Una enfermedad del pasado pero aún una amenaza

Hoy se celebra el Día Mundial de la Lucha contra la Polio con la esperanza de erradicar del planeta esta cruel patología. En España no hay casos desde 1983

24 oct 2017 / 06:25 h - Actualizado: 24 oct 2017 / 09:58 h.
"Salud","Salud pública","Vacunas","Polio: una amenaza latente"
  • Clásica estampa de la sala de ‘pulmones de acero’ con pacientes de poliomielitis, en el Rancho Los Amigos (California) en 1953. / Fotos: El Correo
    Clásica estampa de la sala de ‘pulmones de acero’ con pacientes de poliomielitis, en el Rancho Los Amigos (California) en 1953. / Fotos: El Correo
  • La vacuna contra la poliomielitis se dispensa mediante inyección.
    La vacuna contra la poliomielitis se dispensa mediante inyección.
  • Terrible imagen de varios niños de África que sufrían los estragos de la polio.
    Terrible imagen de varios niños de África que sufrían los estragos de la polio.
  • Rosario Cáceres, experta en vacunas del Colegio de Farmacéuticos de Sevilla. / Jesús Barrera
    Rosario Cáceres, experta en vacunas del Colegio de Farmacéuticos de Sevilla. / Jesús Barrera

Tras los pasos de la viruela, erradicada de la faz de la Tierra desde el año 1980, la poliomielitis –vulgo polio– se halla a las puertas de ser eliminada del planeta después de una progresión espectacular desde que se tomara en serio en 1988 la lucha contra esta terrible enfermedad del sistema nervioso. En aquel año un diez por ciento de la población infantil habitaba en países libres de polio; el año pasado el porcentaje superaba el 95 por ciento. El número de casos en el mundo ha pasado de 350.000 en 1985 a apenas 37 en 2016. Y es que en estas tres últimas décadas han recibido la vacuna contra la polio más de 2.500 millones de niños.

La inmunización contra esta patología se introdujo en España en 1963 –hasta esa fecha entre 1.500 y 2.000 niños quedaban paralíticos cada año en nuestro país– y veinte años más tarde se registró el último caso de polio salvaje, si bien hubo que esperar al año 2002 para que España fuera declarado país libre de esta enfermedad.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la poliomielitis como «una enfermedad muy infecciosa que invade el sistema nervioso y puede provocar parálisis, o incluso la muerte, en cuestión de horas». Por tanto, no es ninguna broma.

El poliovirus salvaje entra en el organismo por la boca, transportado en el agua o alimentos contaminados con materia fecal de una persona infectada. Los virus se multiplican en el intestino y se excretan con las heces, a través de las cuales se pueden transmitir a otras personas. Con los menores de cinco años como principales víctimas, los primeros síntomas que suelen manifestar los contagiados son fiebre, cansancio, dolor de cabeza, vómitos, rigidez de nuca y dolor en las extremidades.

Pero la cosa puede acabar peor, mucho peor. De hecho, una de cada 200 personas con poliomielitis sufre parálisis irreversible –por regla general, de las piernas–; y de ellas, entre el cinco y el diez por ciento muere por la inmovilización de los músculos respiratorios que causa este cruel virus.

A esto hay que añadir otro matiz: la polio no tiene cura y tan sólo se puede prevenir mediante inmunización. Eso sí, se dispone de una vacuna segura y eficaz, la vacuna antipoliomielítica oral (OPV), que protege a los niños de por vida si se administra repetidamente: en España se ponen cuatro dosis en los primeros años de vida.

Como queda dicho, fue en el año 1988 cuando se produjo el punto de inflexión. Los gobiernos presentaron la Iniciativa de Erradicación Mundial de la Poliomielitis con la intención de relegar esta enfermedad a los libros de historia. Se trata de una alianza mundial integrada por gobiernos nacionales, la OMS, la Asociación Rotary Internacional, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos y Unicef. Desde entonces, los casos de poliomielitis han disminuido en más del 99 por ciento a escala mundial. Hace apenas veinte años, la poliomielitis paralizaba cada día a 1.000 niños. En todo 2010, sufrieron parálisis 1.349 niños.

Desde el año del cambio, el número de países polioendémicos ha pasado de más de 125 a sólo tres en 2016: Nigeria, Pakistán y Afganistán.

