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Un grupo de mayores, en un encuentro celebrado recientemente en Hytasa / Manuel Gómez
Una Sevilla cada vez más envejecida y cuyos mayores viven en soledad. El diagnóstico previo para el Plan Municipal de Salud ofrece la evolución de una ciudad que si en la década de los 80 se caracterizaba por su espíritu joven –casi el 30 por ciento de la población tenía menos de 15 años en 1981– cada año se asienta como «una ciudad de personas mayores».
Solo en la última década, el porcentaje de mayores de 64 años en la capital hispalense ha crecido en 18.000 habitantes: de 111.654 a 129.483 sevillanos, que representan el 18,5 por ciento de la población. De ellos, el 60 por ciento son mujeres. Así, el porcentaje mayor de jubilados se concentra en Macarena, Cerro Amate y Sur, con un 36 por ciento del total de la población. Mientras, la tasa más baja está en Bellavista-La Palmera y, aunque cause sorpresa, en Los Remedios.
Sevilla ha sufrido, por tanto, un cambio de perfil. Del boom demográfico de los 80, con muchos nacimientos, han pasado a conformar una población sin un relevo generacional similar. Así, la pirámide poblacional que recoge el informe, que compara 1981 con 2016, se ve un estrechamiento de la base —los de menos edad– que, pasado el tiempo, copan la franja de 35 a los 54 años. El único que escapa a ese envejecimiento es el distrito Bellavista La Palmera, donde «no ha existido un estrechamiento en la base de su pirámide poblacional».
Ese envejecimiento genera varios problemas, que esperan solventar con la redacción del Plan municipal de Salud. El principal de ellos, y en el que se detuvo el delegado de Bienestar Social y Salud, Juan Manuel Flores, es que la mayoría de esta población vive sola. En el informe, concreta que casi un 58 por ciento de los sevillanos mayores de 64 años viven solos o acompañados por otro mayor. Eso, en número globales, son 71.447 personas que, lejos de decrecer, aumentarán de manera exponencial a la vista de la mejora de la esperanza de vida, gracias, en buena parte, a las mejoras sanitarias.
Ante tal circunstancia, el Ayuntamiento tiene que prever soluciones. Flores aclara que, para ellos, hay que buscar, además de la ayuda a domicilio, «otros modelos habitacionales» diferentes al de las residencias. De esta manera, piensan en estrategias como el cohousing, es decir, una comunidad formada de viviendas individuales donde las personas comparten servicios comunes, actividades sociales y recreativas. De hecho, el Ayuntamiento espera tener alguna línea abierta en ese sentido antes de que acabe este mandato. «Nos lo tenemos que ir planteando», insiste Flores.
Otro hándicap para la población mayor es el parque de viviendas. El 52 por ciento del conjunto residencial de la capital se ha construido entre 1951 y 1980. Y, según aclaró Flores, «son bloques sin ascensor», lo cual se ha convertido en problema de ciudad. «No se llegó a prever que la población envejecería y que haría falta ascensor», recordó Flores. Entre estos barrios, el delegado citó el Polígono San Pablo, El Tardón o Rochelambert.