Rafael Nadal: el mejor vuelve a ser el primero

En un año sin lesiones con la contención de su calendario, ha cerrado 2017 como número uno de la ATP por cuarta vez, elevando su cifra de Grand Slams a dieciséis

30 dic 2017 / 21:15 h - Actualizado: 31 dic 2017 / 11:13 h.
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Rafael Nadal juega por la gloria y compite contra sí mismo. Sus rivales más duros, doce años después de instalarse en la cima del tenis, han sido sus lesiones. Sin ellas, habría una probabilidad muy alta de que ya fuese el jugador con mayor número de Grands Slams de la historia, el listón fundamental, que no único, que sitúa la dimensión de un tenista en la historia de este deporte.

Del 2017 sale con 16, tras su décimo Roland Garros y su tercer US Open, dentro de una cosecha de seis títulos (ganó también por décima vez en Montecarlo y Barcelona, además de Madrid y Pekín). Perdió las finales del Abierto de Australia y de los torneos de Acapulco, Miami y Shanghai. Es decir, jugó las finales de tres de los cuatro Grands Slams. Son 85 títulos en el global de su carrera, 1058 partidos disputados y 873 victorias, con un porcentaje del 82,5 por ciento. Sólo Novak Djokozvic (82,8 por ciento) y Bjorn Borg (82,7 por ciento) le superan en la historia del tenis, aunque han disputado menos partidos y han ganado menos títulos.

Rafael Nadal Parera (Manacor, 3 de junio de 1986) recuperó el número uno del mundo el pasado 21 de agosto. Lo había dejado el 7 de julio de 2014. Ese año sólo pudo disputar 59 partidos por sus problemas físicos, cuando su promedio superaba los 80. Cuatro títulos. Desde entonces fue descendiendo paulatinamente en el ranking, hasta acabar en 2016 en el puesto noveno, el más bajo desde 2005. En tres años, nueve torneos ganados, un Gran Slam (Roland Garros), más la final que jugó lesionado ante Stan Wawrinka en Australia. Ya hubo quien certificó el final de su carrera, pero Rafa, como la primavera, siempre vuelve. Ajustó su cabeza, con unos problemas de ansiedad, ajustó su físico (se propuso y consiguió perder peso sin ceder potencia), modificó hasta sus apoyos a la hora de golpear para proteger sus castigadas rodillas. Y puso su empeño en recuperar su drive, que dejó de ser ese arma de aniquilación de antaño. Siguió mejorando su saque y perfeccionando su revés, Rafael Nadal estaba en proceso de reinventarse a lo grande para poder estar a la altura de su propia leyenda. Competía contra sí mismo para recuperar el nivel que le permitiese seguir en el camino de convertirse en el mejor tenista de todos los tiempos, justo en la etapa con más nivel de la historia del tenis. En todo ese proceso, ha introducido en su equipo de trabajo, que no ha cambiado prácticamente desde que es profesional, a Carlos Moyá, mientras Toni Nadal, su tío y entrenador de toda una vida, el que ha moldeado al mejor deportista español de todos los tiempos, iba progresivamente dando un paso al costado. Moyá siempre ha estado en el círculo de Rafa, una amistad que nació cuando Charly era el tenista más importante de este país y Rafa daba sus primeros pasos hacia el profesionalismo. Existe un feeling, una confianza mutua entre dos talentos extremos, y la capacidad del que fuera el primer número uno español de la ATP de generar, más allá de su experiencia y formación técnica, una convivencia en el día a dí a fresca y divertida.

Después de recuperar sus rodillas, su muñeca y su cabeza, Rafa comenzó el 2017 con sensaciones renovadas y alcanzó la final del Abierto de Australia, con Roger Federer al otro lado de la red. El gran duelo entre los dos jugadores que han dominado el tenis en la última década, dejando muchos de los mejores partidos de siempre, se repetía. Un síntoma inequívoco de que la anunciación de la decadencia por los agoreros tendría que esperar. El suizo también demostró la evolución de su juego, y cómo ha sido capaz de minimizar las grietas que Rafa lograba encontrar en su revés a una mano. El balear domina el head to head por 15-23 pero ha caído en todos los duelos ante Federer en 2017, cinco en total, cuando venía de ganarle los cinco duelos previos, entre 2013 y 2014. El de Basilea ganó en Melbourne y su octavo Wimbledon, con lo que ambos volvieron a dominar todos los Grands Slams, en una temporada en la que Novak Djokovic, Andy Murray y Stan Wawrinka fueron víctimas de las lesiones. Rafa, cinco años menor que Roger, acabó el año por cuarta vez en su carrera como número uno y una lesión en la rodilla en su torneo maldito, el Master, el único que falta en su palmarés. Esa lesión le va a impedir competir antes del Abierto de Australia de 2018.