreciéndolas con un beso al cielo. Ese mismo recuerdo que todo el auditorio tributó al niño sevillano de 13 años, alumno del colegio San Pablo, que falleció este martes en una excursión escolar y por el que se guardó un sentido minuto de silencio al inicio de la ceremonia.

Más de dos horas de duración de un acto, por momentos algo tedioso y monótono, en el que se reconoció a «esa Sevilla innovadora, de la cultura, la empresa, las tradiciones, la justicia y la solidaridad, y que es sensible a los demás», indicó Espadas. Entre ellos, esos luceros de toda la vida, garantes de la Sevilla del ayer, y que se escenificaron en buena parte de los galardonados. Como el propio Julio Cuesta, presidente de la Fundación Cruzcampo, que recibió el título de Hijo Predilecto. Habló de Sevilla como esa «Diosa real» a la que «siempre le he mantenido la fe, mayor que la suma de todas mis ambiciones». Recordó la importancia de la Expo 92 en la transformación de la ciudad, dedicando la distinción a «aquellos ilusionados que no ilusos», parafraseando a Manuel Olivencia, que la hicieron posible. Un alegato que le permitió hablar de una «hazaña colectiva» y calificar a la Cartuja como «el parque tecnológico más importante del sur de Europa».

Una trayectoria que se escenificó también en el título de Hijo Adoptivo, otorgado al actor Juan Diego. De él dijo el alcalde que es un reflejo de «la pasión» y de «una personalidad que no cabe en la pantalla». Junto al actor y en cuanto al fomento de los valores sociales y humanos se reconoció «la historia, el patrimonio y la solidaridad» de la hermandad de Pasión, «la generosidad y el amor» de la presidenta de Autismo Sevilla, Mercedes Molina, «la humildad en el brillante trabajo histórico» de José Díaz Arriaza en su investigación sobre la Memoria Histórica o «la constancia de toda una vida y la curiosidad ilimitada» de Luis Montoto, «el cronista del Cerro del Águila».

En el ámbito cultural, las medallas fueron para el grupo Atalaya-TNT y su director Ricardo Iniesta, por entender el teatro como una «herramienta para la creación, la transformación social y dignidad»; el catedrático del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla, Juan Miguel González, «que ha dedicado toda su vida al patrimonio artístico»; Manuel Marvizón, compositor que «pone la música a las emociones de la gente»; Cristina Herren, «una sevillana nacida en Nueva York, afincada en Triana, que lleva en su pasaporte su amor al flamenco»; y la cantante María José Santiago, que «pone voz a todos los palos, paseando con orgullo su arte por todos los rincones posibles». Clásicos de una ciudad a los que se sumaron también los empresarios Rogelio Gómez Gómez Trifón, la empresa Viñafiel comandada por los hermanos Galán, un ejemplo de «tradición e innovación» como Otto Moeckel, un alemán natural del Arenal y, en materia educativa, tres centros como la Casa de la Trinidad de los Salesianos, el Instituto Martínez Montañés y el Colegio Santa María de los Reyes del barrio de Torreblanca en su 50 aniversario.

Espadas habló de Sevilla como «una ciudad que no solo compite con las demás por lo que ha sido sino por la existencia de un proyecto de futuro basado en la capacidad de innovar, de ser creativos y de atraer talento internacional». Unos conceptos representados en figuras como la de Pilar Manchón, directiva de Amazon, que recibió el título de Hija Predilecta por «su constancia, talento y capacidad de innovación». En sus palabras quiso destacar «la cantera» y «la calidad de los talentos» que hay en Sevilla, señalando que «estamos capacitados para dar la nota en el mundo». Un mensaje cargado de orgullo y de reivindicaciones. La primera de género. «Las mujeres podemos y Sevilla lo demuestra». Y la segunda dirigida a la universidad. «Hay que dar un empujón para que abra la puerta a las nuevas tecnologías y a los profesionales que han triunfando en lo profesional porque traen mucha riqueza». Y finalizó lanzando un mensaje a su tierra. «En Sevilla no es que seamos los mejores es que somos igual de buenos que los demás y le ponemos más pasión».

Estrella de una Sevilla que «es la ciudad que atrae más inversión pública de I+D+I», dijo el alcalde, y representada también en otros galardonados con la medalla hispalense. Como «la exitosa profesional, a la vez que sólida, en el campo de la inteligencia artificial», Emilia Gómez. O el músico sevillano Fahmi Alqhai, de padre sirio y madre palestina, «una exquisita referencia cultural». Sin olvidar «la ambición profesional y el rigor» de Ruth Rubio, profesora de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla, que «ha cimentado desde la docencia la igualdad y la lucha contra la violencia de género», o «la solidaridad con mayúsculas» de Manuel Blanco, Julio Latorre y Enrique Rodríguez, los tres bomberos sevillanos de Proem-Aid, que realizaron tareas de salvamento con refugiados.

En total, más de una veintena de reconocimientos a la pluralidad y el buen hacer de una ciudad que, como dijo el alcalde, Juan Espadas, al final de su intervención, «debe romper el conformismo y rebelarse contra aquello que nos impida demostrar que la Sevilla mejor se construye con el trabajo de cada día».