En marzo de 2014, la región del Asia Sudoriental fue certificada libre de polio, uniéndose así a las Américas, el Pacífico Occidental y Europa. Empero, en 2013 y 2014 se produjeron nuevos brotes en Camerún, el Cuerno de África (especialmente Somalia) y el Medio Oriente, con casos confirmados en Siria. Si bien las vigorosas medias de respuesta lograron detener dichos brotes, estos incidentes ponen de manifiesto los riesgos que plantea la transmisión del virus para los países libres de polio.

LOS NIVELES MÁS BAJOS

Casi seis mil millones de personas, el 90 por ciento de la población mundial, viven en los 145 países, áreas y territorios que han sido certificados libres de polio. La transmisión del poliovirus salvaje se encuentra en los niveles más bajos jamás registrados. El año pasado se reportaron 37 casos en Nigeria, Pakistán y Afganistán. El país africano no había registrado casos desde julio de 2014, por lo que fue borrado de la lista de países polioendémicos en septiembre de 2015; sin embargo, en agosto de 2016 se confirmaron cuatro nuevos casos en el estado nororiental de Borno. La reacción no se hizo esperar y en lo que va de 2017 se han registrado apenas once casos: seis en Afganistán y cinco en Pakistán.

La meta está cada vez más cerca, pero no hay que desdeñar el hecho de que la poliomielitis no respeta fronteras: todos los niños que no estén inmunizados corren riesgo. Por cada caso de parálisis hay entre 200 y 1.000 niños infectados asintomáticos. De ahí que sea difícil detectar la poliomielitis y prevenir la circulación del virus. La mejor defensa frente a la importación de la poliomielitis es erradicar el virus. Sólo entonces estarán a salvo todos los niños del mundo.

CÁCERES: «LA GENTE MAYOR HA VISTO LOS ESTRAGOS QUE PUEDE LLEGAR A CAUSAR LA POLIO»

«Hasta que no desaparezca de forma oficial, como ocurrió en su día con la viruela, no podemos dejar de vacunar a los niños». Así de claro y de tajante se expresa Rosario Cáceres, experta en vacunas que trabaja en el Centro de Información del Medicamento, un ente adscrito al Colegio de Farmacéuticos de Sevilla. La razón es obvia, la posibilidad de contagio está ahí «si se entra en contacto con un niño portador de la enfermedad, en su fase sintomática, bien por un tema de inmigración o porque alguien viaje a un país donde aún no se haya erradicado la enfermedad».

Cáceres recalca que para la polio «no existe un tratamiento porque es un virus», de manera que la única vía para conseguir que desaparezca es la inmunización. «Las vacunas mueren de éxito y no hay que bajar la guardia. La gente que ha visto con sus ojos los estragos que puede llegar a hacer la polio no necesita que se le explique: si le preguntas a personas de 80 años si quieren vacunarse, irán corriendo a hacerlo. Pero la gente más joven es ignorante al respecto porque no la ha vivido y hay quienes deciden no vacunar a sus hijos y están poniéndolos en peligro». Esta farmacéutica recalca que en la polio «no sólo está la clásica repercusión de la cojera, hay casos en que provoca una minusvalía pero no siempre».

CAMBIOS EN EL CALENDARIO

Rosario Cáceres explica el plan de vacunación que se sigue en la actualidad y los cambios para los años venideros: «A día de hoy se administra a los recién nacidos a los dos, a los cuatro y a los seis meses y luego hay una dosis de recuerdo a los 18». Si bien este año se han introducido cambios: «En la última actualización del calendario vacunal andaluz se ha decidido prescindir de la dosis de los 18 meses de todas las vacunas, que se ha repartido entre las otras aplicaciones». En el caso del polio, «la dosis que se pone a los seis meses se ha pasado a los 11 meses y la de los 18 se elimina y en su lugar se pone una de recuerdo a los seis años», que pasará a ser «tetravalente, ya que además de para la polio, sirve para la difteria, el tétanos y la tosferina». No obstante, reitera y matiza esta experta en vacunas, «esto entra en vigor para los nacidos en 2017», de manera que «empezará a aplicarse en el año 2023».

La polio suele afectar sobre todo a niños menores de cinco años porque «se suele transmitir por las secreciones nasales, y ya se sabe que los niños son más cochinos», bromea. En cualquier caso, la vacunación es «recomendable para los adultos que viajen a países donde no se ha erradicado» como medida de precaución.

La vacuna está contraindicada «en casos de fiebre aguda, en los que no se elimina, sino que se suele posponer, y cuando se tiene alergia a alguno de los componentes del producto», pero «si es una alergia verdadera (anafilaxis) y te pones muy malito, no por un sarpullido». También se debe tener «precaución en niños con predisposición a convulsiones», concluye.