La terapia hormonal es el tratamiento más extendido

Hay algunas otras alternativas, pero no son tan eficaces, como los fitoestrógenos (soja). La dieta mediterránea también es una buena ayuda

17 nov 2017 / 21:59 h - Actualizado: 17 nov 2017 / 21:59 h.
"Sanidad","Medicina","Sobrevivir a la menopausia"
  • Tratamientos hormonales orales para los efectos de la menopausia. / El Correo
    Tratamientos hormonales orales para los efectos de la menopausia. / El Correo

La menopausia no es una enfermedad, aunque sí produce algunos síntomas que resultan molestos para las mujeres que los padecen. Eso sí, para combatirlos existen tratamientos. El más habitual es la terapia hormonal sustitutiva (THS) o de reemplazo, que consiste en administrar estrógenos exógenos para sustituir a los que ya no se producen en los ovarios. Además, en mujeres con útero se prescribe también progesterona para contrarrestar los efectos a nivel endometrial. La THS se puede administrar de varias formas: en pastillas, parches y spray, entre otras.

Otro fármaco que se dispensa para estas terapias es la tibolona, que también tiene acción estrogénica, gestagénica y androgénica y es eficaz en la sintomatología climatérica y especialmente en aquellas con afectación de la sexualidad, aunque generalmente está contraindicado en mujeres con antecedente de cáncer hormonodependiente.

Como todos los medicamentos, estos tratamientos tienen sus riesgos, aunque estos también dependen de su composición, la dosis y la vía de administración. Al igual que los anticonceptivos o el embarazo, pueden incrementar el riesgo de trombosis venosa profunda debido a los estrógenos, por lo que es recomendable que la mujer deje de fumar y aparque otros factores de riesgo. Asimismo, están contraindicados en mujeres que padezcan alguna enfermedad sanguínea con tendencia a la trombosis o antecedentes personales de trombosis venosa profunda, en cuyo caso estarían contraindicados.

Cáncer de mama

Estos tratamientos también tienen algún riesgo oncológico. El de cáncer de útero es mínimo si se administran gestágenos junto a los estrógenos en mujeres con útero, o estrógenos con otra molécula que contrarreste los efectos de los mismos sobre el endometrio.

Por su parte, el riesgo de cáncer de mama, que tanto daño ha hecho a la terapia hormonal, es muy bajo, considerándose segura la administración durante cinco años. Según distintos estudios, puede elevarse levemente por encima de la población normal, pero es similar al originado por el uso de anticonceptivos durante diez años o el consumo de alcohol diario por encima de una unidad al día, explica la ginecóloga del hospital de Valme Eva Iglesias, que recalca que al igual que para cualquier medicamento «hay que utilizar la dosis mínima que consiga ser eficaz para la sintomatología de la paciente».

Hay otras alternativas terapéuticas, pero tienen menos eficacia. Entre ellas se encuentran los fitoestrógenos (soja), que son muy utilizados; la cimicífuga racemosa, que puede tener efectos sobre los sofocos aunque no en el cien por cien de las pacientes; el extracto de polen y vitamina E, también útil para los sofocos, pero, igualmente, no en todos los casos; los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina-noradrenalina –son antidepresivos– , pero producen alivio de los síntomas vasomotores con eficacia moderada y son especialmente útiles en mujeres con cáncer de mama, ya que no son estrogénicos, y en mujeres con afectación del estado de ánimo simultánea a la menopausia; y la gabapentina, que puede ser eficaz en la reducción de síntomas vasomotores, especialmente los nocturnos.

Además existen tratamientos para el síndrome urogenital, tanto locales (hidratantes, lubricantes, estrógenos locales, inyección de ácido hialurónico), tratamientos mecánicos como el láser, e incluso un tratamiento oral diario de reciente aparición, aunque ninguno de ellos está financiado por el sistema público de salud.

Generalmente, estas terapias no hormonales se emplean en mujeres con contraindicación para el uso de terapia hormonal o que no desean realizarla por hormonofobia. También pueden ser útiles en casos de síndrome climatérico leve o sintomatología focalizada como puede ser la urogenital.

Los tratamientos farmacológicos se pueden complementar con una buena alimentación, que es fundamental para las mujeres que tienen la menopausia. Con unos hábitos saludables se puede evitar la obesidad y prevenir enfermedades cardiovasculares, la osteoporosis, la diabetes y las patologías oncológicas.

Alimentación

En general, la dieta debe ser rica en fruta y verdura y pobre en grasas, especialmente las saturadas. La dieta típica mediterránea cumple todos los requisitos de una alimentación saludable.

Por otra parte, y concretamente en la menopausia, son especialmente importantes el calcio. Se recomienda un consumo de 1.200 miligramos al día, mediante la dieta (lácteos especialmente) o con suplementos. También es beneficioso tomar vitamina D, porque al igual que el calcio, es buena para la salud ósea. Se recomiendan 800 unidades diarias, obtenidas a través de la toma de sol (20 minutos al día), la dieta o suplementos.

Además son recomendables los ácidos grasos omega 3, que son especialmente útiles para el mantenimiento de la salud cardiovascular. Las principales fuentes son los pescados y mariscos, aunque también existen en el mercado suplementos que los aportan.