Un 2018 para reivindicar una sociedad más justa con los refugiados

Manuel Pérez manpercor2 /
28 dic 2017 / 23:21 h - Actualizado: 28 dic 2017 / 23:22 h.
"Las predicciones para 2018"

Lejos de mitigarse, el número de refugiados aumentará en 2018. La proliferación de los conflictos internacionales hará que más personas soliciten protección internacional. La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) ofrece un total de 400 plazas en Sevilla para tal fin.

Carmen Pozo trabaja como integradora social en uno de los centros de CEAR. En concreto, este centro alberga hasta 74 plazas y ahora mismo «están todas cubiertas, estamos al cien por cien», afirma Pozo. No hay una previsión estimada de llegada de nuevos refugiados para el año que viene, puesto que es el Gobierno de España el encargado de realojar y reubicar a los solicitantes de asilo. «La llegada es constante y diaria», reconoce Pozo.

La predicción de esta integradora social de cara a 2018 no es nada halagüeña. «La situación no va a mejorar», lamenta Pozo, quien explica que la aparición de nuevos conflictos internacionales hace que cada vez haya más refugiados procedentes no solo de Palestina o Siria, sino de otros países como Honduras o Venezuela. «Hay un momento en el que pierdes la esperanza de que las cifras bajen», lamenta Pozo, quien no duda en aportar su granito de arena: «Simplemente te queda arrimar el hombro y tirar adelante».

El trabajo en los centros de acogida de la CEAR es muy peregrino a la par que duro, como afirma Carmen Pozo. Por esta razón, esta integradora social explica que no es posible marcarse objetivos para el año que viene. «Estamos centrados en las 74 personas que tenemos en el centro ahora mismo, de las cuales 40 son niños», indica. Estos refugiados tendrán que abandonar el centro en breve –el tiempo de estancia es de seis meses–, por lo que los trabajadores de la CEAR como Pozo, quien redunda en la idea de «iluminar un poco su futuro», redoblan esfuerzos en conseguir que estas personas puedan desarrollar una vida normal fuera del centro.

Además, plantearse nuevos objetivos para 2018 es «absurdo» a juicio de Pozo, porque el perfil de los inquilinos del centro puede cambiar muchísimo. «Cada uno viene con una idiosincrasia muy marcada y dependiendo de lo que a ti te llegue te tienes que reubicar y marcar un itinerario muy diferentes para cada uno de ellos», afirma Pozo.

Se inicia así un proceso de adaptación, si bien ellos «poseen una capacidad camaleónica de adaptación», cuenta Pozo. Tanto es así que «niños musulmanes de familias palestinas y sirias se han vestido de pastores, angelitos y ovejas para los portales de Belén» para celebrar la Navidad en los colegios donde estos niños reciben una educación reglada. Pero no todo será tan fácil como parece. Pozo se lamenta de que la sociedad española esté «anclada en unos valores muy tradicionales y muy arcaicos» que impiden que se abra al diferente, lo que dificulta, en muchas ocasiones, la correcta integración de los refugiados o los inmigrantes.

En este sentido, el mayor deseo de Pozo de cara a 2018 no es otro que el de lograr que la sociedad empatice más con este colectivo. Además, Pozo aprovecha estas fiestas navideñas para recordar que la historia del nacimiento de Jesús de Nazaret –efeméride que celebramos estos días– no es más que la historia de los refugiados de hoy. «Son dos padres que se marchan de su ciudad por diversos motivos», indica Pozo. Por ello, esta integradora social lamenta que «en todos los hogares españoles haya un belén y luego tengamos ciertos tintes de racismo o xenofobia». Sin embargo, Pozo no quiere quedarse en el mensaje pesimista y anima a las familias a que lleven a sus hijos a un centro de refugiados y donen las cosas que ya no usa. «La sociedad tiene que cambiar y el único cambio es la educación de los niños», concluye Pozo.