Reconvertirse o resistir a la lógica del siglo XXI

Plataformas como Infozoos y Zoo XXI luchan por replantear los zoos como espacios para la acogida de animales que lo precisan. Desde la Asociación que los vertebra defienden su valor científico y didáctico.

10 feb 2017 / 13:58 h - Actualizado: 10 feb 2017 / 13:58 h.
"Maltrato animal","Animales","Zoológicos, entre el ocio y la didáctica"
  • Manifestantes de la organización Igualdad Animal durante una concentración en la puerta del Zoo de Sevilla ‘MundoPark’, en 2011. / El Correo
    Manifestantes de la organización Igualdad Animal durante una concentración en la puerta del Zoo de Sevilla ‘MundoPark’, en 2011. / El Correo

A finales de 2014 la organización Infozoos se dirigió a las autoridades andaluzas competentes en materia de zoos para alertarles de una práctica que en los últimos tiempos parecía haberse convertido en costumbre para algunos zoos de Sevilla: el «préstamo» de animales salvajes para ferias, centros comerciales o fiestas particulares. «Los zoos incurren constantemente en actuaciones que vulneran la ley, por eso se han de vigilar escrupulosamente», comenta el abogado Javier Solís, especializado en casos de maltrato animal. Sea como fuere, los zoológicos, tal y como los conocemos, tienen hoy una creciente oposición social. Las organizaciones animalistas claman por su reconversión.

«Las normas de bienestar animal son importantes en los zoos, pero no son suficientes. No podemos pensar que una jaula o instalación más grande y el enriquecimiento ambiental es lo mejor que podemos dar a los animales, necesitamos plantearnos desafíos más grandes, necesitamos un cambio de paradigma», defiende Leonardo Anselmi, coordinador de la plataforma Zoo XXI. «Tampoco creemos que cerrar los zoos sea una buena idea, aunque sí podemos dar por cerrada la lógica del zoo tal y como lo conocemos, la lógica del siglo XIX, la lógica de la utilización de los animales para pasar a una lógica de la utilidad para ellos y para el Planeta. Cerrar un zoo sería sinónimo de perder la posibilidad de transformarlo», indican desde la organización.

Mientras el debate intenta adquirir altura y los partidos políticos comienzan a ser sensibles a estos nuevos planteamientos, en la calle se sigue agitando la reivindicación. Asociaciones como la internacional Igualdad Animal o las más locales Serás su Voz y el Colectivo Andaluz Contra el Maltrato Animal plantean a menudo concentraciones en la puerta de los zoos y los acuarios solicitando al público que reconsidere su entrada en estos espacios. «Los zoos y acuarios son instituciones integradas dentro de la comunidad científica global y contribuyen a la investigación orientada a la conservación», defiende un portavoz de la Asociación Ibérica de Zoos y Acuarios (Aiza). «El hecho de poder trabajar con los animales salvajes de los zoos y acuarios facilita poder investigar conductas difíciles de estudiar en la naturaleza. Aunque no se den las mismas condiciones que en estado salvaje, esto no impide que se puedan realizar estudios científicos que de otra forma serían difíciles de llevar a cabo», dicen.

«El problema radica en los escasos mecanismos de control de estas instituciones, en la cara B, una cosa es lo que hacen y otra lo que dicen hacer», lamenta Solís. «Por ejemplo, en los últimos años la Consejería de Medio Ambiente alega que no se ha cometido ningún incumplimiento de la legislación vigente, aunque desde luego el prestar animales con fines comerciales no es uno de los objetivos que establece la Ley de Zoos para estos centros», indica. Así, MundoPark ha colaborado con eventos como SurCaza, prestando animales como cachorros de tigre blanco, hiena rayada y un lince europeo para su exhibición. También lo ha hecho en ExpoJoven, en donde se podía acariciar a cachorros o fotografiarse con serpientes. El mismo centro prestó dos cachorros de león al conocido Kiko Rivera para una fiesta de fin de año en 2015, animales que el Seprona retiró.

«Según la Ley 31/2003 sobre conservación de la fauna silvestre en los zoológicos, este tipo de actividades de perfil comercial tan descarado y ruin, que incluía la posibilidad de tocar a los animales, entran en contradicción flagrante con el más mínimo sentido conservacionista. Tiene efectos pedagógicos negativos y, desde nuestro punto de vista, corresponden más a un circo de baja calidad que a un zoo», al decir de Alberto Díez, portavoz de Infozoos.

