Mariano Bellver, la paciencia hecha hombre

Casi dos décadas lleva el mecenas de origen vasco esperando para ver hecho realidad su sueño de ceder su colección de arte a la ciudad. Un deseo que se le concederá en 2018

30 dic 2017 / 21:32 h - Actualizado: 31 dic 2017 / 10:36 h.
"Cultura","Arte","Pintura","Artes plásticas","Los protagonistas de 2017"
  • Mariano Bellver, la paciencia hecha hombre

Desde que hace casi veinte años Mariano Bellver ofreciera a la ciudad la colección de arte que ha ido atesorando a lo largo de su vida se ha topado con mil y un inconvenientes y retrasos que han dilatado en el tiempo un proyecto que el mecenas acaricia ahora con los dedos pues la casa Fabiola, próxima sede del museo, se encuentra en plena transformación para abrir sus puertas «antes del 30 de junio de 2018».

En este tiempo, Bellver ha escuchado todo tipo de excusas de los responsables municipales para justificar la falta de concreción. Sin embargo, el coleccionista no ha cejado en su empeño en todo este tiempo, demostrando ser casi la encarnación misma de la paciencia.

Quizá el hecho de que para él ver las piezas que ha ido atesorando «con cariño» a lo largo de los años sea la clave que explica esa fuerza de voluntad infinita y ese empeño. «Como no he tenido hijos, me he volcado toda mi vida en la colección. Cada cuadro tiene su propia historia. Mi mujer se ha llevado dos años buscando por muchos anticuarios para encontrar un Niño Jesús de plata que al final consiguió». Una estima que hace que Bellver asegure que, como con los vástagos, no es capaz de quedarse con ninguna obra, «yo siempre digo que quiero a mi colección». «A veces me he llevado años persiguiendo un cuadro, pero al final la perseverancia ha dado sus frutos». Quizá es esa perseverancia la explicación de esta esperanza infinita.

Y es que la primera vez que Mariano Bellver manifestó públicamente su intención de regalar a la ciudad sus cuadros fue en enero de 1998, justo cuando abrió la primera de las exposiciones, Pintura del siglo XIX, que reunía sus mejores obras en el Bellas Artes. El ofrecimiento del mecenas fue bien recibido por la entonces alcaldesa, Soledad Becerril, que le planteó crear un museo del siglo XIX en alguno de los pabellones de la Exposición de 1929.

Sin embargo, aquella idea no prosperó, lo que no impidió a Bellver seguir aumentando sus fondos con nuevas adquisiciones. En octubre de 2001, la pinacoteca recibía De Andalucía a Venecia, una muestra que reunía 50 piezas de la colección.

Cuando se preparaba la tercera muestra, Imágenes y mitos en la pintura andaluza, que recogía 171 piezas de las más de 300 pinturas que atesora en su casa de la Plaza del Museo, Junta de Andalucía y Ayuntamiento ofrecieron a Bellver un ala del palacio de Monsalves, donde iba a ir una ampliación del Bellas Artes. Pero la donación se topó con doña crisis y ante la improbabilidad de la expansión de la pinacoteca, se propuso la sala Santa Inés. Posteriormente, ya con Juan Ignacio Zoido al frente del Ayuntamiento, se mudó a un Pabellón Real pendiente también de unas reformas que no terminaban de llegar.

Así pasaron los años, hasta que con el cambio de gobierno en Plaza Nueva, Bellver lo volvió a intentar. De nuevo un cambio de sede y nueva fecha de apertura. Esta vez el ofrecimiento del alcalde, Juan Espadas, convenció al coleccionista: la casa Fabiola. La que hasta hace unos meses era la sede de la delegación de Hacienda, era el lugar ideal para albergar los fondos de arte decimonónico que posee este bilbaíno, valorados en algo menos de diez millones de euros –según la tasación encargada en marzo de 2009 por el Consistorio y la Junta–.

Espadas reformuló el acuerdo de cesión de las piezas y el año pasado, gracias a una modificación presupuestaria apoyada por Ciudadanos, el Ayuntamiento se hizo con la propiedad de la casa Fabiola para hacerla museo. Bellver tuvo aún un último revés, pues la apertura del espacio debía haberse producido este pasado 5 de diciembre –fecha del cumpleaños del coleccionista– algo que no llegó a producirse pues la mudanza de los servicios municipales a la sede de Emvisesa de la calle Bilbao se alargó más de lo previsto.

Bellver ya acaricia su «sueño», pues en su futuro museo, donde ya luce su correspondiente placa, se trabaja para abrir antes de finales de junio para que «Sevilla lo disfrute y tenga lo que nosotros hemos recibido de ella».