«Trabajamos los siguientes años con mucho miedo en el cuerpo»

Entrevista. El director gerente de la Fundación Jiménez-Becerril, Ricardo Villena, apuesta por «recordar el pasado pero mirar hacia adelante»

30 ene 2018 / 08:11 h - Actualizado: 30 ene 2018 / 08:15 h.
"Entrevista","20 años sin Alberto y Ascen"
  • El director gerente de la Fundación Jiménez-Becerril, Ricardo Villena. / Jesús Barrera
    El director gerente de la Fundación Jiménez-Becerril, Ricardo Villena. / Jesús Barrera

—¿Qué supone para usted ser director gerente de la Fundación Jiménez-Becerril?

—Una especial alegría y sensibilidad porque fui compañero de Alberto, pasamos buenos y malos momentos juntos. Nos divertíamos y éramos compañeros de partido. Era amigo mío junto con Ascen, fue muy duro para mí.

—¿Cómo le comunicaron el nombramiento?

—Me llama el alcalde, Juan Espadas, y me dice que me va a proponer. Me pregunta que si aceptaría y le digo que por supuesto. Es el momento de mayor responsabilidad que me habían dado pero también el de mayor alegría.

—¿Qué objetivos se marca al frente de la fundación?

—Son dos objetivos bipolares. El primero es recordar todo absolutamente como ocurrió porque el que no recuerda la historia está destinado a repetirla. Pero a la vez tenemos que mirar hacia adelante. La fundación es una tabla de salvación para muchas personas que necesitan ayuda, vivir en paz, en tolerancia. Que necesitan estudiar, formarse y ahí la fundación debe estar.

—¿Se plantea incorporar novedades a lo que se venía haciendo?

—Sí. Además de un premiado como el de hoy que es un arranque importante, tenemos también una magna exposición de todos estos 20 años y queremos finalizar con un gran concierto en diciembre donde se involucre a toda la ciudad.

—¿Cómo plantean acercarse a esas nuevas generaciones que no han conocido
ya a la banda terrorista ETA en activo?

—Precisamente por esas generaciones siempre nuestras acciones van vinculadas en un doble sentido. Tratando que no se olvide a las víctimas y mediante acciones que les recuerden quiénes eran pero sin olvidar el futuro.

—De todas las acciones que desarrollan, ¿cuál es motivo de más orgullo?

—Todas son importantes, pero una fundación vive de su presencia en la ciudad y un acto como el de la entrega del premio al presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, lo consigue.

—Comentaba al comienzo
de la entrevista que tenía una relación especialmen-
te cercana con Alberto y Ascen. ¿Cómo recuerda el momento en el que conoce
el asesinato?

—Me lo comenta mi padre, que se lleva un gran susto porque lo primero que sale en los medios es que han matado a un concejal joven del Ayuntamiento de Sevilla y piensa que puedo ser yo, que por entonces era el más joven de la Corporación. Cuando me lo comunica pues... estuve llorando muchísimos días. Diría que hasta meses. Nunca lo podré olvidar. Fueron momentos muy difíciles porque entonces mi mujer estaba embarazada, falleció mi padre al mes de que mataran a Alberto y Ascen. Se me juntaron muchas cosas. Soledad Becerril me nombró teniente de alcalde, delegado de Parques y Jardines y Limpieza. Y llevar todo eso adelante me costó un sacrificio personal enorme.

—¿Le cambió la vida?

—Me cambió muchísimo la vida. Estuve durante años durmiendo cuatro horas diarias porque eran muchos frentes abiertos.

—¿Tuvo miedo?

—Sí, constante. De hecho nos recomendaron que si teníamos otra vivienda nos fuéramos. Miedo existía y fuimos a trabajar los siguientes años con mucho miedo en el cuerpo. Eso sí. Miedo no significa vulnerabilidad ni dar un paso atrás. De hecho, seguimos al pie del cañón. Miedo sí pero también firmeza.

—¿Cómo ha vivido el final de la banda?

—Hay alegría. Siempre que unos terroristas dejan de matar la hay, porque es evidente que van a dejar de morir inocentes. Aquello lleva aparejadas otras cosas como el pedir perdón a las víctimas, que creo que es necesario porque muchas veces es el único consuelo que les queda.

—¿Es posible perdonar?

—Para perdonar primero tienen que pedir perdón. Y luego la víctima tiene derecho a decidir.