Desde las organizaciones reguladoras buscan el entendimiento apelando al control y a una «reconversión tranquila». Jordi Serrallonga, naturalista y profesor de la Universitat Autónoma de Barcelona apuesta por «dar una oportunidad a los zoos modernos, que tienden a menor número de especies vivas mejor manejadas, más elementos multimedia educativos y de divulgación, y programas de investigación y conservación», defiende. «Ninguna película o foto podrá jamás sustituir el poder ver de cerca un caballo, un perro o cualquier encuentro cercano con un animal salvaje. Esta fuerza emocional está en nuestro interior y para comprobarlo no tenemos más que ver la respuesta de cualquier niño pequeño ante el primer encuentro con un animal», considera el presidente de Aiza, Jesús Fernández.

«Nuestros fines están orientados a tres direcciones fundamentales: Primero hacia la conservación de especies amenazadas. Segundo, a generar diferentes actitudes por parte del gran público (educación, sensibilización, inspiración) hacia algunos de los problemas causados por el hombre en la naturaleza. Tercero, a continuar aprendiendo, desarrollando e investigando en el cuidado y bienestar de los animales salvajes» añade. Del otro lado, Anselmi opina que «el camino más sensato es el de lograr que una institución que cada día es más criticada por su lógica obsoleta, se transforme en un espacio para dar cobijo, atención, asistencia y oportunidades a animales que hoy no la tienen, a animales heridos, incautados de explotaciones, abandonados. Un zoo cuenta con los profesionales, el conocimiento y las instalaciones suficientes para pasar a ser un espacio de servicio social, animal y ambiental, y en este punto es donde radica nuestra propuesta», la de Zoo XXI.

Entre mejorar las condiciones de bienestar sin un proyecto de reconversión y cambio de paradigma, y pedir el cierre de los zoológicos, todavía existe sin embargo mucho espacio para el debate y para la acción. «Queremos pasar de una lógica que utiliza la cautividad de los animales, a una institución útil para ellos y para el planeta entero. No queremos seguir mejorando un modelo erróneo», defiende Anselmi. La iniciativa, especialmente activa en Barcelona, aun no está en vías de implementación en otras ciudades «aunque todos los responsables de zoos, como los de los circos, saben que más pronto que tarde tendrán asumir cambios en su modelo de gestión», dice Solís.

No todo son reproches cruzados. En la primavera del año pasado Infozoos valoró positivamente una acción del Acuario de Sevilla tras el éxito en el desarrollo y puesta en libertad de 17 ejemplares jóvenes de Tortuga Caretta en la cala de Pulpí (Almería) por parte de esa instalación zoológica. Sin embargo hay otras situaciones en las que la confrontación es directa. Así sucede con el zoológico de Castellar de la Frontera (Cádiz). «La colección de animales de este zoo no está integrada en programas de investigación científica conservacionista, ni de formación en técnicas de conservación de especies, no pertenece a Aiza, ni participa en programas de conservación con otros centros. Además, la cría en cautividad que se realiza tiene una perspectiva mercantil muy alejada, incluso contradictoria, de los fines de repoblación o reintroducción propios de un zoo serio», lamentan desde Infozoos, organización que mantiene en Change.org una campaña en la que pide el cierre de estas instalaciones a la Junta de Andalucía.

«Es­claramente el peor centro que hay en España», afirma el portavoz de Infozoos, Alberto Díez. «En muchas ocasiones este lugar se asemeja más a un circo que a un zoo» expresa. Lo peor, destacan, es «la actividad del Foto Maratón», en la que se permite el contacto directo con muchos de los animales. Esto «supone un grave riesgo sanitario, de seguridad o de protección de los animales que se ven obligados a pasar gran parte del día en el exterior de las instalaciones». Sin embargo, la Junta de Andalucía informó el pasado mes de octubre de que no había detectado «ninguna irregularidad» en el zoo, «ni de tipo administrativo ni en las inspecciones periódicas» que se realizan en estas instalaciones.

Chesús Yuste, que fue diputado por la Chunta Aragonesista, y es miembro de la Asociación Parlamentaria en Defensa de los Animales, comenta sobre el debate que plantean zoos como el de Castellar y otros análogos que «hay que cambiar el modelo de los zoológicos. Se sigue usando el modelo imperialista del siglo XIX y eso no puede ser. Hay movimientos interesantes que piden la reconversión de los parques zoológicos tal y como los conocemos hoy en día, con el objetivo de adaptarlos a la ciencia y a la ética de nuestra época»