En 1987 la Dirección General de Bellas Artes (luego de Bienes Culturales) empezó a trabajar en la creación de una política global, un proyecto estratégico, creándose el Plan General de Bienes Culturales, que fue aprobado en 1989 por todos los grupos del Parlamento Andaluz. El Plan contemplaba cuatro campos: Etnología, Arqueología, Bienes Muebles y Bienes Inmuebles sobre los que debía actuarse en cinco grandes líneas: Investigación, Restauración, Conservación, Protección y Difusión. Por otro lado, la propia concepción del Plan sugería que los distintos campos debían interrelacionarse, pero no se preveían mecanismos para lograrlo. Así por ejemplo, nada garantizaba la presencia de la arqueología durante la intervención en los Bienes Inmuebles.
El Modelo andaluz de Arqueología está compuesto por el conjunto de estructuras de muy diferente tipo (ejecutivas, administrativas, consultivas) creadas para la intervención; pero en cierta forma también son inherentes al mismo las decisiones concretas que se tomaron para desarrollar la intervención y el propio sistema de llegar a tales decisiones.
El Reglamento de Actividades Arqueológicas de la Junta de Andalucía describe los distintos modelos. La excavación arqueológica extensiva es aquella en la que predomina la amplitud de la superficie a excavar con el fin de permitir la documentación completa del registro estratigráfico y la extracción científicamente controlada de los vestigios arqueológicos o paleontológicos. El sondeo arqueológico es la remoción de tierra en la que predomina la profundidad de la superficie excavada sobre la extensión, con la finalidad de documentar la secuencia estratigráfica completa del yacimiento. Cualquier toma de muestras en yacimientos arqueológicos tiene la consideración de sondeo arqueológico. El control arqueológico de movimientos de tierra es el seguimiento de las remociones de terrenos realizada de forma mecánica o manual con objeto de comprobar la existencia de restos arqueológicos o paleontológicos y permitir su documentación y la recogida de bienes. El análisis arqueológico o de estructuras emergentes es la actividad dirigida a la documentación de las estructuras arquitectónicas que forman o han formado parte de un inmueble, que se completará mediante el control arqueológico de la ejecución de las obras de conservación, restauración o rehabilitación.
El catedrático de Arqueología de la Universidad de Córdoba, Desiderio Gil Vaquerizo, presentó hace pocas semanas su último libro Cuando (no siempre) hablan las piedras. Hacia una arqueología integral como modelo de futuro. Reflexiones de Andalucía. Considera que el boom inmobiliario de finales del siglo XX significó una magnífica ocasión para recopilar documentación arqueológica, pero la misma fiebre constructora se «llevó por delante» buena parte del legado histórico que no ha podido ser incorporado al catálogo monumental de las ciudades.
El boom inmobiliario de hace unos años constituyó una oportunidad estupenda para recopilar documentación arqueológica, pero esa misma vorágine se llevó por delante mucha parte de nuestro legado histórico, privándonos de su incorporación al discurso monumental de nuestras ciudades. Según apunta Miguel Ángel Cau Ontiveros, profesor del departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología de la Universidad de Barcelona, ese desarrollo urbanístico propició, gracia a la legislación vigente y a la transferencia de competencias en materia de patrimonio a las comunidades autónomas, un incremento de intervenciones arqueológicas inusitado hasta la fecha y la aparición de una nueva salida profesional que antes apenas existía. La crisis ha conllevado un descenso de las intervenciones, el cierre de numerosas empresas, la emigración o el abandono de numerosos autónomos.